Encuentran ‘coctel tóxico’ en casas y escuelas de la zona metropolitana de Monterrey

Compañías estadounidenses envían cada año miles de toneladas de baterías usadas, solventes y polvos de acería; México concentra más de la mitad de las exportaciones de estos desechos tóxicos

Empresas de Estados Unidos exportan unas 900 mil toneladas de residuos peligrosos a otros países cada año, lo que plantea interrogantes acerca de los posibles impactos en la salud y el medio ambiente, encontró una investigación de the Guardian y Quinto Elemento Lab.

 

Las exportaciones de residuos tóxicos han aumentado un 17% desde 2018, y la mayoría tienen por destino a México y Canadá, según indican los registros de exportación de los Estados Unidos (EU). Y aunque enviarlo a otros países para su reciclaje o disposición final es legal, a algunos expertos les preocupa que cada vez más de los desechos más peligrosos de EU salgan del país.

 

En la zona metropolitana de Monterrey, la investigación descubrió altos niveles de plomo, cadmio y arsénico en hogares y escuelas ubicados en los alrededores de una planta que recicla polvos tóxicos producidos por la industria siderúrgica estadounidense. 

 

En Quebec, Canadá, se han detectado altos niveles de arsénico en las uñas de niños y adultos que viven cerca de una fundidora que procesa desechos electrónicos, incluidos materiales procedentes de Silicon Valley y de otros lugares de EU.

 

En otro lugar de la provincia de Quebec, una parte de los residuos tóxicos son enterrados en celdas gigantes cerca de un humedal.

 

 Permitir que los residuos peligrosos atraviesen la frontera y no estén sujetos al control regulatorio de EU es particularmente problemático cuando terminan en lugares donde la gestión medioambiental está desactualizada, o es inadecuada o inexistente, dicen los especialistas en temas ambientales. 

 

Pero incluso en Canadá, donde las regulaciones son más estrictas, hay ejemplos que plantean la cuestión de si es ambientalmente responsable que las compañías de EU envíen sus residuos allí.

 

"¿Cómo podemos aceptar ser el basurero de Estados Unidos?",

 dijo Martine Ouellet, exministra de Recursos Naturales de Quebec, quien ahora dirige el partido Climat Québec.

 

La exfuncionaria lucha para detener la expansión de un vertedero cercano a Montreal, que recibió casi 43,000 toneladas de desechos peligrosos estadounidenses en 2022. 

 

Es una locura que importemos todos estos residuos tóxicos".

 

“Lo llamamos colonialismo de los residuos”, dijo Marisa Jacott, directora de Fronteras Comunes, una organización mexicana sin fines de lucro especializada en la contaminación química e industrial. “Es una forma de explotación y de injusticia ambiental que se produce con el envío de residuos peligrosos de los países más ricos a los menos ricos. Es Estados Unidos tratando a México como su patio trasero”.

 

Las empresas que procesan los residuos en Canadá y México argumentan que es posible disponer de ellos o reciclarlos de manera responsable.

 

Esta investigación examina un aspecto poco conocido de la industria estadounidense mediante el análisis de los flujos de salida de sus residuos peligrosos, utilizando los registros de exportación.  Está sustentada en documentos obtenidos a través de solicitudes de información en Estados Unidos, así como en miles de páginas de expedientes judiciales, reportes y bases de datos, estudios de salud y muestreos de suelo y polvo. 

 

Los datos muestran que en 2022 las compañías de Estados Unidos exportaron casi 1.3 (1.27) millones de toneladas de residuos peligrosos, en contraste con 1.1 millones de 2018.

 

 

Numerosos estudios han planteado que la exportación de residuos podría provocar que la contaminación termine yendo a los lugares con menos vigilancia ambiental. 

 

“El comercio de residuos funciona como cualquier otro… encuentran el lugar más barato a donde llevarlos”, dijo Tim Whitehouse, exabogado de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) que ahora dirige la organización sin fines de lucro Public Employees for Environmental Responsibility. “Los transportistas saben a dónde enviarlos… a menudo terminan ahí donde las regulaciones son más débiles”.

