La raíz de estas oquedades es el debilitamiento del suelo, principalmente por el paso de agua, explicó Carlos Valdés González, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM y ex titular del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).

Esto puede ocurrir en un terreno duro de roca caliza que se va diluyendo, generando grutas o cenotes, o en suelo más arcilloso, como es al oriente de la CDMX o en el caso de Puebla.

El especialista precisó que en el socavón de Santa María Zacatepec, el suelo está formado por material volcánico -cenizas, tefra, lapilli- que es fino y fácilmente desmoronable.

El también ex jefe del Servicio Sismológico Nacional, actualmente a cargo del Centro de Estudios Mexicanos (CEM) de la UNAM en Costa Rica, dijo que no es fortuito que varios de estos eventos ocurran en zonas agrícolas, pues se trata de suelos fértiles en donde hay movimiento o circulación del agua subterránea.

Y es que los cambios en el nivel y movimiento de aguas freáticas, tanto por lluvias intensas que lo saturan como por la extracción para la agricultura o la industria, propician la remoción de las partículas más finas y el suelo pierde cohesión.

Una de las evaluaciones que pueden llevarse a cabo de manera preventiva es el estudio con georradar.

Esto es un aparato que parece una carreola y que lleva un radar de penetración de suelos.

“Y lo que hace es que este aparatito está mandando una señal con muy alta frecuencia que penetra, los más poderosos hasta unos 11 o 12 metros de profundidad; regresa la señal y podemos interpretar que el suelo tiene una composición diferente, que está presentando huecos o mayor humedad. Y esto nos puede ayudar a delimitar esa zona”, dijo el experto.

En 2010, uno de casi 30 metros de diámetro y 60 de profundidad desapareció un par de edificaciones en Guatemala.

“Cuando ve uno esas fotografías es impresionante porque es como una pesadilla imaginarse que está uno en su casa y que de repente se lo traga (un socavón)”, expresó el ingeniero geofísico por la UNAM y doctor en geofísica por la Universidad de Wisconsin-Madison.

De acuerdo con Valdés González, dentro de la clasificación de riesgos geológicos están considerados los hundimientos, entre los cuales podrían catalogarse a los socavones.

La formación de uno muy grande en una zona urbana densamente poblada no deja de ser un escenario ante el cual estar alertas y actuar preventivamente.