¿Qué tienen en común el calor, las sequías e incluso algunas muertes de animales durante las últimas semanas? Una de sus causas es “El Niño”.
Se trata de un fenómeno natural caracterizado por el calentamiento de las aguas en la zona ecuatorial del océano Pacífico y el debilitamiento de los vientos del este. A pesar de ser regional, su influencia se extiende a todo el planeta.
Reapareció este año por primera vez desde 2016, declaró la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Conforme avancen los meses se espera más pronunciada su intensidad y podría prolongarse hasta 2024.
¿Qué es “El Niño”?
A lo largo de la sección ecuatorial del océano Pacífico existe un patrón climático llamado El Niño-Oscilación del Sur (ENOS). Tiene tres fases: una neutral, otra cálida denominada “El Niño” y una fría nombrada “La Niña”. Van y vienen en ciclos irregulares entre cada dos y siete años.
Gracias al Sol, el agua en la superficie marina de esa parte de la Tierra es cálida o tibia. Bajo condiciones neutrales, los vientos provenientes del este (alisios) soplan rumbo al oeste, de manera que empujan las aguas cálidas de Sudamérica a Asia.
Se dice que “El Niño” está presente cuando los vientos alisios son débiles o, en algunos casos, soplan en dirección al este. Como resultado, el agua cálida se acumula en las costas sudamericanas para después avanzar al norte rumbo a Estados Unidos y al sur apuntando a Chile.
Los episodios de “El Niño” o “La Niña” suelen durar de 9 a 12 meses, pero a veces perduran por años. Del 2020 al 2022, por ejemplo, se registraron tres años consecutivos de “La Niña”.
¿Por qué se llama así?
Ahora es posible calcular las probabilidades de que ocurra cualquiera de las tres fases, pero antes tomaba por sorpresa a las personas. Se cuenta que las costas más frías de Perú eran hogar de peces adaptados a condiciones frescas, pero cuando sucedía la fase cálida se alejaban o morían.
Los pescadores del siglo 17 llamaban a este fenómeno de mala pesca como “El Niño” en alusión al “Niño Cristo” o “El Niño de Navidad” porque notaban su presencia en la época de Navidad, pues generalmente alcanza su mayor intensidad en diciembre.
¿Cuáles son las consecuencias?
Si bien es un fenómeno regional, impacta a todo el planeta porque el clima mundial depende en gran medida de la temperatura de los océanos.
Sobre las aguas cálidas del Pacífico se forman muchas nubes de lluvia que se trasladan tierra adentro y ocasionan más precipitaciones de lo normal en Sudamérica, Centroamérica y Norteamérica.
“El Niño” causa una temporada muy activa de ciclones tropicales en la parte central y oriental del Pacífico, mientras que en el Atlántico hay menor actividad.
También se mueve hacia el sur la corriente en chorro del Pacífico, que es un flujo fuerte de aire. Con este cambio, algunas partes son más secas de lo normal, haciéndolas más proclives a sequías, y otras más húmedas, así que aumenta el riesgo de inundaciones.
Varios récords de altas temperaturas se han batido recientemente, pero científicos prevén la posibilidad de batir más conforme se intensifique el episodio actual de “El Niño” e incluso consideran posible que 2023 se corone como el año más cálido en los registros históricos.
¿Y los animales?
La vida marina también resiente los efectos de “El Niño” porque en condiciones neutrales aguas frías emergen desde las profundidades hasta la superficie del mar para reemplazar el líquido cálido empujado al oeste.
El agua fría es rica en nutrientes, por lo que abunda el fitoplancton del que se alimentan peces y otras especies. Sin este alimento, pueden morir. Además, depredadores de climas templados, como el atún blanco y el jurel, se aventuran a sitios donde generalmente no podrían cazar.
No se salvan las aves marinas. En México, por ejemplo, ocurrió una muerte masiva porque ante el calentamiento del mar los peces se sumergieron a mayor profundidad para escapar del calor, lo que resultó en que las aves no pudieron comer y perecieron.
¿Qué pasa en México?
De manera general, cuando impacta “El Niño” a México las lluvias se debilitan en verano y se intensifican en invierno. La abundancia o escasez de precipitaciones históricamente ha provocado inundaciones y sequías, así como epidemias y hambre.
Asimismo, incrementa la frecuencia de ciclones tropicales en las costas del Pacífico, mientras que suele caer el número en el Golfo de México y el Caribe.
Son varias las diferencias según la intensidad del fenómeno y la región impactada, pero otras generalidades son menor humedad en el suelo durante el verano, que afecta a los cultivos, y la pérdida de miles de hectáreas de bosques por incendios forestales.
Fuentes: “Aires y lluvias. Antropología del clima en México”, C3S, Climate.gov, Conagua, NASA, NOAA, OMM y SMN
Edición: Tonatiúh Rubín
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