La responsabilidad termina en la frontera

Las leyes estadounidenses exigen que las empresas que generan residuos peligrosos sean legalmente responsables de su manejo “desde la cuna hasta la tumba”, lo que significa que deben manejarlos de manera segura desde el momento en que los generan y hasta que disponen de ellos, y deben asumir la responsabilidad financiera por cualquier contaminación que se genere.

 

Pero esta responsabilidad termina en la frontera. Los tratados transfronterizos, algunos de los cuales datan de la década de 1980, permiten que los residuos peligrosos salgan del país hacia los socios comerciales más cercanos de EU, siempre que el país receptor dé su consentimiento y la empresa que recibe los residuos se comprometa a manejarlos de manera segura.

 

Una vez exportados los residuos peligrosos, EU ya no tiene autoridad para regularlos.

 

Barnes Johnson, exdirector del área de la EPA que monitorea la exportación de residuos, explicó que esta agencia no tiene manera de supervisar las emisiones o la seguridad de las fábricas que procesan los desechos en los países receptores, como lo hace en las plantas de EU. Así que es difícil que los reguladores estadounidenses sepan exactamente qué ocurre con los materiales peligrosos una vez que salen de sus fronteras.

 

“Nadie sabe qué está ocurriendo con las emisiones de las distintas plantas que hay en México”, dijo Johnson. “No sabemos qué tipo de supervisión tienen ni qué tipo de exposición y riesgos pueden estar causando. Se oyen anécdotas sobre importantes problemas de salud pública”.

 

Toma de muestras de polvo en una guardería cercana a la planta de Zinc Nacional que recicla residuos peligrosos en San Nicolás de los Garza. Crédito: Bernardo De Niz/Quinto Elemento Lab

En el caso de México, algunas compañías que transportan los residuos peligrosos fuera de EU prometen como parte de su publicidad que los generadores de estos desechos quedan libres de la responsabilidad “desde la cuna hasta la tumba” una vez que cruzan la frontera. 

 

“Puede ser difícil de imaginar, pero transportar residuos peligrosos a México no sólo es legal, sino que en muchos casos, es realmente más barato, más seguro y tiene un menor impacto ambiental que otras formas de eliminación”, anuncia un folleto en línea de Temarry Recycling, que tiene una planta de reciclaje en Tecate, Baja California. “Al transportar residuos peligrosos a Temarry en México, la responsabilidad legal de los generadores estadounidenses por los residuos termina en la frontera de Estados Unidos”. 

 

Temarry maneja solventes y otros residuos químicos que van desde líquidos de tintorería   hasta combustible de aviación. Los solventes, como el thinner, son productos químicos utilizados en la industria para disolver, diluir o extraer otras sustancias. Son uno de los tipos de residuos peligrosos que envían de EU a México y que suscitan preocupación.

 

Temarry recibió en México unas 6,300 toneladas de solventes tóxicos y mezclas químicas en 2022. En su publicidad afirma que recibe desechos de empresas estadounidenses y los destila en solventes limpios o los quema para la recuperación de energía, y vende los sobrantes a hornos de cemento como combustible.

 

Pero los problemas de la empresa han sido bien conocidos. Triumvirate Environmental, una empresa estadounidense que compró a Temarry en 2021, planteó en un litigio que los equipos de la empresa en México ernan “lamentablemente inadecuados para probar, analizar y procesar” los desechos que había prometido manejar. También alegó que sus empleados atestiguaron cuando el exdirector de la empresa en México dio la orden a un chofer para que llevara los residuos a un lugar no autorizado y los arrojara a cielo abierto.

 

H. Troy Romero, abogado del exdirector Matt Songer, dijo que su cliente niega todas estas acusaciones y que Triumvirate presentó esos argumentos como defensa en la demanda por incumplimiento de contrato que Songer presentó en su contra.

