AMOR DE MAMÁ

Durante el confinamiento por la pandemia, en la escuela a distancia, Daniel ya no pudo más con su identidad de género asignada al nacer. Esto le provocó un cambio de ánimo: estaba distante, se encerraba y no quería hacer tarea.

Se trataba de un cambio radical.

El chico se desahogó con su hermana mayor. Le dijo que no quería moños ni nada de vestidos: quería ser él.

“Cuando mi hija me lo dijo, yo ya lo presentía”, recuerda Ludy. “Desde que nació casi creo que ya lo sabía y dije: ‘Perfecto’.

“Hablé con él y le dije: ‘Mi amor, si eso te tiene así, si por eso estás mortificado, no, no se me mortifique”.

Fue la reacción inmediata de una madre alerta por lo que sabe que ocurre cuando una familia rechaza a un hijo o hija transgénero. Al siguiente día compraron la ropa a su gusto y buscaron una estética para cortarle el cabello, algo que se llegó a complicar porque hubo quienes se negaron a hacerle un “corte de niño”.

Además de la mamá, el papá y los dos hermanos mayores ya habían notado sus preferencias distintas. Lo que pedía como regalo no eran princesas, sino un Flash o Tortugas Ninja.

Daniel es delgado, de rostro afilado y ojos claros. Es un chico de pocas palabras, pero claro en sus ideas. También es amiguero. Pero al volver la modalidad presencial de la escuela llegó también el nerviosismo. Aunque Ludy advirtió a la directora días antes del cambio de su hijo, sabía que no iba a ser fácil.

“Yo hablé con él antes, y le dije: ‘Mi amor, te vas a encontrar con gente bien cruel, y te van a decir, esto y esto. Yo quiero que estés preparado. Sí, te vas a sentir mal, pero cuando llegues a casa vas a tener el amor de tu madre”.

Y así fue. En sus primeros días de secundaria lo que encontró fue el acoso de uno de sus maestros en especial, y el señalamiento.

Una de las condiciones de la secundaria fue tener una carta de un psicólogo que descartara que Daniel estuviera “chiflado”, coinciden su madre y Thelma Rodríguez, la terapeuta que desde hace algunos días lo acompaña.

La especialista considera que Daniel no vive disforia de género, definida como la sensación de incomodidad o angustia que pueden sentir las personas cuya identidad de género difiere del sexo asignado al nacer.

“En Daniel no aplica la disforia porque él no tiene una ansiedad, él no dice ‘estoy incómodo’”, explica Rodríguez. “Los papás han hecho un excelente trabajo dentro de casa, donde desde pequeño se dieron cuenta de esto y nunca trataron de quitar esta parte.

“El problema emocional no es que él acepte o no esta parte (de género). El problema emocional que él está viviendo es la falta de inclusión y el señalamiento en la sociedad”.

Una exclusión que lo llevó a una crisis cuando un lunes ya no quiso ir a la escuela.

Afirma Ludy: “No quiero que le vaya a afectar de una forma como he visto en muchas situaciones, eso lo he dicho en la escuela”.

“A como le vi su crisis me da miedo que un día llegue y vea cosas de esas, no quiero que eso pase por su cabecita”.

POR LA INCLUSIÓN

Aquel lunes de la crisis de Daniel, Ludy llegó decidida a hablar con el maestro que parecía se había ensañado con Daniel. El profesor comenzó a hablarle de lo que dice la Biblia, recuerda.

Ese mismo día, el Alcalde de Monterrey Luis Donaldo Colosio visitaría la escuela.

“Así que dije: ‘De aquí soy. Voy a hablar con el Alcalde’”, relata la madre de familia.

Con quien habló fue con una funcionaria del Ayuntamiento, la directora de Educación del Municipio, y fue ella quien la respaldó.

“Gracias a Dios me comprendió y me dijo que había una ley para proteger los derechos de los niños. Y le dije: ‘Esto a lo mejor usted lo sabe, y yo también, pero creo que aquí los directivos no lo saben’”.

Al siguiente día, las cosas cambiaron y Daniel fue aceptado con su uniforme escolar, sin acoso de por medio.

“Para el martes, él llegó feliz. En la entrada ya no le exigieron que se pusiera diadema y le dijeron que su uniforme estaba bien. Él está ya relajado y yo también”.

“Él va a tener disciplina, sabe lo que tiene que hacer, porque valores los tiene en casa”.

Cuestionada sobre este caso, la Secretaria de Educación del Estado Sofialeticia Morales Garza reiteró la necesidad de respetar el derecho de niñas y niños a pronunciar su identidad.

La misma postura apoyando la inclusión expresó la funcionaria al inicio del ciclo escolar ante la recomendación del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) sobre aceptar en las aulas a niños y niñas con el cabello teñido o largo.

Aunque no conoce el caso de Daniel, la Secretaria de Educación dijo que es un tema que se aborda ya a nivel nacional y en Nuevo León, dentro de la dependencia que dirige, hay una Unidad de Género escolar que puede ayudar a manejar el asunto en cualquier escuela.

“Nosotros como autoridad educativa tenemos que partir de los derechos humanos de los niños y niñas”, dijo.

La aceptación de la vestimenta en su secundaria es un pequeño pero significativo avance que alivia el estrés de madre e hijo, y es una pequeña victoria en lo que parece ser una lucha por la inclusión.  En la escuela de Daniel le dicen que es el primer caso de un niño transgénero, pero Ludy no lo cree.

“Creo que ha de haber más casos como él, pero no todos tienen la misma fortaleza para animarse a hablarlo”, comenta.

“Yo simplemente soy mamá. Amo a mis hijos y siempre les he dicho que yo les voy a apoyar mientras no dañen a otras personas”.

PARA PEDIR APOYO

Dirección de Igualdad de Género de la Secretaría de Educación del Estado.

Tel. 81-2020-5015 y 81-2020-5111

Correo: driig@uienl.edu.mx