Finalmente, una administración presidencial parece estar de acuerdo.
“Esta línea de terapias tiene un potencial tremendo si se administra en un entorno clínico, y estamos trabajando arduamente para que eso ocurra dentro de 12 meses”, dijo recientemente el Secretario de Salud Robert F. Kennedy Jr. ante miembros del Congreso.
Su propuesta para aprobar la terapia psicodélica sorprendió incluso a los más entusiastas defensores de estas drogas. Y se da en un momento en que los psicodélicos están ganando terreno en estados profundamente conservadores como Texas, donde el ex Secretario del gabinete de Trump y ex Gobernador Rick Perry ha expresado su apoyo total a la iniciativa.

El respaldo de la administración a los psicodélicos ha generado tanto entusiasmo como preocupación entre algunos especialistas, que temen que las drogas pierdan credibilidad si se percibe que están siendo aprobadas apresuradamente o si se asocian demasiado con Kennedy, conocido por sus opiniones controvertidas sobre las vacunas, los antidepresivos y el flúor.
“Soy bastante optimista”, dice Rick Doblin, cuya organización ha promovido el uso médico de la MDMA (o éxtasis) desde los años 80. “Pero también me preocupa que el mensaje que reciba el público sea ‘Bueno, a RFK le gustan los psicodélicos y ahora están aprobados’”.

La FDA podría reconsiderar el MDMA

Bajo el mandato del Presidente Joe Biden, la FDA rechazó la MDMA como tratamiento para el trastorno de estrés postraumático, citando datos erróneos e investigaciones cuestionables.

Los reguladores solicitaron un nuevo estudio, que probablemente tomará varios años. Fue un gran revés para Doblin y otros defensores que esperaban ver la primera aprobación en EU de un psicodélico con uso médico.

Pero la agencia parece estar lista para reconsiderarlo. El jefe de la FDA, Marty Makary, quien reporta a Kennedy, ha calificado la evaluación de la MDMA y otros psicodélicos como “una prioridad máxima”, anunciando una serie de iniciativas que podrían acelerar su aprobación.

Un nuevo programa promete agilizar los medicamentos que atiendan “los intereses de salud de los estadounidenses”, reduciendo su tiempo de revisión de seis meses o más a tan solo un mes. Makary también ha sugerido una mayor flexibilidad en los requisitos para ciertos medicamentos, con la posibilidad de eximir estudios controlados rigurosos que comparen a los pacientes con un grupo placebo.

Ese enfoque, considerado esencial para una investigación de alta calidad, ha sido durante mucho tiempo un obstáculo para los estudios con psicodélicos, en los que los pacientes casi siempre pueden adivinar si recibieron la droga o una pastilla placebo.

El Departamento de Salud y Servicios Humanos de EU y la FDA también contrataron recientemente a varios empleados nuevos con vínculos con el movimiento psicodélico.

“Todas estas son señales muy prometedoras de que la administración está consciente del potencial de los psicodélicos y está tratando de mostrar que están listos para aprobarlos”, dijo Greg Ferenstein, miembro de la fundación libertaria Reason Foundation, quien también trabaja como consultor para empresas de psicodélicos. “No escuchamos nada de eso durante la administración de Biden”.

Un portavoz del HHS no respondió a la solicitud de comentarios.

Como candidato presidencial, Kennedy habló sobre cómo su hijo y varios amigos cercanos se beneficiaron del uso de psicodélicos para enfrentar el duelo y otros problemas.
Varios veteranos que hacen cabildeo para obtener acceso a psicodélicos ya se han reunido con el Secretario de Asuntos de Veteranos de Trump, Doug Collins.

“Lo que hemos visto hasta ahora es positivo”, dijo Collins a legisladores de la Cámara de Representantes en mayo.
Pero algunos expertos temen que la esperanza y la euforia en torno a los psicodélicos estén adelantándose a la ciencia.

