Fray Antonio Alcalde y Barriga nació en 1701, en Cigales, España. Apenas a los 16 años tomó los hábitos como fraile dominico. 

Durante varias décadas se dedicó a servir a su comunidad y a varios conventos de su orden, hasta que en 1761 el Rey Carlos Tercero de España lo nombró Obispo de la Diócesis de Yucatán, cargo que desempeñó hasta 1771, en que fue nombrado Obispo de la Diócesis de la Nueva Galicia, hasta su muerte en 1792.

A su llegada a tierras de Occidente ya tenía 70 años de edad, pero una amplia iniciativa e impulso por transformar a Guadalajara en una Ciudad más próspera con un fuerte acento en la educación, el humanismo y la asistencia social.

“Su solicitud no se limitaba a las cosas tocantes a la Iglesia, sino que se extendía de una manera muy particular al socorro de los pobres, a la enseñanza de la niñez y de la juventud, y a lo que hoy llamamos las mejoras materiales”, escribió Mariano Otero sobre Alcalde, en 1842.


Durante los 21 años que Alcalde vivió en Guadalajara tuvo a su alcance lo que hoy serían cerca de tres mil millones de pesos, que aplicó en sectores como la vivienda, la salud y la educación, recuerda el padre Tomás de Híjar estudioso de su obra. 

“Guadalajara se convirtió en 20 años, en la segunda ciudad en importancia de la Nueva España, cuando hasta antes de la llegada de Alcalde ocupaba la décimo segunda posición”, recuerda De Híjar.

Su primera gran obra ocurrió en 1773, con el proyecto de edificación de un ambicioso complejo habitacional conocido hoy como Las Cuadritas, en terrenos cedidos por el Ayuntamiento en el barrio del Santuario de Guadalupe. En 16 manzanas se edificaron 158 vecindades con diez viviendas cada una, que dieron hogar a cerca de 7 mil 500 tapatíos.

Las Cuadritas fue la primera iniciativa de crecimiento urbano fuera del primer cuadro. Alcalde impulsó el desarrollo hacia el norte, con obras como el Templo del Santuario de Guadalupe, edificado entre 1777 y 1783.

En 1784 impulsó la ampliación del Beaterio de Santa Clara (donde actualmente se encuentra el Palacio Federal), que además de atender a mujeres enfermas, viudas o de avanzada edad, también se convirtió en una escuela de instrucción para niñas.

Bajo sus oficios, en 1787 empezó la construcción del Hospital Real de San Miguel de Belén, hoy Antiguo Hospital Civil, que abrió sus puertas hasta 1794, dos años después de la muerte de Alcalde, como el nosocomio más grande del País, con mil camas para los enfermos, que además incluyó un cementerio (hoy Panteón de Belén), una iglesia y una escuela de farmacología, medicina y enfermería.

A partir de la intervención de Alcalde, la corona española otorgó, en 1791, la cédula real de la fundación de la Real Universidad de Guadalajara, que tuvo como sede el Claustro de Santo Tomás (foto). La mayor institución educativa de la región, que abrió sus puertas 3 de noviembre de 1792, casi tres meses después del fallecimiento del obispo español. 

Gracias a sus gestiones, la imprenta llegó a Guadalajara en 1793 y se estrenó con la publicación de los Elogios Fúnebres con que la Santa Iglesia Catedral de Guadalajara ha celebrado la Buena Memoria de su Prelado el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Maestro Don Fray Antonio Alcalde.

Información: Rebeca Pérez Vega.
Fotos: Cortesía.

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