Cuando se trata de enumerar las cualidades de grandes personalidades que ya no está con nosotros, no hay como los hijos que describen a la perfección cómo eran en vida.
En este especial del Día del Padre, José Sacal, José Abed y José Carral son recordados con mucho cariño por su descendencia Alice Sacal, Jacques Sacal, Albert Sacal, Jorge Abed y Magdalena Carral, respectivamente.
JOSÉ SACAL
Una gran admiración por su trayectoria y emoción por las obras que creó a pequeña, pero, sobre todo, gran escala, además del cariño que fomentó en los suyos es como recuerdan Alice Sacal, Albert Sacal y Jacques Sacal a su padre, José Sacal (q.e.p.d.).
“En cada pieza, plasmó un legado con su forma de expresión y su sentir en cada aspecto de su vida”, compartió Alice Sacal, “fue una persona de pocas palabras, reservada, callada, noble, centrada, pero con sus acciones, abrazos y apapachos nos llenaba de cariño”.
Para ella, tres lecciones del reconocido escultor son las que tiene presente: el trabajo, la pareja y la formación, pues él aseguraba que si se toman buenas decisiones en estos ámbitos, siempre se encaminarían bien.
El regalo más grande que me otorgó mi papá, José Sacal, es poder seguir sus pasos y grandes enseñanzas. Ser su hija me ha dado las armas para seguir su ejemplo como persona y salir adelante”.
ALICE SACAL
De la misma manera, Jacques Sacal, el menor de la familia conocido como Jack, expresa que su papá, José Sacal, nunca laboró un día en su existencia, porque disfrutaba lo que hacía.
“Su felicidad era el poder exteriorizarse a través de sus creaciones; fue un talentoso incesante, quien vivió a plenitud”, platicó Jacques Sacal.
“Su propósito fue llevar el arte a todos, a que la gente se tropezara con éste y siempre estar en contacto con esta expresión y la belleza de la vida. Él decía que le gustaba que tocaran sus esculturas, porque son para gozarse con todos los sentidos y no sólo con la vista, quería que palparan lo que él percibía cuando las esculpió”.
Siempre vivirá a través del bronce, su legado y enseñanzas; poder ver sus esculturas por todas partes y lados es el tesoro más preciado que nos dejó”.
JACQUES SACAL
A su vez, Albert Sacal califica a su padre, José Sacal, como su mentor, maestro, guía y amigo, de quien admiraba la resistencia e inteligencia que tenía.
“Me enseñó cómo ser feliz en todo momento y me dio todo lo que sé; recordaré las risas y momentos que pasamos juntos, porque a cada instante yo le di todo mi amor”, dijo Albert Sacal, el mayor de los tres.
Gracias a su arte, él vivirá para siempre; lo extraño mucho y la vida es más difícil sin él”.
ALBERT SACAL
JOSÉ ABED
Encontrar siempre una solución y no rendirse nunca son cualidades que Jorge Abed admiraba de su padre, José Abed Rouanet (q.e.p.d.), quien dejó un gran legado en el automovilismo mexicano.
“Fue un luchador entusiasta con profundo sentido de humanidad que siempre dio el 100 por ciento en todo lo que hizo”, dijo el presidente de la Comisión Mundial de Circuitos de la FIA.
Jorge Abed asegura que su mentor dejó huella dentro de las pistas al llevar a México al siguiente escalón, así como las bases para que el país sea lo que es hoy en este rubro a nivel mundial.
También, un ejemplo de unión entre países americanos y haber sido partícipe en que la FIA regresara al Comité Olímpico.
Papá, seguimos como nos enseñaste, luchando a fondo en todo”.
JORGE ABED
A nivel personal, Jorge Abed describe que la relación con su papá, José Abed, fue en todo momento multifacética y que siempre admiró a su padre, jefe, compañero, colega, maestro, aventurero, explorador, líder y héroe.
“El mejor regalo que me dio fue estar a su lado en distintas etapas de su trayectoria, que me permitiera quererlo y aprender de él; creo que fui cómplice de sus aventuras”, platicó Jorge Abed.
“El luchar a fondo en todo lo que hagas y resistir todo los embates que lleguen es algo muy profundo que me enseñó y que en todo momento recuerdo”.
Una anécdota personal que atesora en este Día del Padre es haber sido su mecánico en una competencia de exhibición de automovilismo en Laguna Seca, Monterey, pues fue la última ocasión que lo vio manejar en un circuito.
JOSÉ CARRAL
Admiradora de su voluntad de vivir, la tenacidad para lograr lo que quería, sentido del humor y habilidad para relacionarse con las personas, Magdalena Carral recuerda en este Día del Padre a José Carral (q.e.p.d.) como una persona que participaba en varias organizaciones, pues su ánimo y energía era incansable.
“Dejó un gran legado en muchos sentidos. Fue un hombre que siempre trató de conciliar y de establecer un diálogo aún con personas con las que no coincidía en todo; también, era muy hábil para lograr acuerdos”, compartió Magdalena Carral, vocera de la Asociación Pro Personas con Parálisis Cerebral, (APAC, I.A.P.)
“En el Club de Industriales logró construir un espacio obligado de reflexión y de convivencia, sostenía que este lugar debía ser un puente entre distintos sectores como el social, político y económico; siempre pensaba a quién invitar para dar una buena conferencia sobre distintos temas y sectores del País que nos permitiera entender el devenir de nuestro tiempo”.
Como hija, Magdalena Carral comenta que en los últimos 20 años con su papá, José Carral, su relación fue mucho más cercana, pues, en ocasiones, él la contactaba dos veces al día para consultarle sobre distintas ideas desde títulos para eventos que organizaba, planes de vacaciones hasta contacto de doctores de su mamá, Magdalena Cuevas.
“Creo que fue una relación de mucho respeto; le agradezco mucho el ejemplo que nos dio por ser un hombre disciplinado, culto, lector, simpático y generoso. Los viajes eran una maravilla con él porque le gustaba mucho caminar, ir a museos, en los que, a veces, daba cátedras que ni los guías podían ofrecer”, expresó Magdalena Carral .
Los recuerdos que atesora de su papá, José Carral, fueron las travesías y conciertos en la sala Nezahualcóyotl todos los sábados durante la temporada de la Sinfónica de Minería, así como comidas en su casa junto a sus seres más cercanos.
“La lección más valiosa que me brindó fue el adaptarse a los diferentes tiempos de su vida”, mencionó la filántropa Magdalena Carral.
“Él era un hombre mayor con un espíritu muy joven cuando perdió a sus amigos y a sus hermanos, se acercó a personas de diferentes generaciones, siempre tenía temas de conversación y le gustaba estar actualizado en todos los temas contemporáneos”.
El regalo más preciado que él me dio fue su ejemplo, cercanía y confianza; yoledimi cariño, lealtad y disposición para acompañarlo y ayudarlo en lo que me pedía”.
MAGDALENA CARRAL