A 111 años de la Revolución Mexicana se presenta una aproximación a algunos de los escritores de México más revolucionarios.

Sin estar exentos de influencias y pertenecientes algunos a ciertas vanguardias, todos fueron considerados precursores en su momento, incluso hoy.

Son demoledores de forma y fondo, transgresores que protagonizaron rupturas y que abrieron caminos para los siguientes creadores.

Alfonso Reyes
(1889-1959)

No se puede entender el ensayo moderno en Hispanoamérica sin algunas de las obras del género firmadas por este miembro del Ateneo de la Juventud. Cuestiones estéticas, que cumple 110 años; Visión de Anáhuac, ese monumento-poema-ensayo; La experiencia literaria, Junta de sombras, Trayectoria de Goethe. Si hubiera que salvar de la destrucción un apartado del Regiomontano Universal, muchos -acaso con dolor por dejar atrás obras- rescatarían sus ensayos.

Juan García Ponce
(1932-2003)

“Ante él, los críticos desfallecemos”, escribió Christopher Domínguez Michael. “Es el artista como héroe y vidente de la mirada. Un pornógrafo al mismo tiempo que un pedagogo: nos enseñó a leer a Robert Musil, a Pierre Klossowski o a Georges Bataille para que tuviésemos las llaves de su propio reino milenario. ¿O fue al revés? En Juan la lectura fue hija de la literatura, y la prosa, madre disoluta del pensamiento”.

Carlos Fuentes
(1928-2012)

De haber seguido con la calidad de novelas como La región más transparente, La muerte de Artemio Cruz -que le puso punto final a la Novela de la Revolución- o hasta la extenuante Terra Nostra, completamente novedosas en su tiempo, Fuentes hubiera obtenido el Nobel. Incluso una obra tan posterior como La frontera de cristal, de 1996, fue innovadora.

José Agustín (1944) y Gustavo Sainz (1940-2015)

José Agustín (1944)

Gustavo Sainz (1940-2015)

Se quitaron la losa de La Onda y crearon novelas que inauguraron tradición: el primero no se entiende sin La tumba y De perfil, cierto, pero lo que vino después -Se está haciendo tarde (final en laguna) y Ciudades desiertas-, por citar dos- justifican su valor de precursor de una nueva corriente literaria. De Sainz, por su parte, temo pensar que fue tan alta su experimentación con el lenguaje que pasarán generaciones antes de ser revalorado siquiera por la academia. O no.

Elena Garro
(1916-1998)

Cuatro años antes del realismo mágico garciamarquiano, el mundo tuvo en Los recuerdos del porvenir una novela maestra a las que seguirían otras (Reencuentro de personajes, Un traje rojo para un duelo). El problema fueron sus desencuentros, las ediciones limitadas, la mala crítica. Es tiempo, verdaderamente, de reivindicar a la que algunos consideran la mejor escritora del siglo 20 mexicano.

Juan Rulfo
(1917-1986)

Con apenas dos libros, una novela y un libro de cuentos, Rulfo es el escritor mexicano universal.

Amparo Dávila
(1928-2020)

Paradigma de escritora que tendió líneas de acción y exploración a través de tramas escabrosas, multidimensionales. Nuestra cuentista mayor.

Octavio Paz
(1914-1998)

Descendiente natural de Reyes. Difícil tratar de decir qué es lo mejor del Nobel, si su poesía o sus ensayos. Lo que sí es indiscutible es que, en conjunto, su obra, cada uno de sus libros, revolucionaron al anterior y movieron el panorama nacional.

OTROS

Hay autores que, más que libros comunes, aspiran y logran ser escrituras (Margo Glantz, 1930; Salvador Elizondo, 1932-2006; Roberto Bolaño, 1953-2003; Carmen Boullosa, 1954; Cristina Rivera Garza, 1964; Mario Bellatin, 1960; Valeria Luiselli, 1983), o que juegan con la autobiografía y la autoficción (de nuevo, Glantz; María Luisa Puga, 1944-2004; Julián Herbert, 1971; Guadalupe Nettel, 1973).

 

Todos tienen por naturaleza un estilo, una manera que abrió senderos, tramas singulares que no se sujetan a un solo género. Si esto no es ser revolucionario, en mayor o menor escala, no veo qué otro espíritu pueda contener sus libros.

 

Y no se puede omitir a David Toscana (1961), que entre sus aportaciones destaca ser el mexicano, regiomontano, más distinguido del territorio de La Mancha. ¿Puede haber algo más revolucionario que seguir un carisma literario de hace más de cuatro siglos?