Coaliciones confunden a votantes
Por primer vez me tocó ser funcionaria de casilla, fui nombrada presidenta por el INE, un ejercicio por el que muchos ciudadanos deberíamos pasar.
Para empezar, como vimos en las noticias, muchos de los capacitadores, quienes son el enlace entre los funcionarios de casilla y el INE, renunciaron. Días antes de las elecciones, varios funcionarios renunciaron y solo quedamos cuatro, cuando al menos deberíamos ser cinco, sin contar a los tres suplentes.
[show_more color=»#612886» more=LEER MAS» less=MENOS]El día de las elecciones, las capacitadoras del INE que supervisaron las casillas de la zona nos dijeron que no podíamos abrir hasta no completar cinco personas. Se invitó a quienes hacían fila y nadie quiso participar, al contrario, estaban enojados porque según escucharon en los noticieros de televisión, las casillas abrirían a las 7 de la mañana, cuando en realidad el horario correcto era de 8 de la mañana a 6 de la tarde.
La falta de una persona implicó un retraso de una hora en la apertura, que fue cuando convencimos a las del INE que nos permitiéran echar a andar la casilla. En toda la jornada nos faltó una persona y aunque eso no detuvo la labor de los funcionarios, sí impactó en el ejercicio.
Por último, en el coteo de votos nos dimos cuenta que las coaliciones confunden a los electores, pues seleccionaron candidatos que no forman una coalición y esos votos tuvieron que dirigirse al grupo de nulos.
En cada una de las elecciones se señalan los retrasos en la apertura de las casillas, el conteo de votos, pero los ciudadanos muchas veces no están familiarizados con el funcionamiento.
Simplemente, es muy difícil que ocurra un fraude cuando los representantes de los partidos están presentes vigilando cada movimiento, especialmente el conteo.
Valdría la pena fortalecer y actualizar el sistema del INE para que sea cada vez más ágil y menos arcáico.
Teresa Martínez
Guadalupe
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Una jornada diferente
Domingo 2 de junio, había programado el despertador a las 06:15 de la mañana porque tenía una cita una hora después.
Finalmente, por primera vez en mi vida, había sido seleccionado para ser funcionario de casilla en las elecciones federales y estaba realmente emocionado. A mis hijos y esposa ya les había tocado participar en algún momento y era algo que secretamente les envidiaba.
En los días previos había recibido capacitación presencial, así como virtual, aprovechando las bondades de la tecnología y recordando mis días como empleado de sistemas en el mejor banco del mundo (por lo menos para mí); con todo y eso, sentía cierto nerviosismo o quizá la adrenalina ya empezaba a hacer de las suyas.
[show_more color=»#612886» more=LEER MAS» less=MENOS]Por supuesto que me levanté mucho antes de que sonara el despertador y me preparé rápidamente; tenía pensado comer un refrigerio antes de salir pero los nervios ya no me lo permitieron y a las 7 en punto me dirigí a mi casilla, ubicada a no más de 100 m en las instalaciones de una escuela que está en la colonia donde tengo mi domicilio. Al llegar vi que a la entrada había mucha gente y pensé que seguramente aún no había llegado la persona que abriría el inmueble. Para mi sorpresa, tuve la entrada libre como funcionario… ¡el grupo que estaba afuera eran personas que ya estaban esperando que se abrieran las casillas!
En las instalaciones del colegio todo era tensión, pero aunque ya estábamos completos los miembros de las tres casillas que ahí se instalarían, teníamos instrucciones estrictas de no iniciar con los preparativos correspondientes antes de las 07:30. En ese momento la señora Carmen, miembro de nuestro equipo, exclama: en la hielera blanca hay agua para que la tomen sin preguntar cuando lo necesiten (shulada de señora). Nos dan el banderazo de arranque y todo es un mundo de actividad: Tomás, entregando el material a utilizar y supervisando y apoyando el proceso; Eduardo, José y Omar armando las mamparas y las urnas y Carmen y yo elaborando las actas de apertura de la jornada electoral y recibiendo (y contando) las boletas correspondientes para la votación de Presidente, Senado, Diputación federal, Diputación local y Ayuntamiento -Monterrey-; eran 735 folios para cada caso, así que había que certificar más de 3,500 boletas. No tuvimos problemas mayores pero aún así el proceso de preparación nos llevó casi una hora. Finalmente la votación se abrió por ahí de las 08:35, ya que aunque nosotros estuvimos listos un poco antes, las tres casillas debíamos abrir al mismo tiempo. Ahora entiendo mejor y me arrepiento de mis enojos cuando, solo como votante, me molestaban los retrasos en las aperturas de casillas.
Llegó el momento de recibir a la primera persona, una señora muy amable que nos comentó que tenía hora y media esperando pero igual fue muy paciente, porque aunque teníamos la teoría sobre el procedimiento, la verdad no era nada sencillo arrancar hoja por hoja las boletas y luego, para acabarla, al ser nuevo el marcador con la tinta indeleble para el dedo, tardó un momento en activarse, quizá solo unos instantes pero a nosotros se nos hizo una eternidad y ya estábamos buscando un plan B.
