UN IMPERIO DE LA INFORMALIDAD EN EL CENTRO HISTÓRICO

El apetito del mercado mexicano por productos de bajo costo es saciado por una cadena de distribución que comienza en Asia y se extiende hasta las macroplazas del Centro Histórico, donde se abastece al comercio informal de la Ciudad y, de incluso, otras entidades.

DISPONIBLE MARTES 18 DE JUNIO

“Jin Lan” contrató en septiembre pasado a 25 personas. Les dio empleo de cajeros, cargadores, despachadores. Procedente de Zhejiang, una próspera provincia china donde domina el comercio, “Jin Lan” ha visto crecer sus ingresos como la espuma.

Se instaló en México Mart o la Plaza de Zheijiang, como está identificada en su enorme rótulo en chino la plaza pionera en vender 10 mil productos desde hace tres años, todos traídos desde Asia.

La plaza es mejor conocida como Izazaga 89 y en 16 pisos ofrece al mayoreo desde audífonos grandes y pequeños, hasta bocinas, artículos del hogar y utensilios de ferretería.

“Jin Lan” rentó primero un local y luego dos más en México Mart. Ahora tiene más de siete establecimientos en distintas plazas del Centro Histórico, que supervisa a bordo de su minivehículo eléctrico, con el que sortea autos y marchantes.

Sus empleados le dicen así, “Jin Lan”, que es una marca de accesorios para baño, porque no saben pronunciar su nombre.

El chino tampoco sabe español, pero sí sabe dar órdenes universales.

Los mexicanos ya conocen el tono de sus gritos e interpretan lo que quiere decir.

“Al gritar y agitar sus manos ya sabes que debes de mover las cajas de un lugar a otro, si abre las palmas y las lleva consigo, así con enjundia, sabes que hay que llevarle algo”, refiere el empleado con una risita.

“Paga los mil 200 a la semana, sin falta, más comisiones de venta. El contrato es de palabra, nos hace llenar una hoja con nuestras fotos y otra más de la credencial (del INE). No hay contrato. Paga comida corrida y a veces los elotes (preparados)”, explica el subordinado.

La paga no es mucha, admite el afanador, pero aprende del negocio. Su meta es traer de China su propio contenedor con 22 toneladas de mercancía y competirle a los empresarios chinos.

La regla en Izazaga 89 es sencilla. Se cobra en efectivo, se evitan las facturas y no hay contratos con los empleados.

El empresario “Jin Lan” se aventuró a ser parte de la “invasión” china para vender todo lo maquilado en su país, donde los productos los adquiere en centavos y los vende en pesos, narra el trabajador.

“Además de regaderas y enseres para baño, ahora se expandió y vende scooters, plásticos y audífonos, es lo que más se vende, toda la tecnología; bocinas, inalámbricos, lo de novedad, eso lo compra realmente en centavos de dólar. Por ejemplo, unos audífonos los compra en 8 o 10 pesos, los vende en 25 pesos y en la calle los venden en 50, es un gran negocio, todo se va al doble”, explica.

“Con estos calores los ventiladores también se venden mucho, uno mini para llevarse en el bolso vale en China entre 5 y 8 pesos; acá se dan en 22 pesos y en la calle se vende hasta en 40 pesos sin problemas. Aquí es el paraíso de los revendedores”, abunda.

Los scooters vuelan, las bicicletas se rematan, los maquillajes se venden por cajas y la joyería de fantasía parece pan caliente.

La plaza tiene 16 pisos, cada uno con alrededor de 40 locales, sanitarios para hombres y para mujeres con un costo de cinco pesos, seis escaleras de emergencia, numerosas cámaras de seguridad y elementos de la Policía Bancaria Industrial que custodian las tiendas y el avance de los clientes. Además, siempre tiene actividad.

Hay detectores de metales en la entrada y anuncios escritos en chino.

En los primeros tres pisos es donde se concentra la mayor parte de los negocios y mercancías.

“Los labiales mate están a 10 pesos cada uno, pero si te llevas más de 3, te quedan a seis pesos y la caja con 24 queda en 144”, explica una de las trabajadoras de un local de cosméticos ubicado en el tercer piso.