 

La planta de Temarry en Tecate, cerca de la frontera con California, estuvo cerrada durante dos meses en 2022, luego de que una reacción química provocó la liberación de químicos y olores fuertes al aire de la zona, de acuerdo con información del ayuntamiento. Las autoridades locales criticaron a la empresa por carecer de procedimientos para atender derrames y por no etiquetar correctamente sus productos químicos, según el semanario local Zeta.

 

La planta de Temarry en Tecate, Baja California, fue clausurada durante dos meses en 2022 a raiz de la liberación de olores químicos en la zona. Crédito: Zeta.

Una investigación de 2023 sobre Temarry realizada por la organización periodística Calmatters reveló un historial de violaciones medioambientales y reportes de vecinos que afirmaban haber enfermado debido a los olores provenientes de la planta.

 

Ejecutivos de la empresa declinaron hacer comentarios a the Guardian y Quinto Elemento Lab. Al momento del suceso en 2022, los responsables de la compañía emitieron un comunicado en el que afirmaron que las “operaciones son legales y cumplen las normas más estrictas de seguridad y protección del medio ambiente”, según publicó Zeta.

 

Aun así, acusaciones como esta explican por qué algunos expertos están preocupados por el envío de residuos peligrosos a México.

 

Las principales normas que regulan las emisiones industriales en México son laxas, o en algunos casos, no se han actualizado en más de dos décadas. Los expertos en temas medioambientales dicen que esto es problemático porque las normas no reflejan los últimos conocimientos científicos sobre cómo afectan los contaminantes a la salud de las personas.

 

La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), que está a cargo de la vigilancia y aplicación de la legislación medioambiental, tuvo un recorte al presupuesto de casi 50% en la última década. Esto ha afectado su capacidad de inspección y aplicación de la ley, según denunciaron recientemente tres importantes organizaciones ecologistas mexicanas. El  sindicato que representa a los trabajadores de la Profepa afirma que el personal ni siquiera tiene dinero suficiente para comprar gasolina para sus vehículos de trabajo. En Nuevo León, sólo ocho inspectores se encargan de supervisar 10,000 empresas, según datos de 2023 obtenidos vía Transparencia. 

 

Además de los solventes, hay otros dos residuos peligrosos que entran a México en grandes flujos y que son motivo de preocupación. Unos son los polvos de acería. La industria acerera de EU ha estado enviando cantidades cada vez mayores de estos polvos extraordinariamente contaminados que quedan cuando se extrae el acero de la chatarra. En 2022, Estados Unidos exportó casi 181,400 toneladas de estos polvos a la planta de Zinc Nacional en San Nicolás de los Garza.

 

Como revelaron ayer the Guardian y Quinto Elemento Lab, los estudios realizados a muestras de tierra y polvo indican que casas y escuelas alrededor de la planta están contaminadas con altos niveles de plomo, cadmio, arsénico y zinc. 

 

Eduardo Alverde Villarreal, director general de Zinc Nacional dijo en un comunicado que no tenía suficiente información para comentar sobre estos hallazgos, pero que la empresa estaba “comprometida a operar con transparencia, en cumplimiento de la ley y con un sentido de responsabilidad social siguiendo los más altos estándares de la industria”. La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) dijo que estos hallazgos ameritan una investigación.

 

La mayor exportación

 

Pero, con mucho, el residuo peligroso que más exporta Estados Unidos a México son las casi 500 mil toneladas de baterías usadas, como las que se usan en los autos, que se envían cada año para recuperar el plomo. 

 

El plomo es un metal altamente venenoso y “no existe un nivel seguro” de exposición, según la agencia de salud pública de EU, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. Diversos estudios han demostrado que incluso pequeñas exposiciones al plomo pueden afectar el desarrollo cerebral de los niños y contribuir a los nacimientos prematuros, los problemas cardíacos y las enfermedades renales.