A partir de ahí nos fuimos relajando mentalmente y todo comenzó a marchar un poco mejor, pero sobre la marcha vimos que si nos apegábamos a que cada quien hiciera solo su parte iba a ser imposible que todo fluyera con la celeridad requerida, así que nos pusimos las pilas para ayudarnos entre todos y también para optimizar los flujos: en lugar de una, hacer tres filas; que el escrutador verifique que la gente esté formada de acuerdo a su apellido, etc. Esto fue particularmente útil cuando alguien de nosotros se tenía que ausentar temporalmente, ya fuera una escala técnica, ingerir algún alimento o por alguna otra razón.
En la capacitación nos habían dicho que habíamos tenido suerte porque nuestra casilla iba a estar en un lugar cerrado y con clima, lo cual nos alegró bastante; sin embargo, ya en la práctica lo cierto es que el aire acondicionado estaba en los salones y nosotros estábamos en el patio, donde el techo era un domo de plástico que provocaba que se concentrara el calor, complicando la situación la gran cantidad de personas que se encontraban ahí. Sin embargo, la verdad es que con tantas ocupaciones ni tiempo tuvimos de quejarnos por las condiciones.
Desde que abrimos prácticamente no tuvimos tiempos muertos y todo fue “hora pico”. Para mí fue muy emocionante ver la gran cantidad de personas que llegaban. Cierto, hubo gente que a lo que iban y se marchaban sin decir ni pío, o quienes, fastidiados por la larga espera en las filas (supimos que algunos duraron hasta dos horas esperando su turno) por ahí mostraban su enojo con sus actitudes y hasta algún improperio, pero hubo más, muchísimas personas más, que a pesar del calor y la espera nos saludaron con gusto y tenían hermosas palabras de agradecimiento y bendiciones para nosotros (todavía me emociona recordarlo). Mención especial merece la señora que se tomó la molestia de llevarnos unas bebidas rehidratantes preguntando tímidamente si se las podíamos aceptar, “están cerradas y frías”, todavía dice. La mía fue de limón y me cayó de perlas.
Igualmente, me encantó saludar a gente que, a pesar de ser vecinos teníamos un rato sin vernos o a otros que sí veo más seguido hacerlo en otras circunstancias. Me dio mucho gusto atestiguar la primera votación de la vecinita de al lado (ahijada de mi hija), que llegó acompañada de su papá. Está también el caso del vecino que saludo seguido, pero lo hago de forma genérica porque no sé cómo se llama y me da pena preguntarle, pero que ahora ya vi que es Gregorio Rogelio, así que en adelante ya le hablaré por su nombre.
No faltó, por supuesto, el caso del famoso del barrio que al ir a votar todo mundo, incluyendo personal del INE, le pidió fotos y él amablemente accedió a ello, cuando yo creí que era más arrogante; prejuicioso que es uno, pues.
Atestigüé, igualmente, el caso de la señora que llegó con su bebé de brazos y que durante las maniobras para votar la capacitadora del INE le sostuvo a la criatura. O los señores ya mayores y hasta enfermos que con muchas dificultades llegaban muy propios para ejercer su derecho. Tuvimos igualmente seis casos de personas que, por edad, enfermedad o alguna discapacidad, les fue imposible llegar hasta la casilla pero desde las afueras mandaron su credencial y aviso para llevarles la mampara móvil hasta su automóvil y que ahí pudieran votar.
Hubo también varios padres de familia que preguntaban por las casillas infantiles y que, al no haber, pidieron que también pintáramos el dedo de sus hijos. De verdad que era imposible no emocionarse con tanto.
Por ahí después de las 17:15 empezó a bajar el flujo y fue cuando aproveché para hacer una pausa para ir al baño, comer un baguette que nos habían traído y echarle un ojo al celular por si había alguna urgencia. Lo más importante era un mensaje de mi hijo que me preguntaba cómo iba… ¡tres horas antes! A las 17:58 pasé a la casilla de enfrente a ejercer mi propio voto y ahí verifiqué que ya habían votado mis hijas también. Después supe que cuando fueron iban a pasar a saludarme pero se abstuvieron para no distraerme (cueras ellas).
18:02, cierre de votaciones y se viene lo más pesado del proceso. Eran las 21:00 horas y todavía ni siquiera empezábamos a contar. Es realmente increíble todo lo que hay detrás después de una votación: desmontar, contar y cuadrar boleta por boleta (literal), levantar actas y hacer paquetes, y eso hablando de macro actividades, pero es un largo etcétera de puntos a cubrir. Por ahí recibí un mensaje de mi hija avisando que me habían dejado cena en el comedor para cuando terminara. Ella ya ha sido presidenta y sabía lo que me esperaba.
Por fin, al filo de las 02:30, exhaustos y acalorados, terminamos a satisfacción de todos y cargamos en una camioneta el último paquete para que se concentrara para el recuento general. A esa hora hasta los policías que iban a resguardar el vehículo estaban impacientes.
