
Lo que comenzó durante su adolescencia como una pasión por conocer destinos extraordinarios y salir de su zona de confort mediante los deportes extremos, Andrew Falasco lo convirtió en su profesión.
Este gusto por la aventura y la naturaleza es herencia de sus padres: ella, de origen inglés, y él, italiana, quienes fueron cautivados por México, su nuevo hogar cuando Andrew tenía 4 años de edad.

"Ascender el Kilimanjaro fue una recompensa intrínseca alimentada por un gran compañerismo”.
Roberto Gibbons

"Fue un abrir de ojos y una travesía que te nutre el alma. Viajar a otro continente es una experiencia única, tanto por la parte natural como cultural; la gente en Tanzania es muy amable".
Andrew Falasco

“De chico fui muy inquieto, recorrí con mis papás todo el País en coche, siempre me gustó explorar, acampar, hacer senderismo y varias disciplinas físicas”, dijo el nacido en Inglaterra.
Sin embargo, la experiencia que cambió su perspectiva de vida fue un campamento de supervivencia que realizó con un amigo mexicano en el norte de Escocia, cuando tenía 15 años.
“Fue el detonador, impulsó mucho mi gusto por las hazañas, puse a prueba mi paciencia y resiliencia a través de lo extremo; impulsados por ex militares, durante dos semanas estuvimos al límite”, recordó el empresario de 43 años.
“Nos levantábamos a las 5:30 de la mañana a nadar en agua fría, escalamos montañas y sobrevivimos en una isla desierta, nos aventaron de un barco, nadamos a la orilla y nos quedamos ahí por tres días”.

Luego de terminar la preparatoria en México, estudió Hotelería y Administración de Empresas en Les Roches Global Hospitality Education, en Suiza.
“Ahí tenía la oportunidad de hacer mucho hiking, luego comencé a trabajar en Hong Kong, Alemania, España y Nueva York, eso me alejó de la aventura, pero en vacaciones me iba a algún lugar natural”, platicó.
Después de estar por 12 años fuera de México, hace una década regresó a la Ciudad para continuar con lo que más le gusta, ahora con el apoyo de su pareja, Nunzia Rojo de la Vega, y el cariño de sus hijos, Emiliano y Nicolás.

A través de su firma Adventures Done Right, la cual creó poco antes de la pandemia junto a Roberto Gibbons, llevó a nueve aventureros a ascender la montaña más alta de África, el Kilimanjaro.
Durante siete días y a través de la ruta Lemosho, la comitiva nacional subió poco a poco el volcán que se eleva a 5 mil 895 metros.
“Comenzamos a los 2 mil metros, es un trayecto muy largo, pero sirve para aclimatarnos pues cada día llegas a un campamento, diario caminamos entre cinco y ocho horas”, explicó Falasco.
“El último día comenzamos a las 11 de la noche, caminamos a la cima siete horas, llegamos justo al amanecer, nos tocó muy buen clima, fue una maravilla”.


"Mis hijos todavía están chiquitos, Emiliano tiene casi 5 y Nicolás casi 3, los extraño mucho cuando salgo de viaje, pero pronto me los llevaré; por el momento, les comparto fotos y videos, se aprenden los nombres y los identifican en el mapa".
Posteriormente se fueron de safari al cráter de Ngorongoro, en donde observaron a la fauna salvaje beber del lago, después, a un par de horas encontraron el Parque Nacional de Tarangire, ahí convivieron con los nativos y así terminó la travesía de 12 días en Tanzania.