El 26 de febrero del 2000, Tigres derrotó 6-3 a Rayados, pero el marcador quedó sólo para la historia de los Clásicos, pues no tuvo validez ya que por una firma apócrifa del jugador Osmar Donizete, se tuvo que volver a jugar al igual que otros partidos, y cuando esto pasó, empataron 0-0.