 

Si bien EU ha estado tomando medidas enérgicas contra las emisiones de plomo permitidas dentro de sus propias fronteras, los datos de la EPA muestran que las empresas estadounidenses exportaron 3.6 millones de toneladas de baterías de plomo desechadas entre 2018 y 2022, principalmente a México, pero también y cada vez más, a Corea del Sur.

 

 

El plomo se procesa en fundidoras secundarias para fabricar nuevas baterías, algunas de las cuales se vuelven a exportar a EU y se venden a consumidores estadounidenses.

 

El hecho de que la inmensa mayoría del plomo necesario para fabricar baterías para vehículos venga del reciclaje es prueba de lo eficaz que puede ser la recuperación de metales. Pero a los grupos ecologistas les preocupa que los trabajadores y habitantes de los países que reciben las baterías de desecho no tengan la misma protección frente al plomo que los habitantes de EU.

 

“México tiene estándares ambientales y ocupacionales menos estrictos que Estados Unidos para la industria del reciclaje de baterías de plomo”, indicó un informe de 2023 de la organización sin fines de lucro Occupational Knowledge International. En Monterrey, esta organización encontró altos niveles de plomo en el suelo alrededor de las plantas que estaban recibiendo baterías estadounidenses. “Además”, señaló, “se invierte poco en hacer cumplir la normativa medioambiental en México”.

 

Estados Unidos debe reconocer que permitir la exportación a México y a otros países de baterías de plomo usadas -clasificadas como residuos peligrosos- contribuye a la injusticia medioambiental en el extranjero”,

señala el informe.

 

Luis Hernández, un extrabajador de Eléctrica Automotriz Omega, una de las seis empresas de reciclaje que reciben baterías estadounidenses en el área de Monterrey, afirmó que estaba agotado por los turnos nocturnos de 12 horas en la planta, donde trabajó durante 23 años. Dijo que lo despidieron en 2021, después de que empezara a preguntar por las horas extra no pagadas.

 

Hernández, de 55 años y que ahora sufre de hipertensión, dijo que su trabajo en la planta consistía en preparar las mezclas de plomo de las baterías usadas para cargarlas en los hornos. Dijo que los trabajadores debían usar mascarillas y hacerse análisis de sangre cada tres meses y que a menudo se quitaban las máscaras para estar más cómodos. Comentó  que sus niveles de plomo en sangre algunas veces alcanzaron los 49 microgramos por decilitro, lo que, según investigadores, es peligroso para la salud. 

 

Los responsables de Eléctrica Automotriz Omega no respondieron a la solicitud de comentario. 

 

Numerosos estudios señalan que se ha disparado la cantidad de baterías exportadas a México para su reciclaje. Sobre todo desde principios de la década de 2000, cuando EU hizo más estrictas sus leyes, lo que volvió más caro el proceso de reciclaje en ese país.

 

Los datos de comercio exterior muestran que la cantidad de baterías de plomo-ácido exportadas a México se disparó en un 3,600% entre 2000 y 2021.

 

“Hemos estado tomando medidas enérgicas contra las emisiones de plomo del reciclaje de baterías en Estados Unidos, y ahora parece que parte de ese material simplemente está saliendo del país”, dijo Jane Williams, directora ejecutiva de California Communities Against Toxics. “Básicamente, lo que estás haciendo es evadir las regulaciones sobre residuos  tóxicos al llevarlos a México”, dijo.

 

Problemas en Canadá

 

Estados Unidos también exporta enormes y crecientes cantidades de desechos peligrosos a su vecino del norte, Canadá: un total de 1.27 millones de toneladas en cinco años. Las exportaciones, que incluyen químicos como cianuro y también suelos contaminados, baterías y otros residuos con metales pesados, han aumentado 25% durante ese período, según los datos de la EPA.

 

Si bien México solo acepta materiales destinados a recuperación o reciclaje, Canadá también acepta desechos para su confinamiento.

