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El 2021 es el Año Internacional de las Frutas y las Verduras, una celebración para promover dietas y estilos de vida saludables a través del consumo de estos alimentos.

La Asamblea General de las Naciones Unidas designó este año para destacar los beneficios de su consumo y buscar que se reduzca su pérdida y desperdicio.

A continuación, conoce siete frutas originarias de México y algunos consejos para evitar su desperdicio.

“Las frutas y verduras son la piedra angular de una dieta sana y variada. Proporcionan al cuerpo humano abundantes nutrientes, refuerzan el sistema inmunológico y contribuyen a reducir el riesgo de contraer muchas enfermedades. A pesar de estos enormes beneficios, no las consumimos en cantidades suficientes”.

António Guterres

Secretario General de la ONU

¿Cuáles son los beneficios de las frutas?

FAO/G. Agostinucci
  • Son fuente de fibra dietética, vitaminas y minerales, como el ácido fólico, potasio y vitaminas A y C.
  • Contribuyen a prevenir enfermedades como el sobrepeso, la obesidad, la hipertensión y el colesterol alto, si forman parte de una dieta saludable.
  • Son benéficas para la salud en una cantidad mínima de 400 gramos al día o cinco porciones.

Aguacate

Sader

El aguacate en México era parte de la dieta desde antes de la llegada de los europeos. Su nombre proviene del náhuatl “ahuacatl”, que significa “testículo”, debido a la semejanza entre esta fruta y la parte del cuerpo.

A nivel mundial, el País es el principal productor de esta planta rica en proteínas, que entre sus beneficios incluye mantener sano el corazón, reducir los niveles de colesterol y controlar la presión arterial.

Se utiliza para acompañar el pan, como ingrediente de ensaladas, como guarnición o para preparar guacamole, entre otros usos.

Calabaza

Sader

En México, las calabazas pudieron haber sido domesticadas hace más de 8 mil años, incluso antes que el maíz y el frijol, según estudios arqueobotánicos. En el País crecen 11 especies silvestres, de las cuales cinco son endémicas.

A esta familia pertenecen también las calabacitas, arotas, tamalas o tamayotas, pipianas, chompas o tzompos y chilacayotes, que en náhualt tienen varios nombres: “ayotli”, “cozticayotli”, “tamayotli” y “tzilacayotli”.

Cuando están maduras, estas frutas son una fuente de carbohidratos y carotenoides, y sus semillas aportan calcio, fósforo y vitaminas. También son ricas en aceites y proteínas.

Chayote

Gobierno de Jalisco

El centro de origen y domesticación del chayote es México, donde se cultivan más de 190 mil toneladas de este alimento. Su nombre proviene del náhuatl “hizayotl”, que significa “calabacita espinosa”, pues pertenece a la misma familia que las calabazas.

Su pulpa es dulce, contiene mucha agua y su aportación de calorías es muy baja. Es una fuente de energía que funciona mejor que cualquier bebida energizante.

Es una de las pocas plantas que pueden comerse en su totalidad, además de que es posible consumirla cruda, hervida, al vapor, horneada, frita o en puré.

Chile

Semarnat

El chile, originario de México, es el ingrediente principal del 90 por ciento de los platillos nacionales. Su nombre viene del náhualt “chili” y en el País hay cerca de 64 variedades.

Existen evidencias arqueológicas que permiten estimar que fue cultivado desde el año 7 mil antes de Cristo en las regiones de Tehuacán, Puebla, y en Ocampo, Tamaulipas.

La sensación picante que produce es útil para la circulación sanguínea, reduce la formación de coágulos y el endurecimiento de las arterías, así que disminuye la posibilidad de sufrir ataques cardíacos. Además, es rico en vitaminas A y C.

Jitomate

Sader

En Mesoamérica, el jitomate o tomate rojo fue domesticado hace dos mil 600 años. Durante la época prehispánica, se conocía como “xictomatl”, que significa “fruto con ombligo”.

Su componente principal es el agua, contiene grandes cantidades de vitamina C y es la fuente más importante de un pigmento rojo llamado licopeno, que posee propiedades antioxidantes e incluso puede ser anticancerígeno.

Con este ingrediente se preparan salsas rojas, caldillos y guisos, pero también es posible comerlo crudo en rebanadas para que conserve mejor sus propiedades.

Tejocote

Sader

Originario de México y de ciertas partes de Guatemala, este fruto en náhuatl se llamaba “texócotl”, que significa “fruto duro de sabor agrio”. También se conoce como “manzanita” o “manzana de las indias”.

Es un alimento que pueden consumir las personas diabéticas porque disminuye los niveles de glucosa en la sangre. También fortalece el sistema inmunológico y favorece la coagulación sanguínea. Es rico en calcio y en vitaminas C y del complejo B.

Su mayor consumo ocurre en noviembre y diciembre, pero en general es utilizado para preparar licores, dulces típicos, ates, jaleas, mermeladas y conservas.

Zapote negro

Firco

Durante la época prehispánica, esta fruta de color verde por fuera y pulpa negra por dentro era consumida por su sabor dulce y textura cremosa. En náhuatl era llamado “tzapotl” y en maya “tauch”.

Esta fruta es utilizada en la medicina tradicional como un laxante suave y por sus cualidades antibióticas, para calmar el dolor de garganta y el insomnio. Contiene gran cantidad de carbohidratos y de vitaminas A y C, que son útiles para prevenir resfriados, así como fortalecer la piel y la visión.

Su principal uso es en postres, como mousses y mermeladas para rellenar panes, pero en las casas también se mezcla con jugo de naranja para los niños.

¿Cómo evitar el desperdicio de frutas?

FAO

Las frutas y verduras registran los niveles más altos de pérdida y desperdicio desde su producción hasta su consumo. Por lo tanto, la FAO brinda recomendaciones para combatir estos fenómenos desde casa.

  1. Compra sólo lo necesario
    Planifica las comidas, prepara una lista de compras y respétala. Así, no sólo evitarás desperdiciar alimentos, sino que ahorrarás dinero.
  2. Elige frutas feas
    A menudo se tiran a la basura las frutas magulladas o con formas extrañas, sin embargo su sabor es el mismo. Los vegetales maduros pueden emplearse para preparar jugos, licuados y postres.
  3. Mejorar el almacenaje
    Los productos más antiguos deben estar en la parte delantera del refrigerador o la alacena, mientras que los nuevos en la parte trasera. Para mantener frescos los alimentos abiertos, colócalos dentro de contenedores herméticos al interior del refrigerador. Cierra los paquetes para que no entren insectos.
  4. Evita grandes porciones
    En casa, sirve porciones pequeñas. En restaurantes, comparte los platos más grandes.
  5. Valora las sobras
    Cuando no consumes todo lo que preparas, congélalo para comerlo más adelante o utilizar las sobras como ingrediente de otra comida.

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Edición: Tonatiúh Rubín.
Fuentes: Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), Fideicomiso de Riesgo Compartido (Firco), Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), Secretaría de Bienestar y Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP).