Apenas el 14 de febrero, se reveló que cinco Obispos, uno de ellos emérito, y sacerdotes destacados de Guerrero decidieron negociar y pactar con capos del narcotráfico para frenar las balaceras y asesinatos.
En el caso de Chilpancingo, municipio gobernado por la morenista Otilia Hernández, los líderes religiosos alcanzaron un acuerdo para que “Los Tlacos” y “Los Ardillos” cesaran ataques contra transportistas.
Sin embargo, en otras regiones de la entidad, la cual es gobernada por la también morenista Evelyn Salgado, los líderes de esos grupos, así como de “La Familia Michoacana” se negaron a pactar.