AL RITMO DEL PACÍFICO
En Mazatlán, Sinaloa, el malecón de 21 kilómetros invita a caminar entre esculturas y atardeceres, mientras que una travesía en kayak hacia Isla Venados abre la puerta al esnórquel en aguas serenas. Para vistas imponentes, el Faro de Mazatlán en el Cerro del Crestón ofrece panorámicas de mar y acantilados, y el Observatorio 1873, ubicado en el Cerro del Vigía, sorprende con su funicular y miradores. El Centro Histórico late con el teatro Ángela Peralta, cafés acogedores y el mercado Pino Suárez, donde aromas y antojos llenan el ambiente. Para cerrar el día, nada mejor que saborear tacos gobernador o un ceviche de sierra, emblemas de su cocina marina.



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Súbete a una pulmonía, taxi abierto típico —similar a un carrito de golf— perfecto para recorrer el malecón y el Centro.
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A PASO LENTO
Llega temprano al Pueblo Mágico de Bernal, en Querétaro, donde la Peña de Bernal domina el horizonte y marca el pulso del día. Tras admirar el monolito, recorre calles de cantera rosa con galerías artesanales, miradores perfectos para la foto y antojos irresistibles como helado de garambullo, pan de nata o de queso. En el templo de San Sebastián hallarás calma, mientras que en el zócalo, casonas y patios se revelan entre gorditas de maíz quebrado y dulces de leche quemada. Súmate a un recorrido en tranvía o camina por tu cuenta y, al caer la noche, la Peña bajo un cielo estrellado se convierte en escenario de astroturismo y silencio compartido.


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Reserva una cata en alguna bodega o recorre los distintos viñedos de la Ruta Arte, Queso y Vino.
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JOYA QUE ENAMORA
Oaxaca de Juárez se disfruta mejor a pie, con calma y en cada esquina. Comienza el día con chocolate de agua y pan de yema; después, adéntrate en los mercados tradicionales, donde moles, tlayudas, tasajo y nieves refrescan la ruta. Cruza el atrio de Santo Domingo y entra al Museo de las Culturas para asomarte a la historia local. Reserva un taller de alebrijes o barro negro en barrios artesanos en los que los maestros que enseñan lo que ningún manual transmite. Por la tarde, una cata en alguna mezcalería revela la esencia de este destilado; y la jornada culmina en una cena de autor, donde la tradición se sirve con un toque de modernidad.



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Sube a los barrios de Jalatlaco y Xochimilco para contemplar sus murales coloridos y cafés.
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PIEDRA QUE RESPIRA
En la selva sur de Quintana Roo, la Zona Arqueológica de Kohunlich abre un capítulo de piedra entre cantos de aves y hojas crujientes. A pesar que se desconoce el nombre original del asentamiento, Kohunlich proviene del inglés cohoon ridge (lomerío de corozos) en alusión a las palmas que crecen en esta región del Petén. El corazón del sitio es el Templo de los Mascarones, con seis esculturas monumentales en estuco que aún conservan trazos rojos y negros. A su alrededor, sacbés enlazan plazas, residencias y un juego de pelota que parece esperar rivales, recordando la grandeza de una ciudad que aún guarda secretos entre la vegetación.


Toma nota
Llega temprano, lleva agua, sombrero y repelente biodegradable; respeta senderos y no toques relieves de estuco.
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Información y diseño: Argelia Maupomé.
Fotos: Cortesía CPTQ, visitmazatlan.mx, queretaro.travel, oaxaca.travel .
Diseño: Grupo REFORMA
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