
El número 23 forma parte esencial en la vida de Rodrigo Centeno, pues no sólo es el día en el que nació, sino que tiene varios significados, por ejemplo, son los años que lleva casado, y fue en 2002 cuando arrancó su carrera en NISSAN México, empresa que hoy preside.
Al llegar a la cita, el padre de dos jóvenes se deja ver tal cual: sonriente, analítico, empático y creando un lazo de confianza, mismo que se ve que es uno de sus fuertes al caminar hacia su oficina y, a su paso, saludar de mano y nombre a cada uno de los miembros de la compañía.
Con su inseparable café, Rodrigo abre paso a una plática en la que además de develar los momentos más icónicos de su andar personal y profesional, también demuestra por qué ha llegado hasta donde está, como un caballero ameno, lleno de humildad, inteligencia y liderazgo, que contagia una gran pasión por lo que ama hacer.
¿Cómo describirías la evolución que has tenido en este trayecto?
Es enorme. Siempre he sido un nerd de los numeritos y llegué a NISSAN a hacerlos. Me contrataron para abrir las áreas que en aquel momento se llamaban Internet y Mercadeo Directo, hoy conocidas como Marketing Digital y Relacional.
Venía de una agencia de publicidad, de llevar el CMR para otra marca automotriz, y de estar metido en los datos detrás de las computadoras, cuando entras a un ambiente como el de NISSAN, sí hubo quejas y cambios, de esos que duelen en la tripa. Entonces, pasé de llevar el CMR a llevar la parte de medios; de publicidad, me mandaron a producto, luego me pasaron a publicidad, me aburrí, renuncié y me fui a hacer políticas públicas.
Regresé en el 2010, de ahí a la fecha y con un par de puntos interesantes. Tenía una jefa, que quiero mucho, y un día me dio una retroalimentación y fue muy concreta, me dijo: “Rodrigo: debes tener claro que no vas a crecer hasta que no cambies el pinche humor que tienes”.
Empecé a preguntarle a la gente con la que trabajaba, primero a la que me apreciaba y luego a la que no tanto, qué tanto había de verdad en eso, y me encontré que mucho. Creo que eso me invitó a racionalizar la necesidad de cambio. La compañía me hizo favor de ponerme un coach profesional, que era una psicóloga, y me fue sacando poquito a poquito y enseñando, no a cambiar mi forma de ver el mundo, sino a entender que no todo el mundo lo ve como yo.
Y, ¿a nivel personal?
Creo que me pasó algo que nos ha sucedido a muchos, de repente fui papá… y la lógica ya no es la misma. Me tocó ser padre de dos chaparros, fantásticos, pero que son como el agua y en el aceite, nada más se parecen en los apellidos. La mayor, Sofía, tuvo un evento que le pegó un bicho muy extraño a los dos meses de edad, estuvo hospitalizada un mes, en terapia intensiva como 18 días y se salvó de milagro, pero quedó con un daño cerebral. Cuando se recuperó, terminó dentro del espectro autista.
Ha sido una gran maestra desde la perspectiva de no rendirse. Yo me acuerdo que la neuróloga nos dijo de una manera directa y profesional: “ustedes tienen que prepararse para que Sofía sea un bultito forever”. Y ese trago sí me supo un poquito difícil. Luego empezamos a ver cómo avanzaba.
De inmediato, mi esposa, Fer, tomó una actitud muy activa, fuimos a terapias y empezamos a empujarla, y entre esto y una determinación que a nivel personal Sofía tiene, no sólo se sentó, sino que gateó, corrió, empezó a hablar y hoy, tiene 16; ya la ves leyendo, sumando, restando y esa es una lección de no importa qué grande sea el problema, siempre puedes salir adelante.
Jero es un chaparro con un corazón maravilloso y un cerebro privilegiado, creo que le ha venido muy bien su hermana, porque lo ha hecho muy maduro. Tiene 15 ahorita y muy claro qué y cómo quiere llevar su vida y sabe exactamente qué le gusta. Es un tío con un sentido artístico muy particular, pues Fer es artista plástica, y él tiene un poquito de los dos: esa sensibilidad, que expresa en la música, y aparte le gustan mucho las mates y es bueno.
Sumaría también a mi señora madre, que la perdí hace un año y dos meses. Es una de las personas que siempre iba para adelante y nunca se detenía. Su driver no era la generación de riqueza, era en realidad, de querer algo y mantenerse ocupada, y así fue hasta los 78 años.
¿Cómo encuentras el equilibrio?
Siendo creativo. La chamba siempre ha sido algo que me gusta mucho; reflexionando cuando renuncié a NISSAN en mi “primera temporada”, supe que obedecía mucho a eso, de repente no sentí que estuviera llenándome intelectualmente y no estaba aprendiendo cosas.
En tus ratos libres, ¿qué te gusta hacer?
Me gusta leer, lo que más disfruto es estar con la “family”. En la pandemia, por ejemplo, agarré la puntada de salir con Jerónimo a manejar y como no podías salir, encontré un refugio en el coche, tres o cuatro horas manejando por la Ciudad, perfectamente sola o yendo y viniendo a Cuernavaca. Disfruto mucho el tiempo con Fernanda, creo que tenemos una relación espectacular, platicamos bastante, nos reímos mucho.
Con este ajetreo, ¿ha llegado el momento que digas hasta aquí? o ¿qué te inyecta gasolina para seguir?
Nunca lo he pensado. Me gusta mucho la vida, me la paso a toda madre. La verdad es que no concibo la vida sin actividad. Esto es chistoso, de repente trato de darme un día cada dos tres meses de no hacer nada y me obligo a no hacerlo. Invariablemente me siento culpable y por eso ya lo hago con menos frecuencia.
¿Hay algo que te gustaría borrar de tu memoria?
Híjole, creo que tal vez un par, pero la más importante tiene que ver con haber disfrutado un poco más a mi madre. Me salí muy temprano de casa, a los 19 años, y creo que me faltó mucho disfrutarla, porque me metí a la escuela, luego la chamba. Eventualmente se casó y se fue a vivir a Phoenix
¿Te imaginabas estar donde estás ahorita?
No. Disfruto mucho mi trabajo, no me lo tomes a mal, agradezco mucho a NISSAN las oportunidades, la carrera y la vida que me ha dado, pero tampoco ando ambicionando posiciones, ni mucho menos. ¿Pensé que estaría en esta silla en algún momento de la vida? No sé si en la silla, pero sí ambicionaba hacer lo que hago, que es una visión bastante más amplia de la realidad de una empresa, que trasciende un poquitín a la estrategia comercial o de marketing y que me permite ver las cosas desde otra serie de matices distinta.
Tratar de construir un criterio en beneficio de una comunidad de 20 mil familias a nivel nacional, la neta es que es emocionante, y tal vez no me soñaba haciendo este jale, pero sí lo que estoy haciendo ahorita. Entonces, estoy muy contento.
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