El tipo de mercancía no varía tanto entre cada piso: ventiladores de pedestal desde 380 pesos, pantuflas para adulto por 70, plumones desde 65, termos para bebidas frías y calientes a 100 pesos, sombrillas por 80, juguetes tipo legos de 8 pesos, lámparas de escritorio desde 60 pesos, cucharas de madera por 5 pesos.

Entre más próxima a la planta baja esté la tienda sale más caro el producto. Por ejemplo, una lámpara de escritorio cuesta 85 pesos en el nivel siete y 180 pesos en el segundo piso.

Cada uno de los locales tiene al menos tres trabajadores, uno en la caja, otro que vigila los pasillos y uno más encargado de paquetería, pues los clientes no pueden entrar con bolsas, mochilas u objetos ostentosos a los negocios.

La mayoría de los trabajadores de los distintos locales son extranjeros. Hay haitianos, venezolanos, hondureños, chinos.

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La mayoría de los productos no cuentan con garantía, sin embargo, unas tiendas la aplican con ciertas restricciones.

Algunos locales anuncian con letreros que solo los artículos electrónicos cuentan con esta y que se tiene un plazo de sólo 10 días para hacerla cumplir. Sin embargo, si los clientes deciden probar los productos fuera del establecimiento, ya no hay cambios ni devoluciones.

“Mejor lo pruebo aquí”, dice una señora interesada en comprar un ventilador.

La venta de los productos es al menudeo o mayoreo. En algunas ocasiones la segunda opción de compra reduce a casi la mitad del precio los artículos.

“Las mascarillas están en seis pesos cada una y, si te llevas más de 12, quedan a tres pesos”, detalla una empleada de una tienda de cosméticos en el piso ocho.

La plaza también tiene una gran variedad de alimentos para ofrecer a los visitantes, entre los platillos más populares está la comida china, que cuesta 70 pesos con un guisado o 120 con dos.

Sin embargo, los clientes prefieren los locales decorados con luces led y vitrinas de colores en las que venden ramen instantáneo y papas de hoja con salsas.

Cientos de toneladas de mercancía ingresan a este mermado edificio de la Mexico Mart por Calle Nezahualcóyotl 120, con cajas procedentes de aviones o barcos que llegan desde China.

La carga que arriba al AICM o al puerto Lázaro Cárdenas, viaja a la CDMX en tráileres que se estacionan en la Colonia Obrera, cerca del Centro Histórico.

Todo un ejército de diableros van con sus vehículos de dos ruedas para tomar las cargas.

Es un hormiguero que pulula por seis calles con la carga a tope.

“Y los mismos productos que se venden acá en mayoreo los ves al menudeo sobre Eje Central, Pino Suárez, en las plazas más chicas, al doble de precio, y se venden; mi sueño es esperar mi propio contenedor”, expresa el empleado de “Jin Lan”.

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La señora Imelda, ya considerada mayorista, adquiere en Izazaga 89 audífonos deportivos, adaptadores micro SD, audífonos de diadema, audífonos gamer, mini teclados para pantallas, control de videojuegos para celular, teclados de computadora inalámbrico, bocinas con luces de colores y protectores de celular por cientos de piezas.

Otra banda de “diableros” lleva los grandes bultos a la vendedora hasta las calles de El Carmen o Venezuela, donde las filas de foráneos esperan la carga para llevarla a municipios de Querétaro, Veracruz, Hidalgo, Oaxaca, Guanajuato o Michoacán.

“Los protectores de celular de moda están en 25 pesos, allá a los vendedores (de mercados) los venden hasta en 120 o 140 pesos, fácil, lo que más llevo es labial de varios modelos, adornos para fiestas, paquetes de globos para decorar, paquete de decoración de feliz cumpleaños, cortinas de fiesta, sombreros de fiesta de varios colores, globos de diferentes y ventiladores, a eso también se le gana bien”, celebra.

Sus vendedoras están en San Juan del Río y Querétaro; así como Coroneo y Apaseo El Alto y León, en Guanajuato.

Ya no tienen que gritar al cliente, sólo llevar la mercancía.

El producto chino se vende por sí sólo.

UN EDIFICIO EN RIESGO

En la década pasada, Izazaga 89 albergaba en su piso 10 al responsable de la Oficina de Información Pública de la Secretaría de Seguridad Pública de la CDMX, Julio César Álvarez Hernández.

