¿Qué es un artista? ¡Vaya pregunta! En los hechos, es un productor que plasma su imaginación en papel, arcilla o lienzo, obra que una vez terminada peregrina en busca de mercado.

La dinámica cambió con la expansión del PC. Acaso la escultura tradicional fue la única sobreviviente cuando el mundo notó lo que es posible hacer en una computadora, como escribir, dibujar, componer y diseñar. La técnica cambió, pero la meta de difundir la obra, vivir de eso, permaneció.

El internet y las redes sociales han reemplazado, en cierta medida, el poder de difusión de canales tradicionales como la prensa. Las nuevas herramientas crearon una marquesina mundial para los artistas, a cambio de sus datos personales y obras.

Andrea Chapela, escritora, e Hily Orozco, ilustradora y brand planner independiente, nos cuentan cómo emplean las plataformas digitales en sus trabajos.

Obra diversificada

Orozco, autodefinida como una creadora multisensorial, aprovechó su experiencia como maestra en artes visuales por la Universidad de Boston y ser responsable de marcas en agencias publicitarias, entre ellas la británica Ogilvy, para crear un negocio alrededor de su perfil de Instagram.

La imagen es el escaparate, pero lo que ella ofrece es el desarrollo de un concepto para sus clientes, desde exposiciones de arte, como el CowParade Lala CDMX 2023; portadas de libros como “Imperfecta y Feliz: Viviendo en libertad” de Ivonne Zarur; hasta logos, como el de la compositora Carla Merchant.

No abandonó la creación de ilustraciones hechas bajo encargo. Aún es posible solicitarle un cuadro o una imagen digital, pero no es su principal fuente de ingresos.

Los primeros pasos de Orozco datan desde 2015, año en que comenzó a subir contenido a Facebook, pero fue en 2022 que Hily se enserió y registró “Hilustradora” como su marca personal.

“Dije: bien, necesito una contadora, una abogada para registrar mi marca. Luego generé mi estrategia de negocio”, indicó.

Orozco empezó a subir ilustraciones en Instagram de forma orgánica, desde libres adaptaciones de Alicia del relato de Lewis Carroll, hasta imágenes de corazones conformados por un par de manos y su comunidad creció.

“La gente me ubicaba como ‘Hilustradora’ o como estratega de marca, pero no como ambas. Cuando decidí unir esos dos mundos generé una conexión más fuerte con mi público”, comentó.

Así, Instagram dejó de ser solo una galería para convertirse en una plataforma que la ayudó a posicionarse, conectar con clientes y abrirse paso.

Para ella, las redes sociales no son solo una exhibición para vender directamente, sino una plataforma de posicionamiento, un catálogo donde una persona muestra lo que sabe hacer.

Orozco reflexiona sobre el papel del artista actual. En su opinión, no se trata solo de crear, sino de entender cómo mostrar la obra y en dónde, porque cada red, sea Instagram, TikTok, YouTube o Facebook, funciona distinto; además de encontrar una audiencia y generar oportunidades. En suma, pensar en un ecosistema digital.

Escritura pixelar

Con menos color y más tinta negra, está Chapela quien, si bien vive de sus letras, no muy visuales por naturaleza, emplea las redes sociales como Twitter, ahora X, pero sobre todo Instagram, para difundir sus libros, así como cursos y talleres de escritura.

“Instagram es un gran lugar. Allí anuncio un taller y la gente se inscribe. Me ha servido mucho”, indicó Chapela.

Pese a ser una hija de la década de 1990, generación que vio florecer el universo digital y los beneficios que trajo, la novelista confiesa que usa las plataformas más a fuerza que por gusto. De hecho, creó su Instagram en 2021 tras descubrir un perfil que la usurpaba. No obstante, el internet fungió como una especie de maestro para ella.

Chapela descubrió su vocación antes de que la escritura se popularizara en sitios como Wattpad. Su primer acercamiento a la literatura fue a través de “Harry Potter”, tanto como lectora y escritora.

Fue en los foros digitales de Warner Bros., creados para la discusión de la saga, donde conoció el concepto de “fanfiction”: historias que los fans escriben para expandir sus universos narrativos favoritos. Con apenas 12 o 13 años, comenzó a publicar sus propios relatos en espacios como FanFiction.net, donde recibió retroalimentación de una comunidad de lectores y escritores.

“El fanfiction fue mi taller de escritura”, asegura.

 

En aquella época escribía de forma constante, con un calendario autoimpuesto para actualizar sus relatos y mantener un diálogo con sus lectores.

La disciplina adquirida la llevó a escribir su primera novela original a los 15 años, impulsada por un reto de su mejor amigo, quien la desafió al decirle que solo hacía “fanfiction” porque no podía crear algo propio.

Así nació “Vâudïz”, una tetralogía compuesta por “La heredera”, “El creador”, “La cuentista” y “El cuento”, cuyo primer tomo publicó en 2008 con 18 años. Hoy Chapela es una escritora multipremiada y en 2021 fue considerada en la lista de los 25 mejores narradores jóvenes en español de la revista Granta.

Recientemente, reveló en su Instagram la culminación de su último libro, “Todos los fines del mundo”, que verá la luz el 15 de abril próximo, noticia que fue bien recibida por sus seguidores.

La novelista afirma que las redes sociales son una especie de vínculo digital con sus lectores, aunque no está segura si su presencia en ellas marca la diferencia en la venta de su obra.

“Luego de un año te digo con este libro”, admite y ríe.

La tecnología ha cambiado la forma en que producimos y difundimos obras artísticas. Nuevas formas de vincularse con el consumidor y modelos de negocio se han sumado al arte gracias a plataformas digitales, pero la pasión por la creación, la creatividad, la imaginación, inherentemente humanas, siguen aquí, pese a la expansión inevitable de las máquinas.

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