LOS PRIMEROS AÑOS

Hablar de Carmen Salinas Lozano, es hablar de un personaje clave en el espectáculo mexicano, ya sea por la infinidad de películas y telenovelas que conformaron su cuerpo artístico (más de 150 créditos en cine y TV, de acuerdo con el portal IMDB), o porque siempre tuvo una opinión jocosa sobre prácticamente cualquier tema o problemática nacional.

Y es que, si de algo se pudo jactar la actriz, es que desde el inicio de carrera nunca tuvo miedo de alzar la voz, de decir lo que quería y de seguir su corazón, ya sea en lo personal o en lo profesional.

Oriunda de Torreón, Coahuila, la actriz, productora, escritora y comediante supo desde pequeña que quería dedicarse a las artes. Cuando cursaba la primaria en la Escuela Alfonso Rodríguez, Carmen tuvo sus primeros acercamientos con el mundo del espectáculo, pues participó en concursos de talento y cantó en varias ocasiones con su hermana Josefina en programas de radio.

A los 14 años, en 1953, debutó en el mundo del humor haciendo imitaciones en diversos teatros de revista de la Ciudad de México. En esa época conoció al productor Carlos Amador, entonces dueño de la revista Tele Guía, quien le ofreció sus primeros trabajos musicales y cómicos al lado de artistas como Pedro Vargas, Ana Bertha Lepe, Los Xochimilcas y Rosa de Castilla.

DESTINADA AL ÉXITO

Tras un regreso a su natal Torreón impulsado por la nostalgia de haber abandonado a su familia, Salinas continuó de forma intermitente con su carrera en las tablas durante una década, donde trabajó en centros nocturnos y en montajes escénicos. También se destacó en programas como Cómicos y Canciones, al lado de Viruta y Capulina, y La Hora Bacardi, de Paco Malgesto.

Tras destacar en carpas y en producciones cómicas en varias partes del país, la actriz finalmente da el salto a la actuación profesional cuando Ernesto Alonso la contrata para participar en la telenovela La Vecindad (1964), a la cual le siguieron roles en La Razón de Vivir, Frontera y La Sonrisa del Diablo, melodramas que comenzaron a encumbrarla.   

En 1970 entró al cine de la mano de Roberto Gavaldón, en el filme La Vida Inútil de Pito Pérez, al lado de estrellas como Ignacio López Tarso, Lucha Villa y Lilia Prado. A partir de ese momento, Salinas fue una figura constante y vital en el cine mexicano, participando en poco más de 100 producciones hasta la fecha.

DUEÑA DE LA PANTALLA

Sus créditos abarcan una gran cantidad de géneros, aunque se destacó más en comedias y melodramas, trabajando al lado de luminarias de la talla de Marga López, Héctor Suárez, Alfonso Arau (con quien forjó una gran amistad), Emilio “El Indio” Fernández, Adalberto Martínez “Resortes” y Norma Lazareno.

Uno de sus papeles más icónicos, el de la borrachita mal hablada “La Corcholata”, apareció por primera vez en Bellas de Noche (1975), de Miguel M. Delgado, done actuó junto a Jorge Rivero, Sasha Montenegro, Rafel Inclán y Pancho Córdova. Repitió con éxito el rol dos años después, en la secuela Las Ficheras.

Gracias a la aceptación de su personaje y estilo de comedia, desgarbado y sin filtros, Salinas empezó en esta época a participar cada vez más en cintas pícaras y urbanas conocidas como “sexy comedias”, lo que después se convertiría en el infame “cine de ficheras”, como Albures Mexicanos, de Alfredo B. Crevanna; Noches de Cabaret, Las Cariñosas y Muñecas de Media Noche, todas de Rafael Portillo; El Sexo Sentido, de Rogelio A. González, y ¡Que Viva Tepito!, de Mario Hernández, entre muchas otras.

Al mismo tiempo, experimentó con papeles un poco más dramáticos bajo la dirección de cineastas como Roberto Gavaldón, Alberto Isaac, Ismael Rodríguez y Arturo Ripstein, en películas como Doña Macabra, El Rincón de las Vírgenes, Ratero y El Lugar Sin Límites, obteniendo generalmente buenas críticas de los expertos y del público.

