Con una mañana de ejercicio intensivo, Andy Tabachnik recibió a workout lovers en las instalaciones de la firma que
dirige, luego de que el confinamiento la obligara a cerrarlas indefinidamente.

“Por fin podemos abrir después de un año de pandemia; es un logro, pero sobrevivimos gracias a los que siempre me apoyaron, no obstante, lo más importante es encontrar un aprendizaje frente a las dificultades”, expresó la amante del fitness y nieta de la historiadora Raquel Bessudo.

“Hay que aprender a reconocer y diferenciar si hacemos las cosas por amor o necesidad, pues por pasión eres capaz de romper los límites, pero si algo no te satisface, los problemas te pueden frenar”.

Andy Tabachnik, Patricia Bessudo y José Tabachnik
Miguel Ortiz Monasterio con ‘Hanna’

Luego de más de dos horas de entrenamiento, una dedicada a la bicicleta y, otra, al functional training, las asistentes se tomaron un respiro y coincidieron que una de las ventajas de tomar clases presenciales en grupo es la motivación que se genera en conjunto.

“Estuvo de locos, pero me agrada mucho más venir a hacerlo junto a mis compañeras a estar solita en mi casa, pues se siente otra energía, además de que pones mil pretextos para no ejercitarte cuando no tienes quién te dirija”, comentó Cris Rivero, event planner y madre de familia.

Cris Rivero
Andrea Baba y María Fernanda Bravo

Asimismo, el pequeño grupo de invitados disfrutó de un coctel, momento en el que aprovechó para reconocer la persistencia de la anfitriona, pues pese la pandemia, Andy no dejó de dar clases en un spot abierto.

“Es una verdadera emprendedora y promotora del bienestar, una mujer que te motiva mucho y envuelve con su apoyo emocional, por ello, no dejé de verla mientras daba sus entrenamientos outdoor”, dijo Carlotta Herrera, diseñadora textil.

Carlotta Herrera

De este modo, la entrenadora dejó de dar sesiones en el Everest Wellness Center para retomar actividades en Carpe Diem Carso Palmas, lugar que abrió en agosto de 2019 como un centro integral de bienestar y , de lo cual, su mamá, Patricia Bessudo, se siente muy contenta.

“Con esto, mi hija me enseñó la fuerza que tiene; estoy orgullosa porque no dejó de trabajar y echarle ganas, de preocuparse por su gente, cuando quería tirar la toalla, sólo le decía que la crisis iba a pasar”, mencionó la filántropa.

Karina Iga