“Yo voy a ser atleta”.
Fue la frase que Bárbara Ocegueda se repitió una y otra vez, pese a las adversidades que ha enfrentado en su vida.
A los 6 años empezó su historia en el Code Jalisco, a donde acudió para practicar natación, siguiendo la recomendación de sus terapeutas para superar su timidez y las dificultades de lenguaje.
Un año más tarde, “Barbie”, como le dice su familia, ya estaba también en los clavados, aunque poco después decidió iniciar en el pentatlón.
Sin embargo, a los 8 años se animó a incursionar en el esgrima. Aunque no fue nada fácil, supo que esa era la disciplina indicada para ella. Su constancia comenzó a rendir frutos y las medallas empezaron a adornar las paredes de su cuarto.
Todo iba viento en popa, pero en 2020, días después de aplicarse la vacuna contra la influenza, Bárbara desarrolló un extraño cuadro médico que le provocó fiebre alta y debilidad, llevándola a la postración en un hospital.
En poco tiempo, la situación empeoró. Su cabeza le dolía, la luz le molestaba, perdía la vista y el habla, mientras las cuentas por su atención médica crecían exorbitantemente.
Surgió un nuevo temor: la posibilidad de que se tratara de un tumor cerebral. Sin embargo, tras varios estudios, esta hipótesis fue descartada.
Semanas después de su ingreso al hospital, especialistas detectaron que se trataba de una neuritis en el cerebelo, fuertemente asociada a la vacuna que se había aplicado.
Y el caso de Bárbara no fue el único.
“Nos dijeron que ese lote de vacunas se retiró porque a otro muchacho de ciclismo le pasó lo mismo que a Bárbara. Estábamos pensando en demandar al Gobierno, pero ya no, yo lo único que quería era que mi hija se curara”, comentó su madre, Érika Velasco.
El deseo de volver a las competencias llevó a “Barbie” a tomar terapias para recuperar la movilidad.
Luego de meses, regresó al Code, aunque con muchas dificultades. Aún le costaba trabajo respirar, debía ser auxiliada para entrar a la alberca porque había perdido fuerza y masa muscular, además de no poder correr y vomitar constantemente si se esforzaba.

"El deporte, las ganas de querer entrenar, de competir, eso fue lo que más me ayudó a salir de la enfermedad, a recuperarme. También mi familia, principalmente mi mamá, porque lloraba mucho y eso me tenía muy triste a mí también. Cuando todos mis compañeros del equipo se iban a competir y yo me quedaba en mi casa porque no podía ni caminar, eso fue muy triste para mí".

En los momentos más duros de su recuperación, Bárbara llegó a pensar que por su enfermedad su vida cambiaría drásticamente, pero ni siquiera eso la detuvo.
“Me voy al deporte adaptado, mami”, llegó a decir.
No obstante, en 2022, ya con 11 años y plenamente recuperada, continuó abriéndose paso en clasificatorias, desafiando los pronósticos de varios doctores que daban por hecho que su movilidad no volvería a ser la misma de antes.
“Yo como mamá me sentía de lo peor, de lo más malo del mundo y decía: ‘¿por qué traigo a mi hija a esto?, ella debería de estar en casa’, la verdad me sentía muy mal. Pero la llevamos porque era mucha sus insistencia”, afirmó su mamá Erika.
Ese año fue a Mexicali y en sus primeros Nacionales Conade, ganó dos oros y una plata en esgrima.
Su logro se repitió en 2023 y 2024, colocándose por tercer año consecutivo como la mejor del país en su categoría en esgrima. En 2023, acudió a los Juegos Panamericanos Infantiles en Uruguay, donde alcanzó el quinto lugar.
Sus maestros del Code aplauden la constancia, el compromiso y el ímpetu de Bárbara, cualidades que la llevaron a conquistar nuevos éxitos.
Este año, en los Nacionales Conade, “Barbie” alcanzó tres medallas: el oro en espada individual; el oro en equipo femenil espada en la categoría 14 y 15 años junto a Dasha Villa, Areli Ramírez y Alexa Zuno; y la plata en estafeta junto a Paulina García, Alexa Zuno, Jared Canales, Ethan Pérez y Marco Águila.

Información: Ramón Oseguera
Fotos: Facebook y Cortesía
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