Tributo Arturo Torres (1956 - 2021)

Feliz abuelo. Arturo Torres Garibay (q.e.p.d.) con Cristóbal García, su nieto / Foto de Cortesía

El empresario Arturo Torres Garibay falleció el 14 de enero, a los 64 años de edad, y la sociedad tapatía lamenta su partida.
Era reconocido como uno de los líderes empresariales más importantes de Guadalajara gracias a Minelli, la marca de calzado que, aunque hoy en día no está operando, llegó a tener alrededor de 50 tiendas distribuidas en toda la República Mexicana.
Según compartió Enrique Luna, presidente de la Cámara de la Industria del Calzado del Estado de Jalisco (CICEJ), Arturo marcó un antes y un después en el sector zapatero de la región.
“Para la industria es alguien que extrañamos porque después de él ya no ha habido nadie que tenga esa capacidad de empuje, de innovación y de empresario”, afirmó.
En los últimos años, Arturo se había dedicado al sector de bienes raíces.

Compañero de vida

Arturo y Alicia en San Carlos de Bariloche, Argentina / Foto de Cortesía

“Usualmente, cuando muere una persona, se exaltan sus cualidades y se minimizan sus defectos”, expresa Alicia Maciel Ramírez, quien estuvo casada con Arturo por 42 años.
“Con Arturo no puede ser de otra forma. Todos los que cruzaron por su vida no podrán negar que él tenía una gran personalidad. Era tierno, romántico, alegre, observador, ocurrente, generoso, trabajador, creativo y divertido.
“Tenía un gran corazón en el que habitaban todos sus seres queridos, y siempre en primer lugar estábamos yo, nuestros hijos y nietos; sus papás, que adoró siempre y nunca dejó de demostrárselos.
“También estaban sus hermanos, amigos, yernos, empleados. En fin, encontraba en cada una de las personas que formaban su vida una gran cualidad, y la aplaudía y celebraba. Mi gordo era explosivo e intenso, pero noble y amoroso. En fin, nos deja un gran vacío, tan grande como él. Que Dios lo tenga en su gloria”.
Alicia agrega que le gustaría agradecer a toda la gente que conoció a su marido por todo el cariño que le brindaron, y que le siguen demostrando ahora, al recordarlo con amor y al acompañarla a ella y a toda su familia.

Hombre de familia

Una de las fotos favoritas de la familia Torres Maciel: en ella aparecen Alicia Maciel
Ramírez, Arturo Torres Garibay, Fernanda Torres, Arturo Torres y Alejandra Torres
en Santa Bárbara, California / Foto de Cortesía

Alejandra, Fernanda y Arturo Torres Maciel, hijos de Arturo, también quieren dedicarle unas palabras a su papá.
Sus hijas lo describen como un excelente ser humano: un hombre generoso, un gran maestro y guía; alguien noble, alegre, carismático, feliz, honesto, trabajador y organizado; un excelente padre, esposo y amigo.
Agregan que siempre pensaba en los demás y se preocupaba por que todo mundo estuviera bien; era un gran anfitrión, ya que siempre daba lo mejor para que sus invitados pasaran un rato agradable.
“Lo más importante era su corazón”, expresa Alejandra. “¡Demostraba que era una persona fuerte, y hasta imponía demasiado! Pero al final estaba hecho de puro amor. Definitivamente es, y será, siempre único.
“Sabemos que el tiempo que vivió aquí lo vivió al máximo, y no nomás es algo que decimos nosotras; es algo que dice mil gente, todos los que tuvieron la fortuna de conocerlo. ¡Comió, bebió, compró, festejó y viajó como loco! A donde quería, ¡iba! Y lo mejor es que era un deleite ver cómo cada una de esas cosas las disfrutaba al mil por ciento.
“Papá, te amamos, y sabemos que cada día que pase te extrañaremos muchísimo”, añade Fernanda. “Pero sabemos que, mientras estemos vivos, vivirás para siempre en nuestros recuerdos, y lo único que nos queda es honrarte como mereces, gozar y disfrutar de la vida como lo hacías tú, y aplicar todo lo que nos enseñaste.
“No cabe duda de que somos los más afortunados de haberte tenido como papá. Cuando alguien al que amas se convierte en un recuerdo, la memoria se convierte en un tesoro”.
Por su parte, Arturo, el hijo más chico de la familia, dice que tanto él como sus hermanas recordarán a su papá como un auténtico maestro de la vida y como una persona llena de amor. Lo describe como alguien que era guiado por sus sentimientos, pues sus acciones revelaban sus verdaderos deseos y aspiraciones.
“Nuestro papá es quizá la máxima expresión de un humano con todas sus virtudes y defectos”, dice Arturo hijo. “Siempre auténtico, siempre genuino, siempre benevolente, siempre positivo. Tenía una mano fuerte, pero tierna a la vez; era ambicioso, pero siempre reconocía y agradecía. Era orgulloso, pero a la vez pedía perdón y no guardaba rencor.
“Era valiente y con mucho coraje, pero a la vez se abría con humildad a sus miedos para enfrentarlos. Él, a su propia manera, nos mostraba las consecuencias de la vida; nos enseñaba en su ejemplo, y nos proyectaba las buenas intenciones de sus errores.
“Al final, nuestro papá fue un increíble ser humano cuya vida vivió la de miles, y aún tenía toda la intención de seguir viviendo. Sin embargo, una de las cosas que más extrañaremos de nuestro papá era una filosofía muy sencilla: no compliques la vida, y seamos felices. Siempre tenía como objetivo principal disfrutar y deleitar las bellas oportunidades que la vida nos da como personas.
“A donde ponía su mirada trabajaba con arduo esfuerzo para conseguirlo. Fue una persona que cumplió al pie de la letra su propia definición de éxito, y eso es admirable. Ser feliz: al final eso era todo, ser feliz”.