 

Los expertos dicen que tienen más confianza en la capacidad de Canadá que en la de México para gestionar los residuos peligrosos, pero los ambientalistas temen que estas  importaciones están contribuyendo a la contaminación en una serie de lugares.

 

“¿Por qué están los estadounidenses tan ansiosos por enviar sus residuos fuera de Estados Unidos?”, preguntó el toxicólogo ambiental y activista Daniel Green, exvicepresidente del Partido Verde de Canadá. “Entendemos que las leyes los benefician cuando los desechos estadounidenses cruzan una frontera internacional. Por eso, los abogados de estas empresas estadounidenses dicen: “si te deshaces de los desechos, te deshaces de la responsabilidad”.

 

Dos sitios en Quebec se han convertido en puntos álgidos de protestas ambientales.

 

El primero está en la ciudad de Rouyn-Noranda, en los bosques del oeste de Quebec, y sus peligros han quedado al descubierto gracias a las pruebas realizadas a las uñas de los niños.

 

La fundidora de cobre Horne fue conocida en algún tiempo como una de las mayores responsables de la lluvia ácida en América del Norte. Tras el cierre de las minas de la región, en los años 70, comenzó a fundir residuos electrónicos para obtener cobre, necesario para la producción de avances tecnológicos, como los dispositivos médicos o los autos eléctricos. 

 

La planta fue adquirida en 2013 por la minera internacional Glencore. Hoy día recibe decenas de miles de toneladas de residuos electrónicos y otros materiales contaminados provenientes de compañías en EU, incluidas empresas de Silicon Valley y Nueva York, según los registros canadienses de residuos peligrosos obtenidos por the Guardian y Quinto Elemento Lab. También recibe residuos de Rusia, Brasil y Alemania, de acuerdo con una investigación de Radio-Canadá.

 

Vista de la fundidora Horne en la ciudad de Rouyn-Noranda, Canadá. Foto: Glencore

Los vecinos llevan mucho tiempo preocupados por las emisiones tóxicas de la fundidora.

 

En 2018, Mireille Vincelette llevó a su hijo y a su hija, que entonces tenían 2 y 4 años, al hospital local para donar recortes de uñas a investigadores que estudiaban los efectos de la contaminación local. La hija de Vincelette resultó con 13 veces más arsénico que un grupo de control integrado por niños que vivían a 100 km de distancia de la planta; su hijo tenía 4  veces más.

 

“No conocemos el riesgo para la salud que representan estos números, pero sabemos con certeza que nuestros cuerpos están absorbiendo un producto tóxico que no tiene un nivel seguro de exposición”, dijo Vincelette. Ella ha aprendido que, a largo plazo, la exposición al arsénico puede provocar cáncer, trastornos neurológicos, problemas endócrinos, enfermedades cardíacas y pulmonares, problemas de desarrollo neurológico en los niños y muerte fetal.

 

Estudios realizados por el gobierno local han demostrado que los vecinos de la fundidora tienen una esperanza de vida más corta, más cánceres, una mayor incidencia de bebés nacidos con bajo peso y una mayor presencia de enfermedades pulmonares en comparación con el resto de la provincia de Quebec en su conjunto.

 

En 2020, un director regional del sistema de Salud declaró que la contaminación alrededor de la fundidora era “una amenaza para la salud pública”.

 

En una declaración escrita, los ejecutivos de Glencore señalaron que las mismas autoridades sanitarias dijeron que no pueden concluir una relación de causa-efecto entre las actividades de Horne y los problemas de salud en la comunidad. Según este comunicado, en el territorio donde se encuentra la fundidora se registra la esperanza de vida más alta de la región (aunque es inferior a la del conjunto de Quebec) y dice que según  los últimos informes de Salud, tiene tasas de cáncer de pulmón inferiores a las del resto de la región. Glencore dijo que ha reducido sus emisiones de arsénico, que causa cáncer, y prevé reducirlas aún más.

 

La fundidora “importa materiales de todo el mundo y cumple con los estándares locales de todos los países exportadores e importadores”, se lee en la declaración de la compañía. “Hasta la fecha, la fundidora de Horne cumple con lo dispuesto en su permiso ambiental”.

