Los únicos artículos que Summer y Gilles Gerling pudieron recuperar del lote lleno de escombros donde una vez estuvo su casa fueron una alcancía que el padre de Summer le dio cuando era niña, el brazalete de jade de su hija y los relojes que se regalaron mutuamente para su boda. Sus anillos de boda se habían ido.

“La seguridad era la principal preocupación. Todas estas son cosas materiales”, dijo Gilles Gerling.

Los incendios casi arrasaron con la ciudad histórica de 13 mil habitantes y aún no estaban completamente contenidos en algunas partes de la isla.

El condado de Maui elevó el número de muertes confirmadas a 80 el viernes por la noche, y el Gobernador Josh Green advirtió que la cifra probablemente aumentaría a medida que continúan las operaciones de búsqueda y rescate. Las autoridades establecieron un toque de queda. Se desplegaron perros detectores de cadáveres para buscar a los muertos.

Una evaluación de daños actualizada publicada durante la noche por el condado de Maui pintó una imagen cruda del poder destructivo del incendio de Lahaina.

Más del 80 por ciento de las 2 mil 719 estructuras expuestas al fuego resultaron dañadas o destruidas, la gran mayoría de ellas residenciales.

Se estima que 4 mil 500 personas necesitan refugio, dijeron funcionarios del condado.

Los incendios forestales son el desastre natural más mortífero del estado en décadas, superando un tsunami de 1960 que mató a 61 personas.

Un tsunami aún más mortífero en 1946, que mató a más de 150 personas en la Isla Grande, impulsó el desarrollo de un sistema de emergencia en todo el territorio con sirenas que se prueban mensualmente.

Muchos sobrevivientes de incendios dijeron que no escucharon sirenas ni recibieron una advertencia que les diera tiempo suficiente para prepararse, y se dieron cuenta de que estaban en peligro solo cuando vieron llamas o escucharon explosiones .

Un equipo de la AFP que recorrió la ciudad el viernes encontró cadáveres ennegrecidos de gatos, pájaros y otros animales atrapados por las llamas que, hasta el momento, dejan 80 personas muertas.

Los cables eléctricos colgaban inútiles de los postes dañados y pequeños focos de fuego seguían ardiendo.

Unas “X” amarillas marcaban los esqueletos de vehículos que yacían inservibles en la calle, una señal para los bomberos de que habían sido revisados en busca de víctimas.

Por toda la ciudad había pilas de cenizas aún calientes donde antes había casas familiares.