También despachaba en el piso 15, 16 y en el mezzanine personal del Sistema de Aguas de la Ciudad.

En ese entonces del edificio salía la fila de personas urgidas de pagar sus recibos atrasados para que se levantara en sus domicilios el corte de agua.

Ahora en ese sitio, las tiendas exhiben juguetes, peluches, pistolas de burbujas, artículos Covid, contra el acné, papelería kawaii, cuadernos profesionales, bocinas, cables, cargadores, micrófonos, soportes para TV, cepillos, maletas y mochilas.

La Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo de la CDMX llegó a ocupar el piso 5, donde ahora se ofrecen molino para café, máquinas batidora de huevo, para hacer palomitas, extractores de verdura, tostadores de pan, máquinas para hacer algodones, sartenes eléctricos, picadores de verdura, recipientes para comida, ralladores para verdura, aceiteras, tapetes, dispensadores, especieros, organizadores de cereal y hasta dispensadores de crema batida.

En el piso 15 atendió el personal Instituto local de la Infraestructura Física Educativa.

Los empresarios chinos se apropiaron de ese espacio para exhibir artículos para baño, de cocina, repostería, tapicería, lámparas, focos, chamarras, playeras, calcetines, sombreros, pashminas, lentes, relojes, paraguas, bolsas y miniventiladores.

El piso 7 lo ocupó la Dirección General de Regularización Territorial de la CDMX, nivel saturado de conjuntos de ropa interior, pantuflas, pijamas, trajes de baño, chanclas, playeras para niño, bermudas, camisetas y camisas, shorts, ropa para maternidad, ropa para gente de talla extragrande y mamelucos.

En el piso 12 laboró personal de la Secretaría de Finanzas de la CDMX, donde ahora los minoristas se surten de plumas, pegamento, candados de seguridad, marcatextos, plumas de colores, engrapadoras, calculadoras, cutters, tijeras, tachuelas, pizarrón de madera, pinceles, libros didácticos y kits de belleza.

Hay registro de que en 2009 desde el piso 11 despachó personal de la Gerencia de Administración y Finanzas del Fideicomiso de Recuperación Crediticia del Distrito Federal.

Ahí se ofrecen ahora fajas para definir abdomen carteras para dama, mallones, rasuradoras, planchas para el cabello, exfoliantes, juguetes gamer, ropa de temporada, cestos de basura, teclados y multicontactos. Un grupo de mexicanos, ex trabajadores de los chinos, aprovecharon dos locales de ese nivel para vender tacos de carnitas.

Tras el sismo de 2017, el edificio quedó dañado y los burócratas denunciaron daños en paredes y pilotes.

A través de una petición en la plataforma Change.org los trabajadores urgieron ser trasladados a otro inmueble tras asegurar que el inmueble reporta una “inclinación”.

EN LA MIRA

En marzo pasado, las autoridades de la Ciudad de México clausuraron la plaza Izazaga 89 por supuestas irregularidades en la importación de productos.

La Secretaría de Administración y Finanzas de la Capital, en conjunto con la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), realizó un operativo con el objetivo investigar posible contrabando y la importación ilegal de mercancías, además de una presunta evasión de impuestos.

En ese operativo “de gran impacto”, los oficiales decomisaron unas tres toneladas de mercancía, se informó.

Pero la sanción fue efímera. Un día después, la Mexico Mart reabrió sus puertas.

Ante esos operativos, los locatarios chinos contrataron “halcones” y policías privados que se autodenominan Grupo Dragón.

Su tarea es avisar de la llegada de policías al edificio para bajar las cortinas y suspender el uso de los elevadores, dijo un ex “diablero”.

“Por lo general cada local tiene su escolta o guardia, pide la mochila a los clientes y revisa que no se embolsen algo, pero realmente a lo que están atentos es a los operativos y cuidar el local, protegiéndolo y cerrando rápido”, comentó.

“El bisne está en todo el edificio, obviamente varios trabajadores se vacunan (roban) la mercancía, hay varias formas, luego no conviene estar con los chinos de manera directa, si les quedas a deber te ponen el dedo, es como una mafia a la que no te conviene deber”.

