‘Estás con nosotros’

Juan Manuel Moreno Cázares
Febrero 8, 1943 – Julio 27, 2020
Hace dos semanas exactamente perdimos a mi abuelo paterno. Decidí no compartir nada al respecto porque honestamente estaba en shock y sigo en shock…
[show_more color=»#612886» more=LEER MAS» less=MENOS]
La verdad me cuesta creer que no exista físicamente. No puedo creerlo. Me cuesta el no haberme despedido de él, como muchos miembros de la familia tampoco tuvieron esa oportunidad debido a la situación en general por el Covid-19. Tenía mucho tiempo sin verlo y para no ponerlo en riesgo a él ni a mi abuela (como ustedes saben, todos los adultos mayores son los más vulnerables) procuraba llamarlos cada semana para saber cómo estaban. Mi última llamada con él, como siempre, fue muy feliz. Tal vez fue mejor así, despedirnos de esta manera, despedirnos de lejos, en espíritu, porque a él no le hubiera gustado vernos tristes y mucho menos le gustaba que lo viéramos vulnerable. Estamos viviendo situaciones completamente nuevas y sobrenaturales, por lo que enfrentar un duelo en estos momentos se vuelve un poco más difícil de lo que ya es. Por eso digo que no puedo creerlo, pero lo aceptaré porque ya no hay vuelta atrás. No voy a negar nuestra tristeza, pero tampoco voy a negar la felicidad y tranquilidad que siento por él, porque ya está con Dios, porque eso era lo que él quería. Se fue demasiado pronto y de una manera muy rara, pero se fue al lugar que añoraba y pedía para cuando pasara a la otra vida: con Dios, con sus padres y sus hermanos. Tal vez no sabemos que haya después de la muerte, pero seguro hay otra cosa que no lograremos entender ahora ni en esta dimensión. No me considero una persona religiosa ni devota, pero sí espiritual, y eso me gusta pensar, que la muerte es pasar a otro nivel u otro mundo donde hay alguien esperándonos con mucho entusiasmo. Llámese paraíso, edén, cielo, valhalla o reencarnación, definitivamente hay una vida o una extensión de vida después de la muerte física y esa vida debe ser muy bonita y tranquila. Ahí está él, celebrando. Me quedo triste, pero feliz de que el universo me lo haya regalado, así como él me regaló a mi mamá y así como ella me regaló la vida. Yo sé que él sabe que fue un hombre muy amado y sabe que yo lo amé, también. Sé que nunca le quedé mal como nieta y quizá no me verá casarme o darle otro bisnieto o, simplemente, verme cumplir más metas, pero yo siempre le di todo y eso me deja tranquila, y espero que él también esté en paz con sí mismo porque no nos debe nada. Siempre fue un hombre que me hizo feliz, siempre me dio todo y más de lo que yo pudiera darle, cumplía nuestros caprichos, bromeaba con nosotros, le gustaba escuchar mis historias y me gustaba escuchar las suyas. Tuvo una buena vida y eso me hace feliz. Como todos, tuvo sus defectos, pero era una buena persona. Recuerdo que siempre me decía que me fuera de viaje, que para eso trabajaba, que no me limitara y, la verdad, le hacía caso. A donde fuera, siempre le traía un recuerdo, así como él me trajo muchos de sus viajes, y me presumía de lo rico que comía. Porque a él le encantaba la cocina y cocinar para los demás cuando podía. Se llenaba de orgullo cuando le decíamos que algo le quedaba rico y veía nuestras caras de felicidad y pancitas llenas. De hecho, es la única persona que me ha dicho que le gusta verme comer, sabía que soy de buen diente y siempre me invitaba mi comida favorita, decía: “Me encanta ver como te comes las enchiladas y dejas el plato limpio”. Los viernes siempre nos compraba enchiladas, era nuestra nueva tradición. También nos decía que veíamos películas bien “churras”, pero aun así se sentaba a verlas con nosotros, así como nosotros veíamos baseball con él y le decía que me aburría ya después de mil entradas, pero gracias a él me gusta. Abuelo:Ya no alcancé a pedirte la receta del espagueti que tanto nos gustaba. No pude llevarte a comer langosta, que tanto antojo traías desde hace rato. No pudimos echarnos “carro” una vez más sobre tus Rayados. No pude abrazarte una vez más y nos faltaron muchas cosas, pero nos veremos de nuevo en un mundo donde no existe el dolor ni la enfermedad ni la maldad, sólo paz, hermandad y plenitud. Espero te hayan recibido con unas buenas cubas, un buen banquete, buena música y mucha fiesta como cuando te ibas a Las Vegas. ¡De verdad, te lo mereces! Dejaste un hueco en mi corazón que nunca más se va a volver a llenar, pero solo el tiempo y la sabiduría podrán curar nuestra tristeza. Aun así, sé que estás con nosotros ahora cuidándonos y nos verás ser felices, tropezar y triunfar. No nos dejes irnos por un mal camino, ¡échanos paro! Muchas gracias por todo lo que nos compartiste, por todo lo que nos hiciste reír y, sobre todo, por habernos enseñado el amor incondicional de un abuelo. Eras muy divertido. Te extrañamos y te amamos. Descansa en paz. Tu Tokyana
[/show_more]