Feliz en el aula

Mauricio Rocha Guzmán
Tercer semestre / PrepaTec Garza Sada


El martes 17 de agosto regresé a las aulas escolares después de más de un año de tomar clases en línea. Gracias a los esfuerzos de la preparatoria se pudo hacer de manera cuidadosa y efectiva. La pandemia del Covid-19 interrumpió de manera abrupta la educación generalmente a través del cambio de aulas presenciales a un método remoto de enseñanza y con suerte, de aprendizaje.

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Estos nuevos esfuerzos de intentar que los estudiantes aprendan han hecho resurgir las preguntas más importantes: ¿Cómo aprendemos los seres humanos? ¿Qué aprendemos? ¿Cómo se apoyará ese aprendizaje? ¿cómo sabemos que hemos aprendido? Después de eso para eso es la educación y más aún el esfuerzo de nuestros padres para pagar una educación privada de alta calidad del Tecnológico.

Todo es para aprender y participar en el bien común.

El aprendizaje requiere la iluminación del alumno a través de un maestro efectivo que se deleita en la verdad. Como un curador en un museo de arte, te muestra lo bello. Si al principio no lo ves tú mismo, te deleitas porque el curador se deleita, entonces lo ves.
¡Que grandioso es conocer a mis maestros, a mis compañeros de clase! Qué maravilloso levantarse temprano por la mañana y ponerme listo para ir a aprender.

Desde el momento que iba caminando en los pasillos me sentía tan fuera de lugar, pero al mismo tiempo era el lugar donde el estudiante pertenece: el aula.

El lugar del maestro pasó de uno de estar distante a los alumnos, no solo físicamente sino doctrinalmente nos era imposible resonar con lo que decía.

Pero en el aula el profesor proporciona el estímulo y guía al alumno en la dirección correcta, pero es a través de la luz intelectual dada por Dios que podemos dar cuenta del aprendizaje humano.

El trabajo de los profesores no solo fue para enseñarnos sino también para recordarnos de los protocolos. El ser humano busca estar cerca de otros, prácticamente para escuchar bien lo que dice y para sentirse cómodo con los amigos. Pero dadas las condiciones de los protocolos de seguridad debemos actuar contra natura y con la dirección de los profesores mantener, por ejemplo, la sana distancia.

Le agradezco al campus por abrirnos las puertas, de darnos la oportunidad de aprender y crecer en educación y perfeccionar la voluntad a través de la habituación de la virtud. De 7:30 am a 3 pm fue de las mejores horas que hemos presenciado colectivamente en estos tiempos.

Los alumnos no necesitan solo libros o presentaciones de Power Point, necesitan maestros que se deleiten en lo bello, verdadero y bueno.

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La importancia del contacto humano

Manuel Ayala Palomino
Profesor de Cine / Tec de Monterrey


Después de tantos meses de ver a mis alumnos a distancia, es reconfortante tener un regreso consciente a las aulas; el contacto humano presencial (siguiendo todas las medidas recomendadas) es un elemento clave para la dinámica de las clases.

Si se hacen las cosas con estrategia, el aprendizaje es efectivo en cualquier formato educativo, pero la experiencia y la vivencia es diferente.

Una alegría que contagia

César Patricio Véliz Martínez
3er. semestre / PrepaTec


Hoy, finalmente, después de casi año y medio de caos e incertidumbre, pudimos regresar presencialmente al aula de clases.

Pese a que hoy las circunstancias eran evidentemente distintas, las ganas de aprender y convivir seguían siendo las mismas que las de hace un año.
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Desde el momento de mi arribo a las instalaciones, me pude percatar que en mi entorno imperaba una atmósfera especial: la algarabía, pasión y entusiasmo de mis compañeros se extendía por todo el campus, llegando a contagiar a todos los presentes; era prácticamente inevitable ver a gente riendo, bailando, saltando y platicando en cualquier rincón del campus.

En la PrepaTec hoy no hubo cupo para el estrés o malhumor, hoy todo era felicidad y júbilo.

Es sencillamente indescriptible aquella emoción, adrenalina y felicidad que experimenté por el hecho de poder verme otra vez reunido presencialmente con mis compañeros y maestros después de tanto tiempo. Hoy, hasta algo tan simple como ver la alegría en el semblante de los que me rodeaban esbozaba una sonrisa en mi rostro.

Este implacable fervor de finalmente poder regresar presencialmente a las aulas no estaba presente solamente en alumnos, sino también en maestros.

El gozo y satisfacción que sentían los maestros por volver a convivir con sus alumnos y pisar nuevamente un salón de clases era contagioso. En mi opinión, el haber tenido el privilegio de poder vivir esta experiencia junto a mis docentes le añadió un valor sumamente emocional y le dio un toque único al regreso a clases.

Hoy, el primer día de escuela cambió completamente su connotación: pasó de ser considerado un evento tedioso, rutinario y extenuante a convertirse en sinónimo de perseverancia, resiliencia, pero sobre todo, innovación.

El ver el uso de la tecnología a favor de nuestra educación, la readaptación de espacios, así como la implementación de protocolos para el cuidado de mi salud y la de mis compañeros, hizo que me embargara una inefable sensación de esperanza, esperanza en que, a través de la unión y el trabajo colectivo, estamos cada vez más cerca de volver a lo que en realidad solía ser “nuestra normalidad”.

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