Alicia, Arturo y Alejandra en Whistler, Canadá; Arturo amaba andar en bicicleta / Foto de Cortesía 

Alicia y Arturo con Cristóbal, su nieto, en Mammoth Mountain, Estados Unidos,
durante la Navidad de 2019 / Foto de Cortesía

Alicia, Arturo, Cristóbal y Alejandra en el Parque Nacional de Yosemite, Estados Unidos / Foto de Cortesía

Testimonios

Rogelio Torres Garibay, hermano

Pilar Tostado y Rogelio Torres Garibay / Foto de Rodolfo Lasso 

“Recordaré a Arturo como el hermano que nos unía siempre, y como el líder que nos guiaba; quien tomó las riendas de la familia. Era un campeón y un hermano amadísimo. Le encantaban los convivios porque gozaba de ser anfitrión, y era el mejor. ¡No conozco a otro como él! ¡Te hacía sentir bienvenido e importante! Le decíamos Brox porque no podía pronunciar la doble r en francés, o Cáche de Chechetón, que es como le decía el portero (Jorge) García Rulfo. Por eso le digo ‘¡hermoso Cáche, te nos fuiste muy pronto! Me adoptaste a los 17 años en octubre de 1979, y en el día de tu boda, al despedirnos, me encargaste tus coches, y dijiste que le echara un ojo a tus talleres (así le decía a las pequeñas fábricas de zapatos) en lo que regresabas de tu corta luna de miel, que solo duró ocho días. ¡De ahí en adelante fuiste mi guía, mi mentor y mi ejemplo a seguir! Viste mi entusiasmo, ¡y me diste la oportunidad de seguir tu camino en el medio zapatero! ¡Te estoy, y estaré, eternamente agradecido por haberme enseñado lo que sé hacer! ¡Lo que soy y tengo es por tus enseñanzas! Aún dentro del dolor y la tristeza, las manifestaciones de amor y reconocimiento que hemos recibido de tanta gente dan alivio al alma. Como bien dice Arturito, mi sobrino, no debemos preocuparnos en inmortalizarte, pues tú ya lo has hecho. Es imposible retirar tu huella del corazón de tantas personas que tocaste. Queda la satisfacción y el orgullo de tu trayectoria, que es un ejemplo que permanecerá como testimonio de un ser que trasciende por sus logros en todos los ámbitos. No hay palabras que puedan expresar mi dolor ante tu pérdida tan repentina. Mi tranquilidad es que sé que, donde te encuentras, estás mejor. Te voy a extrañar muchísimo y me vas a hacer mucha falta. Te recordaré siempre, y me quedo con esa peculiar sonrisa tuya grabada en mi corazón hasta que nos reencontremos, y nos volvamos a fundir en un abrazo eterno. ¡Te quiero, Brox, y te querré siempre!'”

Rogelio Torres Garibay, hermano

Carlos Torres Garibay, hermano

Carlos Torres Garibay / Foto de Lorena Padilla

“Arturo fue un gran ser humano, seguro de sí mismo, y con la cualidad de hacer sentir importante a quien estuviese con él. Le doy gracias a Dios de haberme dado a mi Bross”.

