En ascenso

Aunque su estilo de vida pareciera plagado de lujos y ventajas, Jalida Akabani vivió diversas experiencias definidas por la violencia de género, al punto de caer en depresión más de una vez y ser diagnosticada con prediabetes.

“Pensé que tenía cáncer porque todo mi cuerpo se llenó de moretones, no lo podía creer, pero era tanta la presión por la que estaba pasando que ya no pude más, me estaba alertando que debía parar”, compartió la empresaria de 26 años.

En 2020, se enfrentó a diversos retos, como la hospitalización de su padre por Covid-19, el inicio del proceso de su divorcio y la rebelión de algunos de sus empleados por ser mujer y tomar el control de la compañía familiar.

Me hice más fuerte, yo solita dirigí la empresa, tratando de sobrevivir económicamente en medio de una crisis, mi papá al borde de la muerte; además, llegaba a mi departamento y mi marido me corría.. Fui responsable de todos los gastos de la casa, las colegiaturas de mis hermanos, la nómina y, cuando sentía que ya no aguantaba, me paraba afuera del hospital y lloraba como loca, solita, pidiéndole a mi papá que no me dejara".

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En mayo de 2019 ,Jalida se casó, luego de ocho años de relación, momento en el cual la violencia por parte de su pareja se hizo más evidente al vivir juntos por primera vez.

“Me ponía muchos frenos, no le gustaba que yo alcanzara mis metas, le molestaba mi personalidad, que yo brillara; por él rechacé varias ofertas de trabajo y un intercambio académico para estudiar en Italia”, explicó la egresada de la Universidad Iberoamericana.

Aunque estas características se presentaron a lo largo del noviazgo, la joven confiesa que contrajo nupcias debido a la presión social y familiar, con el objetivo de cumplir la tradición de formar una familia a temprana edad.

Pero enferma física y emocionalmente, al ver cada vez más una actitud agresiva y comprender que también estaba arruinando su trayectoria profesional, decidió divorciarse sin importarle el rechazo público.

Todo estaba negro, pero me di cuenta que era una fregona porque cada problema lo solucionaba, en verdad, podía y eso me dio la confianza para mandar a todos muy lejos y ser como en verdad soy: inquieta, extrovertida y libre".

DELÍNEA SU SELLO

Luego de demostrar con creces su capacidad para liderar la mueblería que fundó su papá, Jassan Akabani, en 1993, llamada Nasser Muebles, ahora como directora general de ésta, Jalida impone su estilo.

“Al día siguiente que terminé la licenciatura, en 2017, entré a trabajar formalmente, aunque mi primera venta la hice a los 14 años y luego fui gerente de tienda durante un semestre; mi destino siempre ha estado aqu흔, afirmó la diseñadora de indumentaria y moda.

 

Primero cambié el color del logo a uno más elegante y, en 2018, me fui a diversas ferias al extranjero para traer nuevos conceptos, algo mucho más moderno, que atrajera a diferentes segmentos".

Es así como el 20 por ciento de sus artículos es de origen italiano, canadiense, estadounidense y chino, mientras que el otro 80 por ciento es producido en la capital mexicana, Guadalajara y Monterrey, todo seleccionado y supervisado por ella.

De igual modo, hace seis meses, la chica de ascendencia siria creó su firma de interiorismo homónima, la cual ofrece el servicio de acabados y diseño.