UN 'BOOM' EN IZAZAGA 151

Hasta 2017, Izazaga 151, ubicado a 400 metros de la Mexico Mart, buscaba promocionarse como una especie de centro comercial de cinco pisos ubicado a un costado de la estación del Metro.

El nombre que recibía el inmueble en aquel entonces era el de Pabellón Pino Suárez y apuntaba a atraer principalmente el comercio de ropa y calzado.

A lo largo de los siguientes años, la lona que anunciaba la renta de los espacios se mantendría colgada de forma permanente.

Y durante la pandemia, cuando en la plaza se comercializaban cubrebocas, el pendón terminó convertido en jirones de plástico que colgaban de la fachada.

Una vez concluida la emergencia sanitaria, el espacio resurgió.

Ahora bajo el nombre de Plaza Izazaga 151. Centro Mayorista, como se lee al frente del edificio.

A este rótulo en español lo acompaña uno en chino que nombra al espacio como “Ciudad de Comercio Internacional de Guangzhou, China”.

Los compradores son recibidos por una larga fila de farolillos chinos rojos… y, al igual que en Izazaga 89, por detectores de metales, cámaras de vigilancia y guardias de seguridad.

En el primer piso, el barandal que rodea las escaleras eléctricas es adornado por banderas mexicanas y chinas intercaladas.

Se ofertan distintos productos, como mochilas, sombrillas y aretes y anillos de “oro laminado”.

Sin embargo, una de las mercancías más comunes en la plaza son los juguetes, pues incluso hay locales exclusivos para estos.

Desde afuera de los negocios se observa las promociones del día, seguidas por anuncios en los que se advierte que el pago solo es en efectivo.

“A partir de 500 pesos, -50% de descuento en rubores y labiales”, decía una de las ofertas más llamativas.

LA ADUANA ES UNA COLADERA

En Izazaga 89 la prisa es vital.

Un agente aduanero indicó que los buques procedentes de China tardan alrededor de mes y medio, derivado de la saturación en los puertos de ese país. Normalmente, el tiempo es de entre 18 y 28 días.

“El retraso obliga a los chinos de la plaza a abrir la cartera para que sus cargamentos ‘tengan facilidades’ e ingresen lo más pronto posible, de eso se encargan los coyotes en las aduanas, por eso son una coladera”, reveló un chofer de mercancía asiática.

En contraparte, han tenido que recurrir a los pedidos urgentes vía aérea.

Sin embargo, la Agencia Nacional de Aduanas de México (ANAM), además de ordenar y practicar actos de revisión, verificación, inspección y vigilancia para cerciorarse del cumplimiento de las disposiciones jurídicas que regulan la entrada y salida del territorio nacional de mercancías, presume que ha implementado, como parte de sus acciones estratégicas el combate al contrabando, la piratería, el narcotráfico y el lavado de dinero.

“Para lo cual las áreas administrativas y operativas medulares sobre las que depende la ejecución de las acciones correspondientes para los objetivos fijados son las anteriormente referidas y las cuales se consideran reservadas”, refiere ese organismo en distintas respuestas de información.

“En este orden de ideas son del dominio público los constantes embargos y aseguramientos de armas, precursores químicos, drogas, dinero y demás mercancía ilegal que se han realizado en las aduanas del País, con motivo de las acciones y estrategias diseñadas de manera coordinada con las distintas áreas que conforman la ANAM”.

Del 22 de abril del 2022 al 22 de abril de este año, la ANAM reporta 264 denuncias por delitos de contrabando, como se tiene documentado, derivado de las distintas hipótesis establecidas en los artículos 102 al 107 del Código Fiscal de la Federación.

En tanto, la defraudación fiscal aumentó de 2022 a 2023 en un 46 por ciento, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Hacienda.

Mientras que en 2022 la dependencia registró 258 delitos fiscales, el año pasado aumentó a 377 casos, es decir, alrededor de 31 querellas al mes.

Para 2024 ya se reportan 38 delitos mensuales con corte a abril.

Sin embargo, por contrabando, Hacienda reporta cero casos en ambos años y sólo uno en lo que va de 2024.

TRAS 12 MIL KILÓMETROS

Parte de la mercancía se introduce por el puerto de Lázaro Cárdenas.

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