Fuertemente enraizada en la cultura de Japón, la puntualidad parte de una profunda consideración por el tiempo de los demás y es considerada una importante muestra de respeto mutuo. En Japón, llegar a tiempo a una reunión de trabajo o a un encuentro social no es solo una cuestión de cortesía y buenas maneras, sino un principio cultural que demuestra disciplina, compromiso y orden.

En el trabajo

En el contexto laboral japonés, la puntualidad es un característica crucial pues no sólo se asocia con la eficiencia, sino también con la seriedad y la dedicación de los individuos que forman parte de una empresa. Llegar tarde al trabajo e incluso a una reunión interna es visto como una falta de respeto hacia los compañeros y superiores, y puede afectar negativamente la percepción de los colaboradores en su entorno profesional.

De hecho, aunque lo común es que las jornadas laborales comiencen a las 9:00 horas, la mayor parte del personal suele llegar al menos unos 10 minutos antes para saludar a sus compañeros, acomodar sus pertenencias, ordenar sus lugares y herramientas de trabajo, y arrancar labores a la hora en punto, demostrando así su preparación y seriedad. La puntualidad laboral se extiende a través del concepto de “ganbatte” (hacer lo mejor posible), que implica que cada tarea debe ser realizada de la mejor manera, sin apresuramientos innecesarios.

La puntualidad refuerza este ideal, ya que cada momento se valora como una oportunidad para realizar el trabajo con precisión y calidad.

En la vida social

En el ámbito social, la puntualidad también juega un papel fundamental. Las citas, ya sean entre amigos o en situaciones más formales, siguen ese mismo principio. En Japón, la expectativa de que todos llegarán a tiempo a una cita es clara, y cualquier retraso puede generar incomodidad entre quienes sí acuden con puntualidad o llegan, como es costumbre, entre 10 o 15 minutos antes de lo pactado a la zona de la cita y se acercan al punto exacto a la hora prometida.

En el caso de reuniones entre amigos, llegar tarde es una falta de consideración, y quienes lo hacen, suelen sentirse avergonzados y piden disculpas. Además, en situaciones como cenas o eventos especiales, la puntualidad es vista como un signo de responsabilidad y respeto hacia los anfitriones. Y es que, ser puntual, es el reflejo de una buena organización personal y un entendimiento del tiempo como un recurso valioso.

En el transporte público

Quizás uno de los ejemplos más emblemáticos de la puntualidad en Japón es el sistema de transporte público. Los trenes y autobuses en ciudades como Tokio y Kioto son conocidos por su exactitud pues los retrasos son casi inexistentes y, cuando ocurren, se consideran una excepción.

Ese nivel de eficiencia se extiende incluso al tiempo exacto de llegada de los trenes, lo que refuerza la idea de que el tiempo es un bien preciado, que debe ser respetado en todos los ámbitos de la vida. Mucho tenemos que aprender de los japoneses pues la puntualidad es una forma de mostrar que se valora y respeta a los demás no sólo por tradición sino como una de las piedras angulares de la sociedad japonesa moderna.

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