Este tradicional género mexicano surge del sincretismo de la cultura nativa y de la española a finales del siglo 18 y a principios del 19. En ese periodo surgieron ensambles en distintas comunidades rurales del Occidente de México, que combinaban instrumentos de cuerda traídos de Europa, con patrones de ritmos africanos y estilos nativos de baile, describe el investigador y etnomusicólogo de la Universidad de Guadalajara, Héctor Villicaña Torres.

En lo que los académicos y expertos en la historia del mariachi no se han puesto de acuerdo es en cuál es la cuna definitiva del mariachi. Aunque el compositor Manuel Esperón aseguró en su canción que “de Cocula es el mariachi, de Tecalitlán los sones”, en realidad el mariachi no tiene acta de nacimiento, advierte Ignacio Bonilla, experto en cultura popular.

“El acuerdo que hay entre especialistas e investigadores es que la cuna del mariachi está en el Occidente de México, claro que de Cocula es el mariachi, pero también es de todo el sur de Jalisco, de Colima, de Nayarit y de Michoacán”, recalca Bonilla, fundador del Encuentro Nacional de Mariachi Tradicional.

El mariachi vive desde hace más de 200 años, pero como en todos los aspectos de la cultura popular, su evolución se cocinó a fuego lento: primero como un conjunto de dos violines y una guitarra, luego se agregó la vihuela, el guitarrón; poco a poco fue creciendo y se fue conformando con instrumentos de puras cuerdas, hasta que en la década de los 30, aproximadamente, se agregaron las trompetas y se cambió el traje tradicional, por el de charro”, completa el experto en cultura popular, Ignacio Bonilla.

Aunque hay diversas teorías sobre origen del nombre de este género musical, varios académicos resaltan que viene de una población de Nayarit, cercana al Río Santiago, en donde existían ensambles sonoros de cuerdas, recuerda Héctor Villicaña Torres, autor de la Guía para la Enseñanza de la Cultura del Mariachi.

 

El nombre de mariachi También se ha atribuido a un vocablo francés, en la época de la intervención francesa, cuando unos soldados de aquel país se encontraron con una fiesta de bodas en un poblado de Jalisco animada por un grupo de cuerdas, al que denominaron “mariage”, que significa matrimonio en francés. 

Desde las primeras décadas del siglo pasado, el mariachi empezó su proceso de internacionalización gracias a varias películas de la época de oro del cine mexicano, que incluye al primer filme sonoro Santa (1932) y Allá en el Rancho Grande (1936). En la foto aparece el jalisciense Tito Guízar, uno de los protagonistas de esta cinta.

Las letras de las canciones de los mariachis hablan del amor a la tierra, la ciudad donde se vive, el país natal, la religión, la naturaleza, las mujeres mexicanas y la pujanza del país; la música mariachi transmite valores que fomentan el respeto del patrimonio natural de las regiones mexicanas y de la historia local, tanto en español como en las diversas lenguas indígenas del oeste del país”, describe la UNESCO, como uno de los valores que se tomó en cuenta para distinguir a esta expresión a nivel mundial.

Este género vernáculo se ha extendido con gran éxito fuera de las fronteras nacionales. Hay varios elementos simbólicos, como su poder de adaptabilidad a otros ritmos musicales. “Aunque suene raro hay más mariachis en el extranjero que en México, es un fenómeno muy particular, se forman agrupaciones en América Latina, Europa y en Asia, porque tiene muchos elementos simbólicos que llaman la atención de extranjeros y creemos que debe ser preservado y divulgado”, expresa Armando Cervantes Tinoco, quien ha sido catedrático en el Diplomado para la Enseñanza del Mariachi en la Secretaría de Cultura de Jalisco (SCJ). En la imagen el Mariachi Samurai, originario de Japón, se formó desde hace más de 20 años. 

Información: Rebeca Pérez Vega.
Fotos: Tomadas de internet. 

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