El Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, cumplió este domingo 14 años consecutivos en el poder con un absoluto control político y militar, situación que le ha permitido ejercer un notorio dominio sobre sus opositores. 

Aliado de Cuba, Rusia y Venezuela, y enemistado con Estados Unidos, Ortega tiene la mirada puesta en un nuevo mandato de otros cinco años. 

El ex guerrillero sandinista de 75 años —quien retornó al poder el 10 de enero de 2007 tras coordinar una Junta de Gobierno de 1979 a 1985 y presidir por primera vez el país de 1985 a 1990— buscará, junto con su esposa y Vicepresidenta  Rosario Murillo, hacerse con su cuarta reelección, y tercera consecutiva, al frente del Ejecutivo nicaragüense en los comicios del próximo 7 de noviembre. 

Ortega ha promovido leyes con las que, a discreción, puede etiquetarse como “traidores a la patria” o “agentes extranjeros” a sus opositores, quienes lo catalogan como un “dictador”, situación que promueve vetos a candidaturas contrarias al oficialismo. 

Mandato en un país empobrecido y polarizado

El líder sandinista, quien dirige el país más empobrecido de Centroamérica y el tercero más pobre del continente, aplastó a la fuerza la revuelta popular que estalló en abril de 2018 a raíz de una controvertida reforma a la seguridad social. Las confortaciones dejaron cientos de muertos, detenidos y decenas de miles en el exilio. 

Ortega se refirió a dicho acontecimiento como un “fallido intento de golpe de Estado”.

Desde entonces, cualquier disenso o protesta ha sido neutralizado por la Policía Nacional de Nicaragua, ente dirigido por el consuegro del Presidente, Francisco Díaz, y del que Ortega siempre se ha expresado favorablemente. 

“Ortega es un dictador capaz de cualquier cosa para mantenerse en el poder”, comentó a EFE el político opositor Eliseo Núñez, para quien “luchar contra un dictador es una obligación, no una opción”. 

Muchos de sus críticos han citado una frase del antiguo “comandante de la Revolución SandinistaTomás Borge para hacer mención al régimen de Ortega: “Todo puede pasar aquí (en Nicaragua), menos que el Frente Sandinista pierda el poder (…). Yo le decía a Daniel Ortega: podemos pagar cualquier precio, digan lo que digan, lo único que no podemos perder es el poder, y hagamos lo que tengamos que hacer”. 

 
“Dictadura cruel”

Para el dirigente Juan Sebastián Chamorro, “Nicaragua sigue estando bajo la bota de una dictadura cruel”, quien añadió que “así como terminó la dictadura de entonces” —en referencia a la de la familia Somoza (1937-1979)— “así terminará la actual. Volveremos a ser República”.

El jefe de Estado nicaragüense, un otrora guerrillero con ideales marxistas, nostálgico confeso de la “Guerra Fría”, regresó al poder con un 38% de los votos, suma que fue suficiente de cara a la división de las fuerzas liberales y conservadoras en 2007.

“Ortega retornó al poder por la ruta que le pavimentó el pacto (con el ex Presidente Arnoldo Alemán 1997-2002), el cual, dicho sea de paso, le posibilitó desmantelar, con el apoyo de la bancada del PLC (Partido Liberal Constitucionalista), la precaria institucionalidad, imponer fraudes electorales, reprimir, cooptar al Ejército y a la Policía, reelegirse y consolidar su dictadura”, anotó el disidente sandinista Enrique Sáenz en un escrito.

“De por medio estuvo también el pacto con los grupos empresariales más prominentes”, agregó Sáenz.

No obstante, la alianza de consenso con el sector privado que Ortega mantenía se debilitó tras las manifestaciones antigubernamentales que estallaron en abril de 2018.

Alcance, poder e influencia 

Actualmente, Ortega es considerado por distintos sectores como el Presidente de Nicaragua que más poder ha aglutinado desde Anastasio Somoza Debayle, debido a que su partido, el FSLN, domina los cuatro mandos del Estado —Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral—, así como la mayoría de los Gobiernos municipales.

Conjuntamente, el líder sandinista es el jefe supremo de la Policía Nacional y del Ejército, órganos fundamentales de su plataforma de Gobierno.

De acuerdo con distintos sectores, incluido el episcopado nicaragüense, Ortega ha apuntalado la perpetuación en el ejercicio del poder, la concentración del poder en unos pocos, sobre todo entre familiares, el control social mediante organismos partidarios y la militarización del Estado.

Asimismo, la oposición lo ha acusado de haber destruido el incipiente sistema democrático de la nación y dinamitado los cimientos de la República.

Todos estos señalamientos, replicados por voces internacionales como EU, Canadá, la Unión Europea y Reino Unido, han sido constantemente rechazados por el régimen nicaragüense.

Con información de EFE.