01 Sofia

SOFÍA
Quiero empezar agradeciendo a Fer, a Camila, a Natalia, a Regina, a Pamela, a Vale, y a todas las personas que me mandaron mensajito porque me han dado la fuerza y seguridad de que no estamos solas en esto.
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Después de tantos años reprimiendo y guardando todo lo sucedido, hoy gracias a todas me siento preparada para hablar y todos se enteren de lo que realmente pasaba dentro de ese gimnasio KlassGym.
Siempre hubo esos “pequeños” detalles que pasaban dentro del gimnasio, tales como comentarios acerca del leotardo (porque no se nos permitía entrenar con licra), del no podérnoslo sacar así lo traigamos completamente metido (lo cual ya era incómodo para una niña menor de 10 años) el saber que él y los demás presentes en el gym estuvieran viendo nuestros glúteos, era algo que ya hacía sentirse expuesta y vulnerable.
Las veces que por “cuidarnos” tocaba nuestras partes íntimas, y pues sólo tocaba pensar que quizá era “normal”, o que no lo hacía con una mala intención cuando evidentemente ¡sí era así!
Como cuando siempre al saludar o despedirnos de él, como Pam lo menciona, siempre existía ese comentario de “salúdame bien” o “despídete bien”, para que le diéramos el beso en la comisura de la boca o casi a mitad de labios. El hacernos flex y abrirnos en el segundo piso, 1 por 1, para poder introducir parte de sus dedos pulgares en el interior del leotardo por la parte de nuestra ingle, y créanme que esto no es lo grave de la situación, esto son sólo “cositas pequeñas” que pasaban dentro de las instalaciones del gimnasio.
Lo que genuinamente causaba miedo y ansiedad era lo que pasaba por fuera. Me tocó pasar por esta situación en variadas ocasiones, en las cuales yo me iba a “dormir” y a altas horas de la madrugada él entraba a mi cuarto, y con su aliento apestando a alcohol, se acercaba a mi boca para buscar besarme y meter sus manos por debajo mi blusa, tocando mi pecho, o por debajo de mi short tocándome.
¿Yo qué hacía? Sólo me movía, como cambiando de posición estando dormida, para que él pensara que estaba despertando y saliera de mi cuarto, y funcionaba, pero claro que sólo un momento. Yo trataba de ponerme en una posición en la que pudiera taparme todo lo posible y que sus manos no estuvieran al alcance de ninguna parte íntima mía, además de taparme con la colcha, claro. Sólo tocaba esperar con el corazón y la respiración agitada sabiendo que en cualquier momento volvería a entrar.
Una vez que escuchaba la manija de la puerta del cuarto, sólo apretaba los ojitos y respiraba profundo esperando ver, o más bien sentir que sería lo que ahora buscaría tocarme o hacer. Eran entradas y salidas rápidas (no más de 2 minutos) que claro que se sentían como si fueran horas, y yo sé que hay y habrá mil preguntas y suposiciones, yo sólo busco en este espacio poder desahogarme y abrirme un poco sobre lo que viví y aguanté por años, por miedo y vergüenza a hablar, pero no más, esto NO DEBIÓ NI DEBERÍA SEGUIR PASANDO.
Esto es un poco de mi historia y les agradezco a todas por darme esta fuerza y valentía de poder contarlo”.
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