I. BARRIO ANTIGUO-SANTA LUCÍA

I. BARRIO ANTIGUO-SANTA LUCÍA

Los regios probablemente conocen al Barrio Antiguo y a Santa Lucía como la agradable zona con restaurantes y centros nocturnos, pero el 21 de septiembre de 1846 los estadounidenses no encontraron negocios con puertas abiertas.

Los extranjeros estaban entrenados para combatir a campo abierto, manteniendo en todo momento sus formaciones cerradas, pero en esta área cercana al corazón de Monterrey encontraron calles angostas que los obligaron a romper filas.

Mientras tanto, los mexicanos estaban listos para mantener el control de los fortines Tenerías y del Diablo, dice el historiador Morado.

El primero estaba ubicado en Washington y Héroes del 47, mientras que el segundo se localizaba en Platón Sánchez y Jesús González Ortega, añade el especialista, autor de la primera tesis doctoral sobre la Batalla de Monterrey.

"Otro punto férreamente peleado entre las tropas es el Puente de la Purísima, en Diego de Montemayor y 15 de Mayo, justo detrás del Museo de Historia Mexicana. Ahí estaba la (imagen de la) Virgen de la Purísima, protegiendo a los soldados", apunta.

La decisión de Taylor de hacer a esta zona un campo de batalla es descrita por García como fatal. Los mexicanos asediaron a los invasores desde los techos de los edificios, provocándoles cerca de 400 bajas entre muertos y heridos.

Fue el día más negro del enfrentamiento para los estadounidenses. "El ataque quedó fuera de control y comprometió a las tropas. Hubo desorganización, caos. El ejército americano estuvo en medio de un mortífero fuego cruzado. Fue un costosísimo mal cálculo estratégico", señala García.

Pero al final, el error del general no importó, porque justo en aquel momento los estadounidenses montaron un ataque que transformó el rumbo de la batalla.
II. SAN JERÓNIMO-LOMA LARGA

II. SAN JERÓNIMO-LOMA LARGA

Taylor ganó el crédito del victorioso asedio de Monterrey, pero el cerebro de la operación tiene otro nombre: William J. Worth.

A diferencia del primero, quien aprendió el arte de la guerra en la práctica, Worth fue profesor de la ahora prestigiosa Academia Militar West Point. Este entrenamiento profesional le dio acceso a las aplicaciones militares de vanguardia.

Tuvo la idea de llevar a sus hombres lejos del área habitada de la Ciudad, una zona hoy transitada por miles: Gonzalitos, cerca de Galerías Monterrey y Doctors Hospital.

A las 6:00 de la mañana del 21 de septiembre, mientras sus compatriotas eran masacrados por los mexicanos, Worth enfrentó a las tropas apostadas en esta área al poniente de la Ciudad. La artillería móvil de los invasores fue determinante para aplastar a los locales comandados por el coronel Juan Nájera.

No contentos con ganar el terreno, los foráneos avanzaron hasta llegar a la Loma Larga, zona con dos fortines: Soldado y Federación. Al caer la noche, ambos eran controlados por extranjeros.

Fue un golpe militar de gran ingenio que aisló a Monterrey, añade García, también maestro de la UDEM.

"La Loma Larga mira hacia el camino a Saltillo. Entonces, cualquier fuerza que viniera de ahí o desde el centro, desde San Luis Potosí, por ejemplo, podría ser detenida gracias al control de los puntos", indica.
III. OBISPADO

III. OBISPADO

De acuerdo con documentos de la época, a las 3:00 de la madrugada del 22 de septiembre los norteamericanos atacaron el fortín Libertad, construido en la loma donde hoy ondea la macro Bandera de México.

Aún no llegaba el mediodía cuando este sitio de defensa estaba en manos del enemigo. De ahí no tardaron en tomar el aledaño Obispado, dice García. La victoria del invasor era inevitable.

"El 23 de septiembre, los estadounidenses descendieron del Obispado, abriéndose camino por las casas con hachas y picos. Esto lo hicieron para salir de las calles, evitando el fuego cruzado y atacando a las unidades del ejército mexicano", asegura el investigador.

El especialista Morado invita a pensar en la difícil decisión que Pedro Ampudia hizo aquel día.

"La Catedral era el lugar utilizado por el ejército mexicano como almacén de pólvora y municiones. Durante los combates de días pasados, (el templo) estaba fuera del alcance de la artillería estadounidense, pero al llegar al Centro de la Ciudad era otra historia.

"Si las balas tocaban (la Iglesia) la pólvora seguramente explotaría, convirtiéndola en una enorme desventaja. Por esto, cuando Ampudia vio que la Catedral estaba en riesgo, dijo que era momento de negociar".
IV. Y AL FINAL…

IV. Y AL FINAL…

Al amanecer del 24 de septiembre se oyeron algunos disparos, pero poco después declararon el alto al fuego: una bandera blanca se izó en la Plaza Mayor (hoy de Zaragoza), en el lado controlado por los defensores.

Para el final de la Batalla, cerca de mil estadounidenses y mexicanos resultaron muertos o heridos. Por la tarde, las partes negociaron la capitulación de Monterrey, que no es lo mismo que una rendición, añade Morado.

"Esto quiere decir que dejaron salir al ejército mexicano íntegramente, con banderas desplegadas, lo cual no es cosa menor porque las tropas pudieron haber sido aniquiladas en su totalidad".

Los derrotados se retiraron a la línea de la Rinconada, Linares y San Fernando Presas, mientras que los invasores quedaron apostados en la capital nuevoleonesa.

Morado afirma que los extranjeros eligieron como sitio de campamento una zona fresca, arbolada y con acceso a agua: el Bosque del Nogalar, en el actual San Nicolás. Hasta hicieron un cementerio, hoy desaparecido, para enterrar a los caídos.

La presencia estadounidense en Monterrey duraría cerca de dos años. La recuperación de la Ciudad tardaría más tiempo.