A pesar de ser las calles del Centro de la Ciudad, éstas lucen deterioradas por la falta de mantenimiento en la carpeta asfáltica.

Baches, grietas en el asfalto y hasta alcantarillas hundidas, entorpece a diario la circulación vial, genera daños en los vehículos y hasta riesgos para los automovilistas.

Los daños se identificaron principalmente en calles como Washington, Padre Mier, Matamoros, Zaragoza y Juan Ignacio Ramón.

También en arterias como Vicente Guerrero, Naranjo, Serafín Peña, Madero, 5 de Mayo, 15 de Mayo, entre otras.

En la calle Washington los daños son múltiples, y se extienden desde Félix U. Gómez hasta Venustiano Carranza.

 Las fallas en la carpeta asfáltica van desde pequeñas grietas en el pavimento hasta baches de medio metro que tienen meses sin ser intervenidos por el municipio regio, tras los primeros cinco meses de la nueva Administración que encabeza el Alcalde priista, Adrián de la Garza.

Por ejemplo, en Washington y Ramón Corona hay un bache de casi un metro de largo por medio de ancho.

Los automovilistas que circulan por el sector suelen esquivar el bache, sin embargo, invaden el carril aledaño, generando riesgos de una posible colisión.

 “Ese bache empezó de poquito en poquito hasta que se hizo más grande”, señaló el vecino Javier Alanís, “pero ya tiene unos tres meses así de ese tamaño”.

“Siempre hacen el recarpeteo cuando no se ocupa, y ahora nada, siempre es lo mismo”.

Los automovilistas también tienen que lidiar con alcantarillas hundidas en diversas calles, como en Zaragoza, unos metros antes de llegar a Padre Mier.

En ese punto se observa la tapa de concreto de la alcantarilla, hundida unos 15 centímetros, lo que provoca que las llantas de los autos topen con el borde de cemento.

También en Juan Ignacio Ramón se observó uno hasta un metro de largo, entre Emilio Carranza y Escobedo.

En Matamoros, entre Valentín Gómez Farías y Florencio Antillón, se observan múltiples daños en la calle.

Según los vecinos, los daños son generados por el paso de unidades de carga pesada que dejan material en un edificio en construcción identificado como Vía Zócalo, además del agua que todas las noches bombea el desarrollo multifamiliar a la calle.