Sin embargo, para la década de los 80, su nombre ya estaba directamente ligado al cine cómico nacional, que seguía la misma fórmula de varios de sus grandes éxitos comerciales: albures, mujeres guapas, galanes improbables y una trama desfachatada. De esta era salieron cintas como la trilogía de La Pulquería, El Rey de los Albures, Huevos Rancheros, Las Modelos de Desnudos, Se me Sale Cuando me Río, Las Vedettes y Piernas Cruzadas, Pancho Cachuchas y Goza Conmigo, entre muchas otras.

Los 80 fueron sus años más prolíficos, al grado de participar en hasta 10 producciones cinematográficas en un mismo año; no obstante, el “cine de ficheras” mostraba un declive en el gusto del público, por lo que para los 90, Salinas rescató sus dotes dramáticas (pero siempre con un toque de picardía y rebeldía) en filmes con nuevos talentos detrás y frente a las cámaras.

Fue así que inició la década participando en cintas como Danzón, de María Novaro; Ciudad de Ciegos, de Alberto Cortés; Justicia de Nadie, de Rafael Montero; Reclusorio, de Ismael Rodríguez, y Todo el Poder, de Fernando Sariñana.

También marcó su regreso de lleno a la televisión, el cual sigue nutriendo hasta la fecha, con papeles de reparto en telenovelas como María Mercedes, María la del Barrio, La Antorcha Encendida, Mi Pequeña Traviesa, Entre el Amor y el Odio, Velo de Novia, Mujeres Asesinas y Hasta que el Dinero nos Separe, entre otras.

Tuvo un ligero roce con Hollywood con la cinta Hombre en Llamas (2004), donde pudo compartir cuadro con Denzel Washington. Posteriormente colaboró en cintas nacionales taquilleras que dieron de qué hablar en el extranjero, como Bajo la Misma Luna, La Otra Familia y Labios Rojos. Su último crédito registrado es en la esperada cinta The Valet, dirigida con Richard Wong, y que la unirá de nuevo a Eugenio Derbez, con quien ya trabajó en La Familia P.Luche. Su estreno está programado para 2022.

TODA UNA AVENTURERA

Reconocida en todo México e insignia del cine nacional, Carmen decidió experimentar por primera vez como productora teatral con la obra Aventurera, en 1997, montaje musical que se extendió por poco más de 10 años, realizando más de 2 mil 500 funciones por toda la República y presentándose en lugares como Nueva York y Los Ángeles.

Además de abrir su propio estudio de grabación, recibir varios reconocimientos por sus obras de teatro, como por Cada Quien su Vida, Salinas también desarrolló una carrera política durante varios años, la cual no estuvo exenta de polémica

En 2015, la actriz logró el puesto de diputada en la LXIII Legislatura, por parte del Partido Revolucionario Institucional, participando en las comisiones de Igualdad y Género, Radio y Televisión y Salud. A sus 82 años, la actriz continúa inmersa en la política.

EL LADO B

Tras un largo periodo de éxitos, Salinas decidió suspender su carrera un tiempo en 1993, cuando su hijo, Pedro Plascencia, fue diagnosticado con cáncer, mismo que le arrebató la vida en abril de 1994. La actriz quedó devastada con esta pérdida.

“Pedrito”, como le decía de cariño, fue resultado del amor con su esposo, el compositor y músico Pedro Plascencia Ramírez, con quien tuvo una relación de 1956 hasta 1994, cuando fallece. Con él tuvo otra hija, María Eugenia; sin embargo, en 2011 confesó que antes de que llegaran sus hijos sufrió cinco abortos cuando era adolescente (se casó a los 16 años). A la fecha, Carmen tenía siete nietos.

Desde que se involucró en la política, la estrella fue duramente criticada por ser la diputada con el menor grado de estudios en la legislatura, pues sólo cursó la primaria. En otra ocasión, se burló de su cargo al decir que ganaba muy poco dinero, algo que no fue bien visto por el público, consciente de los altos salarios de los diputados en México.

Asimismo, acostumbrada a siempre dar su opinión, sin filtros, varias declaraciones de la actriz se han vuelto virales con el tiempo, como cuando culpó a los habitantes de China por la actual pandemia del coronavirus, asegurando que esta tragedia se debía a que ellos “comían gatos y perros”, comentarios que le trajeron varias críticas.

Pese a estos momentos de tristeza y polémicos, Salinas supo mantenerse vigente a sus 82 años, y a lo largo de casi siete décadas en el espectáculo, durante los cuales fue arropada por el público y reconocida por la industria (ganó siete Diosas de Plata; cinco por diversas actuaciones en cine, y dos por su trayectoria artística).