Con base en la magnitud de las destrucciones registradas de campos de amapola y su recurrencia, las organizaciones identificaron a un grupo de 59 municipios que denominaron municipios amapoleros. Estos son:

LOS DATOS

La amapola se cultiva en el Triángulo Dorado (Sinaloa, Durango, Chihuahua) desde hace más de 60 años, y desde hace casi 40 en Guerrero. Más de cuatro generaciones de residentes han estado activos en la producción de amapola.

De acuerdo con el “Proyecto Amapola: Las deudas del opio”, en los territorios de cultivo de adormidera, entre el 70 y el 95 por ciento de la población –hombres, mujeres y niños– trabaja o se gana la vida a través de actividades relacionadas directa o indirectamente con el opio.

Entre 2003 y 2019, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) registró destrucciones de amapola en 835 de los 2 mil 465 municipios del País. El Gobierno estadounidense afirma que en 2016 el país tenía 32 mil hectáreas de producción de opio, y 44 mil 100 en 2017.

UN FENÓMENO ECONÓMICO

Noria Research señaló que las amapolas no tienen raíces tradicionales en México, sino que se trata más bien de un fenómeno económico, una producción alimentada por una demanda y un mercado, “aunque esto no impide que la flor se integre en las prácticas culturales”.

EL BOOM

El proyecto asegura que el boom de la amapola a partir de 1980-1990 representa un giro brutal que trastornó las perspectivas de trabajo, las relaciones entre espacios rurales y urbanos, y la forma en que se relaciona el Estado mexicano con sus márgenes.

Según la investigación, el boom de la amapola está asociado a las reformas estructurales implementadas en las décadas de los 80 y 90 que culminaron con la firma del Tratado de Libre Comercio (TLCAN-1994).

“Esto transformó ciertas áreas en potencias agrícolas regionales e internacionales (como Sinaloa o Michoacán), al tiempo que convirtió cada vez más a otras, como Guerrero, en fuentes de mano de obra barata”, indicó.

Asimismo, observó que a nivel local, la producción de amapola no es un secreto.

“Las personas en las zonas de producción saben dónde y cuándo se cultivan las amapolas y quién las cultiva. Esto incluye autoridades y fuerzas públicas. El boom de los cultivos ilícitos, entonces, no se da a espaldas del Estado sino que se articula con intereses político-económicos que no han sido suficientemente estudiados”.

LOS PRECIOS

Las estimaciones del precio promedio ofrecido a los campesinos por kilo de goma (en pesos mexicanos) son:

-16 mil pesos / kilo a nivel nacional ($ 770 USD / kilo): Sinaloa, 17 mil pesos el kilo ($ 820 USD / kilo), y en Guerrero, 15 mil pesos el kilo ($ 725 USD / kilo).

-Las variaciones son grandes dentro de las regiones productoras: en Guerrero (el principal productor de México) los precios oscilan entre $ 8 mil / kilo ($ 380 USD / kilo) en la Montaña a 21 mil ($ 1,000 USD / kilo) en la Sierra.

LAS CONCLUSIONES

De acuerdo con la investigación, la producción de amapola se ha relacionado con el campesinado.

“Los altos precios que se mantuvieron entre los años noventa y 2017 contribuyeron a limitar la migración (excepto en la región de Montaña de Guerrero). Sin embargo, la crisis de 2017 provocó un nuevo éxodo de trabajadores hacia las ciudades y polos de la agroindustria en las zonas del norte de México”, indicó.

Del mismo modo, refiere que los precios de la goma se han recuperado desde mediados de 2020. Sin embargo, apuntó, la crisis de 2017 aún tiene dramáticas consecuencias sociales que se sienten aún más agudamente en las regiones indígenas (la Montaña de Guerrero y la Sierra de Nayarit).

“La pandemia de Covid-19 ha agravado tal precariedad sin debilitar el tráfico de drogas de manera sustancial”, añadió.