02:35 horas, ya en casa, guardé mi cena en el refri (sí tenía hambre, pero era mucho más mi agotamiento), encendí el aire acondicionado de la recámara y adolorido del cuerpo pero exultante del espíritu abracé mi almohada y ya no supe más.
Al momento de redactar estas líneas, casi tres días después, aún me duele el cuerpo, pero me sigo emocionando al recordar la experiencia. Y sí, fue una jornada diferente.
Rafael Romero
Monterrey
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Fue alentadora la participación ciudadana
Hace tres años comenté en este mismo medio sobre mi primera experiencia como funcionario de casilla, la cual concluí comentando que a pesar de lo intenso y cansado que fue esa jornada con gusto lo haría de nuevo, y hoy me da satisfacción haberlo hecho nuevamente, esta vez como voluntario tras la dificultad que tuvo el INE para armar las mesas con los primeros que fueron convocados.
Debo decir que entre la eficiencia y energía de las jóvenes escrutadoras, la experiencia y buen juicio de la presidenta y de la segunda secretaria, aunado al buen trabajo y tiempo que dedicó nuestra CAE del INE en capacitarnos durante tres domingos previos a las elecciones, las cosas fluyeron mucho mejor que hace tres años en esa misma casilla.
[show_more color=»#612886» more=LEER MAS» less=MENOS]En menos de una hora terminamos de armar todo y ya para las 8:30 pasó la primera persona a emitir su voto.
Dada la gran cantidad de gente que deseaba votar lo más temprano posible se formó una muy larga fila, pero se movía de manera ágil y ya a partir de medio día quienes acudían a votar no hacían fila. Aún así el porcentaje de participación en la casilla fué cercana al 80%.
Al igual que en mi experiencia anterior fue muy alentador ver la gran participación ciudadana, muchos papás que llevaban a sus hijos pequeños para enseñarles con su ejemplo la importancia del voto, adultos de edad muy avanzada que a pesar de sus dificultades para moverse ahí estuvieron, y muy gratificante recibir las palabras de agradecimiento de muchos, incluso hubo un votante que regresó a los 20 minutos de haber votado con frapuchinos de una conocida cadena de cafeterías canadiense para todos los funcionarios, un gesto muy conmovedor.
La casilla cerró a tiempo y ya para las 9:30 pm ya habíamos terminado de contar los votos y llenado todas las actas, todo en orden sin ninguna inconformidad de parte de los representantes de los partidos políticos.
Lo único negativo respecto a hace tres años fue que ahora los funcionarios no podíamos llevar los resultados directamente al CEE o al INE, sino que había que esperar a que la CAE se los llevara, y como se demoró en otra casilla que atiende tuvimos que esperar hasta las 2 am. para terminar con el proceso.
Cabe señalar que este cambio en el proceso demoró la actualización del PREP para muchas casillas, sobre todo las de mayor participación.
En general fue una muy buena experiencia que a pesar de los inconvenientes, deja una gran satisfacción ser una parte pequeña pero importante de un gran esfuerzo ciudadano.
Al margen de los resultados de la elección, que no fueron los que muchos deseaban, cabe señalar que la democracia la hacemos todos con nuestra participación, y mientras nos importe y sigamos participando activamente nadie nos la va a quitar.
Dennis Muzza de Keratry
San Pedro
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Odié tanta burocracia y complicaciones
Mi experiencia como funcionario de casilla es la siguiente: fui seleccionado como secretario y todo nuestro equipo asistió a la capacitación previa y no faltaron el día de las elecciones, abrimos la casilla a tiempo 8:20 de la mañana porque es imposible arrancar antes, ya que el reglamento pide comenzar a armar la casilla a las 8 de la mañana después de haber contado todas las boletas.
La gente no sabe esto y piensan que la demora es por culpa de los funcionarios. Todo el proceso de votación fue muy agil, nos organizamos bien para repartir responsabilidades, todo a la vista de los representantes de los partidos.
[show_more color=»#612886» more=LEER MAS» less=MENOS]El problema viene después del cierre de casilla, todo el proceso de conteo delante de los representantes de partidos es sumamente lento, es urna por urna, se llenan muchas actas, muchas firmas, muchas copias ilegibles y documentos que son bastante complicados de entender por parte del INE y como el representante del INE anda visitando varias casillas, prácticamente esto se hace solo y se discipan dudas como se puede.
Todo el proceso termina con el llenado de los resultados y colocar la manta fuera de la casilla, terminamos a las 2:00 de la mañana.
El sentimiento es bastante ambiguo, por una parte sientes una gran orgullo servir a tu país en este proceso cívico y por otra parte terminas odiando tanta burocracia y complicaciones que pide el INE para el llenado de los resultados, que pudiera ser mucho más simple y bien explicado, además de que la paga por esto es una grosería y les pagan más a los representantes de partidos, lo cual no veo justo, si el INE pagara mucho más a los funcionarios de casilla, no habría tanta deserción como lo hay actualmente.
Por esto es una grosería y les pagan más a los representantes de partidos, lo cual no veo justo, si el INE pagara mucho más a los funcionarios de casilla, no habría tanta deserción como lo hay actualmente.
Jesús Pequeño
Santa Catarina
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