UNA VIDA DE LUJOS

El último padrino de la mafia siciliana ocupaba un departamento reformado y según los vecinos de Campobello di Mazara salía de día a tomar un café en el bar local, a comer pizza y hacer compras.

Se movía con papeles falsos y se hacía pasar por médico.

Perfumes, ropa de diseñador y píldoras sexuales fueron encontrados en el departamento que los investigadores creen que fue el último escondite del jefe de la mafia siciliana.

La Policía revisó el edificio de dos pisos, pintado de amarillo, e ingresó a donde el padrino se alojaba, según las imágenes a las que ha tenido acceso AFP. Los investigadores no encontraron armas.

El capo mafioso vivía en ese lugar desde hacía al menos seis meses, en una departamento que demuestra las buenas condiciones económicas del prófugo. Con muebles refinados, de un elevado nivel, pero no de lujo.

Messina Denaro, de 60 años, capturado el lunes en un hospital privado de Palermo después de 30 años de fuga, está detenido en la ciudad de L’Aquila, en el centro de Italia. Fue trasladado desde Sicilia el día de su detención.

Los investigadores encontraron allí ropa, zapatos, una nevera bien surtida y recibos de restaurantes. También hallaron píldoras de potencia sexual.

“Tenía una vida normal, iba al supermercado”, dijo el magistrado Paolo Guido, uno de los funcionarios que investiga Messina Denaro.

POSIBLE CÁNCER

Messina Denaro era conocido por su gusto por los artículos de lujo, incluida la ropa de diseñador y las gafas de sol caras. La Policía señaló que llevaba puesto un reloj valorado en 38 mil dólares cuando fue arrestado.

Se cree que Messina Denaro vivió en el apartamento parte del año pasado, pero la Policía sigue buscando otros lugares donde podría haber pasado algún tiempo.

Los investigadores creen que Messina Denaro fue al hospital La Maddalena de Palermo desde Campobello di Mazara para recibir tratamiento por cáncer. La ciudad fue el hogar de su presunto ayudante Giovanni Luppino, quien fue arrestado con él. 

El periódico El País señaló que Messina Denaro tan solo se ubicaba a 9 kilómetros del pueblo donde nació y creció.

COSA NOSTRA

La temida Cosa Nostra es ahora la sombra de sí misma, decapitada por el Estado como respuesta al asesinato en 1992 de los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino por orden de sus mayores padrinos, entre ellos Messina Denaro, quien fue condenado por ello a cadena perpetua.

El “príncipe de Castelvetrano”, como lo llamaban, optó por quedarse y no correr el riesgo de perder su poder. Quiso permanecer entre sus hombres cueste lo que cueste.

ESCONDITES DE LA MAFIA

Los mafiosos en fuga en Italia a menudo se esconden en lo que se llama un “búnker”. Son sótanos convertidos en dormitorios, con baños y cocina, algunos en casas individuales, otros en fincas o pequeños edificios.

Se accede a través de entradas ocultas, detrás de muebles, alfombras, falsos pisos o de un espejo. Sus anfitriones suelen ser amigos, socios o familiares que los abastecen regularmente, con quienes juegan a las cartas o celebran la Navidad.

En 2016, dos líderes de la ‘Ndrangheta, la mafia calabresa, fueron descubiertos en un “búnker” enclavado en la montaña, en medio de un bosque, donde “vivían como animales”, según explicó elFiscal.

Toto Riina, el capo de Corleone, apodado “La bestia” por su fiereza, vivió en el centro de Palermo hasta su detención en 1993 en una “villa-búnker”.

CÓMPLICES A ALTO NIVEL

“Un prófugo, entre los más buscados en el mundo, necesita protección y dinero”, analiza Anna Sergi, criminóloga, a propósito de Matteo Messina Denaro, cuyo patrimonio se cifra en cientos de millones de euros, según la prensa italiana.

Además de su familia y sus secuaces, los mafiosos han beneficiado durante mucho tiempo del apoyo de personalidades de alto nivel del Estado y de los partidos políticos.

Cuentan con cómplices entre la Policía, la justicia, las empresas y hasta la Iglesia.

“Tienen conexiones en todas partes. Los informan sobre los operativos policiales, pero sobre todo se pueden esconder por años”, explicó a AFP el escritor Roberto Saviano.

“Pueden contar con una red de personas que arriesgan la vida para protegerlos, porque les pagan generosamente o porque son objeto de chantajes”.