'MÁS Y MÁS MUERTOS SALÍAN TRAS NAUFRAGIO'
Eran las 4:30 horas del domingo cuando Vincenzo Luciano, un pescador de Steccato di Cutro, en el sur de Italia, recibió una llamada de un amigo advirtiéndole que una tragedia había ocurrido en el mar.
Cuando el hombre, de unos 50 años, llegó a la playa -a unos pasos de su casa- todavía era de noche y al principio solamente oyó gritos.
“Cuando encendí la linterna de mi teléfono celular había muertos en el suelo. Había niños, sobre todo niños”, relata Vincenzo Luciano.
Él y su amigo empezaron a sacar cuerpos del agua. “A medida que avanzaba el día se descubrían más y más muertos”, recuerda.
Decenas se ahogaron en el naufragio de una embarcación que transportaba a unos 180 migrantes. El barco, sobrecargado, probablemente golpeó un banco de arena o un arrecife cerca de la orilla.
El cuerpo de un niño de cinco años fue encontrado tres días después de la tragedia. Vincenzo Luciano recuerda también la llegada de los socorristas, mientras los supervivientes buscaban desesperadamente a sus seres queridos en la playa.
“Las madres nos arrebataban a gritos a los niños para comprobar si eran los suyos”, señala. Los migrantes ya habían desembarcado en esta costa anteriormente, sin que se registraran tragedias.
“Es la primera vez. Nunca había visto un muerto, nunca había tenido un muerto en mis brazos”, exclama.”Esa mañana tomé en mis brazos a un niño de tres años, con los ojos todavía abiertos. Entonces pensé que estaba vivo, que yo había logrado salvarlo, pero en realidad estaba muerto”.
LLENAN ESTADIO CON ATAÚDES
El llanto de los sobrevivientes y familiares de decenas de migrantes que murieron en el naufragio frente a la costa sur de Italia resonaba el miércoles en un centro deportivo lleno de ataúdes colocados en hileras.
La embarcación de madera, atestada de pasajeros que pagaron a los traficantes para viajar desde Turquía, se hizo pedazos en un mar agitado frente a una playa de Calabria el domingo antes del amanecer.
Ochenta personas sobrevivieron al naufragio. Según sus relatos, el bote llevaba unos 170 pasajeros al partir del puerto turco de Esmirna unos días antes.
Los féretros —color marrón para los adultos y blancos para los niños— estaban dispuestos en hileras sobre el piso de madera del centro deportivo en la ciudad de Crotona. Sobre cada uno había un ramo de flores. Algunas personas colocaron juguetes sobre los ataúdes de los niños.
Según relatos de familiares, algunos pasajeros habían llamado a sus seres queridos en Europa para decirles con emoción que veían la costa italiana, alrededor de una hora antes de que el bote se estrellara contra un arrecife o banco de arena en el mar Jónico.
Cuando los familiares se enteraron del naufragio, muchos llegaron por tierra desde Alemania, el norte de Italia y otros lugares de Europa a Cutro, la población costera donde llegaron muchos cadáveres arrastrados por el mar y algunos sobrevivientes nadando.
Muchos migrantes se embarcan en los botes de los traficantes en las costas de Libia y Túnez al otro lado del Mediterráneo central para llegar al sur de Italia o sus islas.
Otros optan por una ruta que parte de Turquía y cruza el Mediterráneo oriental para llegar a Calabria, en la “puntera” de la bota italiana, Puglia, en el “taco” o el este de Sicilia. Acompañaban a las familias de las víctimas los alcaldes de poblaciones vecinas, el obispo local, un imán y pobladores.
TRAVESÍA DE LA MUERTE
Los fiscales identificaban a sospechosos que presuntamente cobraron 8 mil euros a cada migrante para la “travesía de la muerte” desde Turquía.
En una carta dirigida a Mandatarios europeos, la Primera Ministra italiana, Giorgia Meloni, reclamó medidas rápidas para responder a la crisis de migración y remarcó que la única solución seria y humanitaria era impedir que los migrantes arriesgasen sus vidas en travesías marítimas peligrosas.
“El hecho es que, cuanto más gente viaja, más gente corre el riesgo de morir”, dijo a la televisora estatal RAI.
Grupos humanitarios en el lugar han dicho que muchos pasajeros, incluso familias enteras, provenían de Afganistán, así como de Pakistán, Siria e Irak.
El fiscal de Crotone, Giuseppe Capoccia, confirmó que los investigadores identificaron a tres presuntos traficantes, un turco y dos paquistaníes. Se cree que otro turco escapó o murió en el naufragio.
El Ministro del Interior, Matteo Piantedosi, respondió enérgicamente a las insinuaciones de que el rescate se vio demorado o afectado por la política del Gobierno que desalienta a los grupos humanitarios que salen al mar a rescatar migrantes.
La agencia fronteriza de la UE, Frontex, dijo que un avión suyo avistó al bote frente a Crotone el sábado por la noche y alertó a las autoridades italianas. Italia envió dos patrulleras, que debieron regresar debido al mal tiempo. La operación de rescate comenzó el domingo por la mañana, cuando el bote se había partido.
“No hubo demora”, dijo Piantedosi. “Se hizo todo lo posible en condiciones absolutamente prohibitivas en el mar”.
El Gobierno de derecha de Meloni, que ganó las elecciones del año pasado en parte con promesas de reprimir la migración, se ha concentrado en dificultar los esfuerzos de buques humanitarios de efectuar múltiples rescates en el Mediterráneo central al asignarles puertos de desembarco en el norte del país. Eso significa que los buques necesitan más tiempo para regresar al mar después de recoger a los migrantes y dejarlos en tierra.
Piantedosi dijo al diario Corriere della Sera que los grupos de socorro no suelen operar en la zona del naufragio del domingo, se produjo en el mar Jónico frente a la costa de Calabria. Los grupos tienden a operar en el Mediterráneo central, donde rescatan a migrantes provenientes de Libia o Túnez.