Carlos Torres Garibay, hermano

Luis Fernando Maciel, cuñado

Luis Fernando Maciel, Juan Pablo Ladrón de Guevara y Rubén Pérez / Foto de Gabriela De Camarena

“Arturo siempre prefirió el trabajo, veneró a sus padres, y nunca tuvo miedo de emprender. Nos decía ‘sé correcto, trabajador y constante. Lo más importante es la familia. Trátala con amor y respeto, y así, siempre permanecerá unida’. Siempre supo el momento de ser amigo, cuñado, hermano, cómplice, y un alentador de superación. Su fortaleza eran Ali, Ale, Fer, Arturo, el joven Alex, el joven Pablo; y su alma, Cristóbal. Una cosa me queda clara: las charlas de música y gozar en Chapala nunca terminarán”.

Luis Fernando Maciel, cuñado

Alex García Méndez, yerno

Alex García Méndez y Ale Torres / Foto de Susana Espinola

“Arturo fue mucho más que un suegro para nosotros. Fue un excelente amigo, un gran maestro en toda la extensión de la palabra, un gran compañero de viaje, un gran empresario, excelente hijo, hermano, papá y abuelo. En pocas palabras, un gran líder. Lo recordaremos como alguien que nos enseñó a disfrutar cada momento de la vida. A apreciar todos y cada uno de los atardeceres; cada bocadillo, cada drink, la compañía, y el lugar donde estuviéramos. Lo que más vamos a extrañar de él es su presencia y apoyo incondicional, junto con sus banquetes, sus bromas y su música. Nunca olvidaremos que siempre, en todos los viajes, en momentos inesperados de búsquedas de saber dónde estaba, siempre lo encontrábamos boleándose los zapatos, o lavando los carros sin preocuparse del caos”.

Alex García Méndez, yerno

Alberto Mora Ibáñez, compadre

Beatriz y Alberto Mora / Foto de Rodolfo Lasso

“Arturo fue un amigo incondicional desde la infancia hasta su partida, era como mi hermano. Fue una persona con una gran calidad humana que tomaba cada meta con amor, disciplina, y con mucha intensidad. Fue un gran amigo, esposo, padre y abuelo. Lo recordaré por todos esos momentos de alegría que vivimos plenamente, y por su intensidad para vivir la vida, ya que no había imposibles para él. Lo recordaré como mi hermano por siempre, y dejó el ejemplo de cómo vivir una vida plena. Además, éramos compadres dobles: yo de su hijo, y él de mi hija”.
Alberto Mora Ibáñez, compadre

Álvaro Vértiz, compadre

Arturo con Álvaro Vértiz en el Glaciar Perito Moreno de Argentina / Foto de Cortesía

“Recordaré a Arturo como uno de mis mejores amigos, y lo que más voy a extrañar de él es su alegría. ¡Convivir con mi compadre era toda una anécdota!”

Álvaro Vértiz, compadre

Jorge García Rulfo Aguinaga, amigo

Jorge García Rulfo y Olga Guerra / Foto de Rodolfo Lasso

“Arturito era de mis mejores amigos, era como un hermano. Lo voy a recordar con un gran cariño, y como una persona que me deja un muy grande vacío en mi corazón, ya que compartimos muchos viajes e inolvidables momentos juntos y con nuestras familias, desde las cenas de casi todos los viernes, a sus llamadas, sus bromas, y tantos detalles innumerables para conmigo y mi familia. Hay muchas anécdotas con él, pero las que más me gustan era cuando en los restaurantes nos quedábamos hasta el final, y siempre pidiendo la de la cortesía de la casa, o la caminera, pero casi siempre la terminábamos pagando. Lo quiero mucho, y en paz descanse mi compadre”.

Jorge García Rulfo Aguinaga, amigo

Hugo Romo Monraz, amigo

Hugo Romo Monraz y Marisela Esqueda de Romo / Foto de Sofía Peregrina

“Arturo fue mi gran amigo desde la infancia. Nos decíamos compadres aunque nunca lo fuimos. Era sumamente alegre, inquieto, trabajador, mandón, pero noble. Sus pasiones eran el Lago de Chapala, la música, la comida y las reuniones con sus amigos. Adoraba a su familia, y su Alice, como él le decía a su esposa, siempre estaba al pendiente de él. Fue fundador del grupo de los Sexagenarios, y siempre estaba al pendiente de juntarnos. Desde jóvenes fuimos grandes amigos, compartiendo momentos inolvidables, sin olvidar las visitas a los tacos y los dogos. Extrañaré su presencia en las reuniones de los jueves con los amigos, las comidas en Chapala con su familia, y los recorridos en bicicleta. Después de nuestras reuniones me llevaba a mi casa y nos pasábamos varias horas escuchando música. Esperábamos compartir viajes juntos en las motos. Lo extrañaré y recordaré siempre”.

Hugo Romo Monraz, amigo