La vida y obra de este Benemérito del Estado, consagrada a la asistencia filantrópica, educación superior, investigación científica e histórica y al servicio público, con profunda proyección al beneficio comunitario, lo erige en el paradigma de los valores más universales de los mexicanos.
Nacido en Guadalajara, Jalisco, llegó a Monterrey en 1833 desplegando una inusitada actividad contra la mortal epidemia de colera morbus y desde entonces no abandonó a los regiomontanos, siendo precursor de la salubridad pública en Nuevo León.
Como médico jamás cobró un centavo a nadie y los donativos que recibía, en efectivo o en especie, los repartía entre los más humildes.
Promotor incansable de la creación del Colegio Civil, donde fungiría como maestro y varias veces como director, fundando ahí mismo en 1858 la Escuela de Medicina y un año después el Hospital Civil.
Fue Gobernador constitucional (1872-1873) e interino (1870, 1871 y 1874) y diputado local (1849, 1869 y 1871).
La magnitud de su legado fecundo y generoso arraigó tanto en el corazón del pueblo que se levanta al nivel de una figura inmortal.