Una vida plena, llena de grandes satisfacciones y éxito en todos los sentidos fue la que vivió Dionisio José Kaye López, a quien sus seres queridos recuerdan, tras su sensible fallecimiento, como un auténtico luchador, quien desde temprana edad comenzó a trabajar para pagar sus estudios y llegar a convertirse en uno de los mejores abogados del País.
Dionisio José Kaye López nació el 14 de agosto de 1949 en la Ciudad de México, producto del amor de sus padres, Conrade Mark Kaye y Georgina López Finlay, quienes también procrearon a sus hermanos, Juan Lázaro y Eduardo.
De la primaria a la preparatoria Dionisio José Kaye López cursó sus estudios en el Colegio Franco Inglés, para después continuar con la carrera de Derecho en la Universidad Iberoamericana y su posgrado en el la Universidad de San Diego y el ITAM, institución en la que fue profesor de su licenciatura, así como del diplomado de Derecho Empresarial, del que fue coordinador durante varios años.
Dionisio José Kaye López se desempeñó como presidente de la Asociación Nacional de Abogados de Empresa (ANADE), así como profesor invitado en la Universidad de Temple, la Universidad de San Diego y la Universidad de Valencia, así como autor de varios libros de derecho fiscal, empresarial y laboral.
Le gustaba mucho la lectura, estudiar, investigar, andar en bici, salir en su velero y viajar para compartir sus enseñanzas, pues su gran pasión era ésta.
A decir de sus allegados, logró todo lo que se propuso en su vida, tanto en lo profesional como en lo personal.
Tras su fallecimiento, Dionisio José Kaye López dejó una huella imborrable en todos sus alumnos, compañeros de trabajo y las personas que tuvieron la fortuna de tratar con él, pues fue un hombre alegre, bromista, culto, extremadamente generoso y comprometido con todo lo que hizo.
Además de su trayectoria profesional, Dionisio José Kaye López fue un padre dedicado y presente para sus dos hijos, Christian y Allan, a quienes educó siempre con el ejemplo.
Falleció el 19 de junio en la Ciudad de México, satisfecho de haber estado hasta su último día con sus cuatro nietos, Victoria, Julia, Xaviera y Maximiliano, a quienes amó entrañablemente, pues siempre decía que eran el postre de la vida.
Generoso, comprometido con su profesión, inquieto por estar a la vanguardia, excelente amigo, dispuesto a ayudar y escuchar, un gran ejemplo de superación que trascendió por todo lo que transmitió a sus hijos es el legado de Dionisio José Kaye López, quien supo darle vida a la frase: “en esta vida, lo importante es trascender, no tener”. Descanse en paz.