 

El gobierno de Quebec tiene previsto gastar 90.4 millones de dólares canadienses para mudar a casi 200 familias lejos de la fundidora y crear una zona de amortiguamiento alrededor de la planta.

 

Me siento culpable de criar a mis hijos aquí y exponerlos a estas emisiones tóxicas”,

dijo Vincelette, una quiropráctica que organizó un grupo comunitario para luchar contra las emisiones de la planta.

 

El segundo sitio de preocupación ambiental es un confinamiento de residuos peligrosos que bordea los humedales justo en las afueras de la zona urbana de Montreal.

 

Se trata de un centro de tratamiento de residuos industriales y vertedero operado por Stablex, una empresa estadounidense. Ocupa un terreno del tamaño de 250 campos de fútbol americano en las afueras de la ciudad de Blainville.

 

El sitio recibió casi 43,000 toneladas de residuos peligrosos estadounidenses en 2022, según los registros de la EPA, incluidas más de 9,000 toneladas de suelos y lodos contaminados, así como sustancias como cianuro, mercurio y ácido nítrico. También recibe residuos de otros lugares de Canadá.

 

Ahora Stablex propone duplicar su capacidad sobre terrenos municipales y de esa manera seguir operando hasta 2065. La ampliación se construiría sobre bosques y humedales a las orillas de una zona ambientalmente sensible.

 

Ciudadanos protestan en septiembre de 2023 en Quebec por el proyecto de ampliación de Stablex. Foto: Eau Secours

El sitio web de la empresa dice que trata, estabiliza y aglutina los residuos peligrosos antes de colocarlos “en una celda de colocación segura” y promete “eliminarlos permanentemente y sin riesgos para el medio ambiente”.

 

La tecnología que utiliza fue cuestionada el año pasado por la agencia del gobierno de Quebec encargada de la vigilancia ambiental. En un informe la dependencia afirmó que ese proceso de estabilización se desarrolló hace 50 años y nunca ha sido sometido a pruebas fuera de un laboratorio. 

 

El informe recomendó no autorizar la ampliación. Además,propuso hacer pruebas de la eficacia del proceso de Stablex tomando muestras de las celdas en los vertederos existentes. También sugirió reforzar la vigilancia de las barreras que rodean al vertedero para asegurarse de que no contamine los humedales circundantes en décadas futuras.

 

En su comunicado, la empresa afirmó que “nuestro proceso y nuestras técnicas son seguras: están sujetas a controles estrictos y regulares”.

 

Maxime Couture, portavoz de la empresa, declaró que la función principal de sus  instalaciones es tratar de forma segura y responsable los residuos peligrosos de más de 600 empresas de Quebec.

 

“Si bien recibimos materiales de otras jurisdicciones, es importante recordar que el medio ambiente no conoce fronteras”, dijo. “Los envíos transfronterizos de residuos son bastante comunes, incluidos los envíos de Canadá a los EU y de los EU a Canadá”.

 

Marie-Claude Beaulieu, una líder ecologista de Quebec cuya organización, Mères au front, ha colaborado con los vecinos para oponerse a la ampliación, declaró que, en los 41 años transcurridos desde la apertura del vertedero, la ciudad de Blainville ha pasado de 18,000 a 60,000 habitantes y las casas están apenas a unos cientos de metros del vertedero.

 

Vista aérea del confinamiento de residuos peligrosos de Stablex, en la zona urbana de Montreal, Canadá. Foto:GoogleEarth

Se trata de un centro de tratamiento de residuos industriales y vertedero operado por Stablex, una empresa estadounidense. Ocupa un terreno del tamaño de 250 campos de fútbol americano en las afueras de la ciudad de Blainville.

 

“Los ciudadanos tienen mucho miedo: temen el cáncer, temen por sus hijos e incluso por sus perros”, dijo. “Existe un riesgo de catástrofe medioambiental”, añadió. “A la gente le preocupan el transporte, posibles explosiones y el agua que escurre fuera del sitio”.