Philip Corlett, investigador psiquiátrico de la Universidad de Yale, dice que evitar los ensayos clínicos rigurosos podría hacer retroceder al campo y poner en riesgo a los pacientes.

“Si RFK y la nueva administración se toman en serio este trabajo, hay cosas que podrían hacer para llevarlo a la realidad cumpliendo con los criterios de la ciencia médica”, dijo Corlett. “Simplemente no creo que eso vaya a suceder”.

Texas apuesta todo a la investigación con ibogaína

Mientras las autoridades en Washington evalúan el futuro de los psicodélicos, algunos estados están avanzando con sus propios proyectos con la esperanza de presionar al Gobierno federal. Oregón y Colorado han legalizado la terapia con psicodélicos.
El mes pasado, Texas aprobó 50 millones de dólares para estudiar la ibogaína, un potente psicodélico derivado de un arbusto originario de África Occidental, como tratamiento para la adicción a los opioides, el TEPT y otras afecciones. La subvención para investigación —la más grande de su tipo otorgada por un Gobierno— fue aprobada con el respaldo del ex Gobernador republicano Perry y de veteranos de combate, algunos de los cuales han viajado a clínicas en México que ofrecen ibogaína.
La ibogaína está en la lista ultra-restrictiva de drogas ilegales de EU, conocida como Lista I, que también incluye a la heroína. Por eso, los defensores en Texas esperan construir un movimiento nacional para flexibilizar las restricciones en torno a su investigación.
“Los sistemas gubernamentales son lentos y deficientes”, dijo Bryan Hubbard, del grupo Americans for Ibogaine, fundado junto a Perry. “A veces uno se ve limitado en el progreso que puede lograr desde dentro”. 

La ibogaína es única entre los psicodélicos, tanto por sus supuestos beneficios como por sus riesgos. Estudios pequeños e informes anecdóticos sugieren que la droga puede aliviar de forma drástica la adicción y el trauma. Se vendió con fines médicos en Francia durante varias décadas a partir de los años 30, pero también puede provocar arritmias cardíacas peligrosas, que pueden ser mortales si no se tratan.
Algunos veteranos que han tomado la droga afirman que los riesgos pueden ser controlados y que las propiedades curativas de la ibogaína superan con creces a los antidepresivos, estabilizadores del estado de ánimo, terapias psicológicas y otros tratamientos estándar.
Marcus Capone luchaba contra la ira, el insomnio y los cambios de humor tras 13 años como Navy SEAL. En 2017, por insistencia de su esposa Amber, accedió a probar la ibogaína como último recurso. Describió su primera sesión con ibogaína como “una purga completa de todo”.
“Pero después sentí que me había quitado un enorme peso de encima”, dijo. “Ya no había ansiedad, ni depresión, la vida de repente tenía sentido”.

Una organización sin fines de lucro fundada por los Capone, Veterans Exploring Treatment Solutions (VETS), ha ayudado a más de mil veteranos a viajar al extranjero para recibir ibogaína y otros tratamientos psicodélicos.
Pero los científicos gubernamentales ya habían estudiado la droga hace tres décadas, cuando el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA, por sus siglas en inglés) financió ensayos clínicos preliminares para usarla como tratamiento contra la adicción. La investigación se suspendió después de que se identificara una “toxicidad cardiovascular”.
“Sería un caso perdido el intento de obtener la aprobación de la FDA”, dijo Nora Volkow, directora de larga trayectoria del NIDA.
Pero Volkow afirmó que su agencia sigue interesada en los psicodélicos, incluida la ibogaína, y está financiando a una farmacéutica estadounidense que trabaja en el desarrollo de una versión sintética más segura de la droga.
“Estoy muy intrigada por sus propiedades farmacológicas y cómo influyen en el cerebro”, dijo Volkow.
“Pero también hay que tener mucho cuidado de no dejarse llevar por el entusiasmo y ser objetivos y rigurosos al evaluarlas”.