Detrás de un gran atleta siempre hay todo un equipo que ayuda al crecimiento personal y profesional.
En el caso de Mateo, sus papás, Pepe Montaño y Angélica Patiño, son la dupla maravilla que ha hecho realidad sus sueños en el deporte motor.
“Creo mucho en Dios y estoy agradecido por el niño que me ha tocado. Si bien podrían no dedicarse al automovilismo, es un extra que esté en este momento haciendo karting y ganando carreras, y mientras él esté feliz, yo también”, comenta orgulloso Montaño, quien tiene una trayectoria de 29 años como piloto en seriales nacionales.
“Le vimos cualidades, lo empezamos a entrenar, a trabajar con él mucho y me di cuenta que le gustaba porque me pedía venir a la pista y así empezó todo”.
Angie es la que más sufre cuando hay competencia por los riesgos que puede haber en la pista y, aunque no deja de preocuparse por su hijo, destaca la fortaleza mental del pequeño a la hora de reponerse ante situaciones poco favorables.
“En competencias donde el nivel es muy alto, como en Inglaterra, los niños prácticamente van muy cerca uno del otro y el corazón se me sale, pero trato de contenerme. Sé que lo hace bien porque su papá lo ha entrenado muy bien”, asegura.
“Mentalmente, tiene una fortaleza muy grande y justo en situaciones donde lo sacan (de la pista) él se recupera y se vuelve a posicionar en el lugar en el que venía o más adelante. Tiene un psicólogo deportivo que lo ayuda y nosotros, como papás, le damos un entorno de mucho amor”.
Tal y como recuerda Mateo, la noticia sobre su participación como embajador del GP de CDMX se la dieron cuando estaban en Inglaterra a través de un mensaje de parte del director de marketing del evento, Rodrigo Sánchez.
“No me ha caído el 20, estoy muy agradecido con el equipo del Gran Premio de México por confiar en Mateo y por poner la imagen en alguien tan pequeñito”, recuerda Pepe.
Del 5 al 7 de noviembre próximo, Mateo y su familia acudirán al Autódromo Hermanos Rodríguez para disfrutar de la Fórmula Uno.