 

Sin embargo, la empresa dijo que su más reciente propuesta está diseñada para mantener los residuos lo más lejos posible de los pobladores.

 

Las muestras de agua y de sedimentos tomadas en diciembre de 2023 por vecinos en los alrededores del vertedero detectaron niveles de cadmio 320 veces superiores a los estándares medioambientales de Quebec para sedimentos en arroyos y ríos, así como niveles preocupantes de arsénico, cobre y zinc.

 

Pero en abril, el ministerio de Medio Ambiente de Quebec hizo su propio muestreo del agua y dijo que, aunque encontró algunas anomalías, “se consideran aisladas y no preocupantes”. 

 

Couture dijo que la empresa no puede hacer comentarios sobre las pruebas hechas por los vecinos porque no conoce la metodología. Pero dijo que, en el transcurso de ocho años, el gobierno ha realizado “65 inspecciones de campo y varias tomas de muestras que no detectaron fuentes de contaminación”.

 

“Aunque compartimos el objetivo social de reducir los residuos peligrosos, la realidad es que debemos seguir gestionando de forma responsable los residuos generados en la producción de bienes de consumo que la gente utiliza cada día”, afirmó. “Sin una instalación como la nuestra, estos materiales podrían acabar dispersos en el medio ambiente sin un tratamiento o control adecuados”.

 

El año pasado, tras las protestas ciudadanas, la ciudad revocó su oferta de terrenos municipales para la ampliación. Los ecologistas locales afirman que la empresa y el gobierno de Quebec siguen presionando para que se apruebe.

 

Los grupos ecologistas afirman que no están presionando para que se cierre el vertedero, sino que quieren que sólo reciba residuos procedentes de Quebec que, según ellos, podrían tratarse sin una ampliación.

Ojos que no ven

En los últimos años aumentaron las exportaciones estadounidenses de residuos peligrosos a otro destino aún más lejano. Corea del Sur recibió entre 2018 y 2022 aproximadamente 907,000 toneladas de desechos, en su mayoría baterías de plomo, y es el único otro gran receptor de residuos peligrosos estadounidenses además de México y Canadá. La cantidad que recibe se ha más que duplicado en cinco años, pasando de casi 129,000 toneladas a 269,000 toneladas en 2022.

 

Algunos expertos sostienen que EU debería hacer un replanteamiento fundamental de cómo maneja sus subproductos más tóxicos.

 

“Estados Unidos debería estar gestionando sus propios residuos peligrosos de una manera ambientalmente racional”, dijo Lee Bell, experto internacional en contaminantes tóxicos y asesor político de la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes (IPEN).

 

Bell señaló el “principio de proximidad” adoptado por la Agencia Europea de Medio Ambiente, según el cual los residuos deben gestionarse lo más cerca posible del lugar donde se generan para evitar el riesgo de contaminación causada en el transporte o por un mal manejo. 

 

Las reglas de exportación se han mantenido prácticamente sin cambios a pesar de las importantes negociaciones comerciales a lo largo de las décadas, como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que permitió un mayor comercio entre EU, Canadá y México, y un tratado de 2020 que actualizó estas disposiciones, dijo Simone Müller, profesora de historia ambiental global en la Universidad de Augsburgo, Alemania.

 

Parte del problema de los residuos es que si está fuera de la vista, está fuera de nuestras mentes",

afirma Müller, catedrática de Historia del Medio Ambiente Mundial y autora de un libro acerca de la historia de EU vertiendo sus residuos en otros países.

Si nos viéramos obligados a encontrar soluciones a nuestros residuos peligrosos -y no a pensar 'voy a pagarle a esta empresa y se los van a llevar'-, por fin empezaríamos a hablar acerca de cómo reducir la generación de residuos”,

dijo.

Carey Gillam contribuyó a este reportaje.

     
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