Hoy se cumplen 35 años de la gesta de Diego Armando Maradona, caudillo de Argentina, al ganar el Mundial de 1986.

A 35 años de la gesta

Un 29 de junio de 1986, Diego Armando Maradona (qepd) escribía el desenlace idóneo a su brillantez en la Copa del Mundo.

Aun sin el trofeo en sus manos, el 10 ya era inmortal.

Lo era porque pasó a la historia por “la mano de Dios”; lo era porque solo él imaginó el gol más emblemático en las Copas del Mundo.

“¿De qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina”, narró Víctor Hugo Morales, en una descripción a la altura de aquel momento en los Cuartos de Final contra Inglaterra.

En el Mundial de México 1986, la Albiceleste venció a Corea del Sur y a Bulgaria en Fase de Grupos y empató frente a Italia. En Octavos despachó a Uruguay, después a Inglaterra, en la Semifinal a Bélgica y finalmente en el duelo por el título dio cuenta de Alemania.

A 35 años del final perfecto, revive con CANCHA los 7 momentos emblemáticos que marcaron el paso de Diego y Argentina en la Copa del Mundo celebrada en México.

1. Gracias a una naranja 

Cuenta Fernando Signorini, por años preparador físico de Maradona, que el 10 de la Albiceleste confeccionó desde la infancia el más estético de sus goles.

“Alguna vez Diego me dijo que el gol a los ingleses empezó a hacerlo de pibe,  cuando se tomaba el tren para ir a entrenar.

“En la entrada al andén había un puesto de frutas. Manoteaba al pasar una naranja y salía disparado, esquivando a la multitud que subía y bajaba del tren”, expresó.

2. La mano de Dios

El Argentina-Inglaterra de los Cuartos de Final del Mundial de 1986 estuvo cargado de simbolismos; no faltó quien viera en ese juego una oportunidad de vengar la derrota en la Guerra de las Malvinas.

Todavía en ese año existía una enorme tensión diplomática entre ambos países.

Diego Armando Maradona, con un balón de por medio, humilló a los orgullosos ingleses.

El primer gol fue una mano descomunal. Parece que todos la vieron, menos los integrantes del cuerpo arbitral que cayeron redonditos en el garlito de que un jugador de 1.65 metros de estatura podía superar con un cabezazo a un portero (Peter Shilton) de 1.83 y quien, además, tenía la ventaja de la extensión de sus manos.

A la jugada le sobraron atributos para ser bautizada como “La mano de Dios”.

3. La fortuna de Hodge

El inglés Steve Hodge tiene una enorme fortuna, en toda la acepción de la palabra.

Es un misterio el porqué de la negativa del “Pelusa” para intercambiar su jersey en la cancha, pero sí hacerlo fuera de ella con el primero que se lo pidió.

Steve Hodge se quedó la legendaria playera que utilizó Diego en aquella victoria de los Cuartos de Final. Es más, hasta escribió un libro titulado “El hombre con la camiseta de Maradona”.

El artículo está valuado en 350 mil dólares. Seguro en una subasta le sacaría mucho más. Él prefirió donarla al Museo Británico, en Londres.

4. La playera pirata

Óscar Ruggeri, aquel ex jugador americanista y campeón del mundo con Argentina de 1986, despejó las dudas, si quedaban algunas, de la playera con la que jugaron aquel partido contra Inglaterra.
 
“Jugamos con los uruguayos, teníamos la azul, la intercambiamos con ellos. Sortean con los ingleses, nos toca jugar con la playera azul otra vez… tuvimos que comprar. Fueron a Tepito. Héctor Miguel (Zelada, portero del América) conocía y mandó a un utilero con mochila que iba y venía.
 
“Las encargadas de darnos de comer fueron las mismas que nos ayudaron a planchar los números en la espalda del jersey”, contó en un programa de la televisión argentina.
 
Argentina tenía su campamento en Coapa. Fueron las costureras del club azulcrema las que cosieron el escudo, sin que nadie prestara mucha atención a que el mismo no traía los simbólicos laureles.
 

 

5. El hombre que salvó el mito

De no ser por Julio Olarticochea, el mito de Diego Armando Maradona en 1986 pudo desmoronarse.

La historia cuenta que el lateral derecho estaba cansado de la Selección de Argentina, así que decidió no ir al Mundial de 1986.

Carlos Salvador Bilardo era uno de esos técnicos obsesivos, que no dejaba que se le escapara detalle alguno. En ese tiempo ya tenía la idea de implementar la línea de cinco, una revolución táctica, pero en la que necesitaba a jugadores todo terreno por las bandas y en ese sentido nadie mejor que el entonces futbolista de Boca Juniors.

Loco como él solo, el técnico se paró en una caseta por la que sabía que iba a pasar Olarticochea, quien recién había terminado un partido con los Xeneizes. Al futbolista le molestó dicha irrupción, pero el mal humor pronto se le quitó ante lo curioso de la escena. El técnico le explicó sobre unos ladrillos la propuesta táctica. Lo convenció de viajar a México.

Olarticochea evitó, sobre la línea de gol, que el balón entrara en los últimos minutos del partido contra Argentina. Esa anotación habría enviado el duelo a la prórroga y la gesta de Maradona quizá no habría gozado del desenlace ideal.

6. Alcatraz y el enojo de Bilardo

La mayoría de los futbolistas odia las concentraciones. Es por eso que algunos técnicos han optado en tiempos recientes en reunir a la plantilla hasta el día del partido. Entienden que la salud emocional impera.

Argentina no era la excepción. Los jugadores comparaban la concentración durante el Mundial con un encierro en Alcatraz, la famosa prisión en San Francisco, de la que presuntamente nadie escapaba.

De lo que sí huían los elementos de la Albiceleste era del yugo de Carlos Salvador Bilardo, quien enfurecía al enterarse de las reuniones secretas que organizaban sus jugadores, quien sabe si para hablar de táctica.

7. Maradona, la deidad

Los argentinos le perdonan todo a Diego Armando Maradona.

En tiempos en los que el país sufría, tras la dictadura que destrozó a miles de familias, un bajito jugador (de apenas 1.65 metros de estatura) los guió a lo más alto en el deporte.

Diego incluso tiene una Iglesia, a ese grado.

No se conformó con destrozar ingleses en Cuartos. Le marcó los goles a Bélgica en el 2-0 de la Semifinal, y se echó al equipo al hombro en la Final contra Alemania Federal.

Con el partido empatado 2-2, puso un pase de genio a Jorge Luis Burruchaga para el gol de la victoria, el de la segunda Copa del Mundo para Argentina.