Juan Murguía Pozzi nació el 24 de agosto de 1949 en la Ciudad de México y fue criado por sus padres, Juan Murguía y Luisa Elena Pozzi, quien le sobrevive con 96 años de edad.
Su infancia transcurrió en su casa de la Colonia Escandón, donde compartió aventuras y risas con sus ocho hermanos menores: Antonio, Luisa, Roberto, Carmen, Lourdes, Cecilia, Enrique y Gerardo (q.e.p.d.).
Los primeros tres años de primaria Juan Murguía Pozzi los cursó en el Colegio Simón Bolívar, posteriormente, entró al Instituto Cumbres, donde terminó la preparatoria, para después convertirse en abogado por la Escuela Libre de Derecho, en la que obtuvo mención honorífica y una medalla por ser el alumno más destacado de la generación.
El 24 de febrero de 1973 Juan Murguía Pozzi se casó con Lucero Ashby, el amor de su vida, con quien procreó a sus cinco hijos: Juan Pablo, Lucero, Regina, Ana María y José Ignacio; ellos fueron su razón para seguir adelante y a los que heredó su sentido de compromiso y disciplina, pero, sobre todo, la entrega a la familia.
Pa’, tu mayor cariño en esta Tierra, sin duda, fue mi mamá, ustedes formaron esta increíble familia, de la que nos honramos de pertenecer. Son nuestro orgullo y ejemplo, estaremos muy cerca de ella, tal y como tú lo hubieras deseado. Gracias por siempre apoyarnos, ser el mejor amigo y mentor. Si nuestros hijos sienten por nosotros lo que sentimos por ti, será misión cumplida”.
JUAN PABLO MURGUÍA, hijo
Una vida para recordar
En lo laboral, Juan Murguía Pozzi destacó dentro de las afianzadoras, incluso, se convirtió en consejero de varias y fundó sus propias empresas al asociarse con amigos o familia, tal fue el caso de Murguía Consultores, la cual creó junto a su primogénito, Juan Pablo Murguía.
Una de sus grandes pasiones fue la música, pues no sólo le encantaba la clásica, sino que también compuso melodías y se dio a conocer en sus reuniones por tener talento para tocar el acordeón y piano.
El deporte también estuvo entre sus intereses, uno de sus favoritos fue el tenis, el cual inculcó a sus hijos cuando eran pequeños, mientras que el futbol era su consentido y se convirtió en fiel seguidor de las Chivas y el Barcelona.
Juan Manuel Pozzi es recordado por ser el alma de las reuniones, sus chistes y hacer reír a sus invitados, con quienes gustaba de compartir un tequila, mezcal, ginebra o vino, además de que no despreciaba un buen juego de dominó.
Como abuelo, lo describen como consentidor y amoroso, por lo que sus 16 nietos: María, Ximena, Juan Pablo, Francisco, Juan Pablo, Rodrigo, Nicolás, Alfonso, Regina, Alexa, Ana Sofía, Alejandro, Santiago, Jos, Almudena y Jero lo llevan en su mente, entre juegos y consejos.
Toda tu vida estuvo llena de miles de bendiciones y agradezco eternamente el don de tu existencia y, sobre todo, habernos elegido como tu familia. Eres un modelo de Dios extraordinario, el reflejo de Él más cercano que tenemos y a través de ti sentimos su amor y abrazo”.
LUCERO MURGUÍA, hija
De puño y letra
“Entre los 16 nietos quisimos escribir esta carta para agradecer la vida y el ejemplo de nuestro abuelo. Viejo chencho, es difícil despedirnos porque siempre duele decirle adiós a quien quieres y te quiso.
•••
Aunque hoy ya no estás aquí, tu huella se ha quedado por siempre en nuestros corazones. Te quedas con nosotros y en todas las personas que quisiste, en el cariño y ejemplo de mi abuela que, como tú, siempre nos ha mantenido unidos.
•••
Te quedas en la risa de todos tus hijos, en el espíritu de trabajo y la alegría de Juan.
En la fe y la devoción de Lu. En la bondad de Ri y en su amor a los juegos de mesa.
Te quedas en el buen corazón y determinación de Ana.
•••
En el sentido del humor y la generosidad de Boris. Y en la capacidad de poner apodos de la Bis, su creatividad y disfrute de la vida.
•••
Te quedas en la música clásica, en el sonido de un órgano o de un acordeón en Navidad. Te quedas en cada victoria de las Chivas y, sobre todo, en cada derrota del América.
•••
Te quedas en el tequila, en el recuerdo de todas las caminatas que juntos dimos, en los cacahuates, que como describías, son el manjar de los dioses.
Te quedas en todos los chistes, especialmente los que no podías terminar de contar por la risa que te causaban. ¿Cómo olvidar los clásicos que no podían faltar en cada comida? En las comidas de los miércoles y domingos, Navidades en Moneda, en la botana y sobremesa en Acapulco.
•••
Te quedas también en Yaute, en todas las partidas de tenis y dominó. Tus vueltas alrededor de la huerta, la misa de 9, en los churros y los tamales que no podían faltar al final de cada misa.
•••
Te quedas en Oaxaca, Mérida, Alaska y en el viaje pendiente a Grand Teton. Se queda con nosotros tu espíritu viajero, seguirás en la memoria de todo tu circo de enanos, seguiremos esperando que secumplatudeseodetenerunnieto cura y otro bailarín.
•••
Seguiremos aullando en cada cumpleaños, cantando “José el Soñador” a todo pulmón, dando la limosna siempre en forma de barquito de origami, seguiremos extrañando tus ‘pansukis’. Y, sobre todo, seguiremos extrañando tu risa.
•••
Gracias por tu todo tu cariño, amor y ejemplo de vida. Te quedas en tus amigos, tu mamá, hermanos, en la abuela y tus 10 hijitos.
•••
En María, Ximena, Bechi, Fon, Juanpa, Gigi, Juanpis, Sofi, Rocky, Nico, Ale, Alexa, Santi, Jos, Almu y Jero.
•••
Gracias por ser el mejor abuelo que pudiéramos haber pedido, te queremos por siempre”.
•••
María, Ximena, Juan Pablo, Jos, Almudena y Jero Murguía, Francisco, Juan Pablo, Rodrigo y Nicolás Lobatón, Alfonso, Regina y Alexa Arceo, Ana Sofía, Alejandro y Santiago Bustamante, nietos