Viajó a Nueva York en el verano de 1998 y vio tres de sus obras predilectas: Rent, El Fantasma de la Ópera y Chicago. Bianca Marroquín era una joven soñadora que ni se imaginaba que en el 2002 volvería para radicar eventualmente en la Gran Meca del Teatro, en donde comenzó interpretando a Roxy Hart en Chicago, el musical que la hacía ‘babear’. Ya lleva 22 años residiendo ahí, se ha mudado a más de siete vecindarios y está casadísima, enamoradísima y felicísima.
“Es una Ciudad que me da magia, es única y vibrante. No pienso dejarla nunca en el ámbito de trabajo. No sé qué me depara el destino, pero soy tan afortunada de tener trabajo en lo que amo, y en una Ciudad a la que amo. Ahora vivo cerca del Río Hudson, es muy bonito vivir ahí; la vista que tengo es del río y el Empire State. Me siento muy orgullosa de poder hacer historia trabajando en Broadway”, relató Bianca en entrevista desde su casa de campo, en las afueras de la metrópoli neoyorquina.
La esposa de Joseph Schottland, a quien conoció en 2019, platicó que como él es neoyorquino de cepa, le ha ido reconstruyendo la historia y los pasajes de muchas fachadas, comercios y negocios que se encuentran a su paso. “Cuando caminamos por un lugar, me dice ‘aquí había una panadería; esto era un club’. Como es de aquí, aún se ve con sus amigos de la secundaria y en las cenas me cuentan todo”.
Bianca, una referencia única en el teatro musical de México y Estados Unidos, dijo que los rascacielos la impactaron desde que llegó a vivir a la Gran Manzana, y ya no se diga la simetría rectangular de la planicie urbana.
“Todo es cuadrado, a excepción del West Village, que es donde más curvas hay, y que es la parte más antigua. Ahí ves las casas viejas, las casas remodeladas. Me gusta que no te pierdes, no te pasa como cuando vas manejando en Ciudad de México, que si no la conoces y no te sales donde debes, ya te perdiste en el Viaducto”, platicó, con sonora carcajada al final.
Sibarita consumada, foodie y bon vivant de la máxima referencia de la moda, el turismo, la economía y la comunicación, Bianca bien podría ser guía de turistas para visitantes ávidos de información ajena a influencers o portales populares que recurren a lo básico. Ella se conoce al derecho y al revés muchísimas zonas, incluso algunos sitios casi anónimos.
“Me encanta el (restaurante) Joe Allen. Ahí celebran las obras que no tuvieron éxito, con pósters de obras que abrieron y a la semana cerraron les llaman ‘flops’. Ya me conocen y me hacen reservación. Arriba de Joe Allen, que no está anunciado, está Bar Centrale. Ahí es solo de llamada, también me conocen, les hablo y les digo que voy después de mi show, y me llevo a mis invitados. El lugarcito es padre”, contó quien también es fan del bar Lowes Café en Central Park, en donde acostumbra los bellinis (jugo de durazno con champán).
Más allá de las recomendaciones obligadas, como el Guggenheim, el MoMa o el MET, Bianca sabe que NY tiene una vibra única en arquitectura, gastronomía, cultura y experiencias novedosas. Ella es una de las mexicanas que forman parte del SoHo House, uno de los clubes más exclusivos de este orbe, al que se accede solo por membresía, ajeno al hotel del mismo nombre.
“Es muy lindo, esa exclusividad que te da, donde tienes cierto privilegio de privacidad, de tranquilidad. Es solo para gente artística y deben recomendarte dos miembros. Te hacen un chequeo de información; amo ese lugar”.
Marroquín, regiomontana de 49 años y conocida por su intervención como jurado en Mira Quién Baila, Bailando por un Sueño y Pequeños Gigantes USA, es una de las tantas almas a las que les gusta caminar, caminar y caminar hasta cansarse o “perderse” en la ciudad.
“Soy tan feliz de moverme en metro, de que no tengo que manejar, preocuparme por el estacionamiento, todo eso que trae estrés. Subo y bajo escaleras, y amo escuchar y ver todas las nacionalidades en las personas: alemanes, hindúes, rusos, español de todos los acentos, cubano, venezolanoes bellísimo”.
Y si algo es lo más atractivo y único de este orbe, es lo que sucede en algunas estaciones del metro.
“Lo mejor, lo único, lo que no ves en ningún otro lugar, es la música en las estaciones del tren. Es de todo tipo. No es gente sin hogar, son estudiantes, aspirantes a actores, cantantes que buscan oportunidades. Cantan y tocan jazz, llevan sus metales, o cualquier estilo. Unos son grandes virtuosos, genios. Y uno va apurado, para no llegar tarde, y de pronto te tienes que parar para escucharlos; son verdaderos conciertos, ahí y en el parque hay grandísimos talentos”, platicó Bianca Marroquín.
Rent, El Fantasma de la Ópera y Chicago, recapitula nuevamente Bianca antes de concluir la conversación. En las tres ya trabajó y en esta última es una estrella de casa en la ciudad más cosmopolita y particular de la Unión Americana, en donde, dijo, siempre será una mexicana viviendo el sueño neoyorquino.
Fotos: cortesía de Bianca Marroquín.
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