
Dormir poco, tener dolores de cabeza frecuentes o sentir ansiedad por no llegar a fin de mes son señales de una misma causa: el estrés financiero. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Inclusión Financiera (ENSAFI) 2023, este tipo de estrés afecta a personas de todas las edades y géneros, y se origina principalmente por la falta de ingresos suficientes, el endeudamiento excesivo y la imposibilidad de ahorrar.
“El estrés financiero es cuando hay una preocupación constante relacionada con el dinero, y esa preocupación llega a afectar la calidad de vida, la salud mental y la salud física de una persona”, explica Saralicia Jiménez Soto, profesora en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Panamericana.

Entre sus efectos más comunes están el insomnio, los trastornos gastrointestinales y la ansiedad..
La ENSAFI 2023 destaca que el 34.9 por ciento de quienes reportaron altos niveles de estrés financiero también presentaron malestares físicos como gastritis, colitis o alteraciones en la presión arterial. Estos efectos no solo impactan en la salud individual, sino también en las relaciones familiares, el desempeño laboral y la estabilidad emocional.

Según el ENSAFI Las causas de este problema varían según la etapa de vida. En jóvenes de 18 a 29 años, el estrés financiero está ligado a la falta de estabilidad laboral y de educación financiera, así como a los gastos propios del inicio de la vida adulta.
Para el grupo de 30 a 49 años, las preocupaciones giran en torno a mantener un hogar, criar hijos y cumplir con compromisos como hipotecas o créditos educativos. En tanto, los adultos mayores enfrentan incertidumbre por la suficiencia de sus pensiones, los gastos médicos y la inflación.

Además de los factores económicos, las presiones sociales también influyen.
“A veces tenemos reveses económicos y es difícil resignarnos a bajar escalones de gasto. Cambiar de escuela a los hijos, vender una casa, renunciar a ciertos bienes: todo eso cuesta, no solo económicamente, sino emocionalmente”, señala Jiménez Soto.

Esta presión puede extenderse a mantener un estilo de vida similar al de otros, aunque no se cuente con los recursos para hacerlo.
“Queremos el mismo coche, las mismas vacaciones o la misma ropa que vemos en redes sociales o en nuestro entorno, aunque eso implique endeudarse”, agrega.
Para hacer frente a esta situación, la especialista propone tres acciones prácticas:
- Presupuestar y respetar límites de gasto. No basta con hacer un presupuesto; es necesario cumplirlo para mantener el orden financiero.
- Ordenar y reducir deudas. Iniciar con las de menor monto puede generar un efecto psicológico positivo, sin descuidar los pagos mínimos del resto.
- Crear un fondo de emergencia. Aunque lo ideal es contar con seis meses de sueldo, incluso uno solo puede ofrecer respaldo ante imprevistos.

Aceptar una situación económica realista también forma parte del proceso. “Vivir en el presupuesto es una de las decisiones más sensatas que podemos tomar. A veces implica decir:
‘No me importa lo que piensen los demás, me importa mi bienestar y salud mental’”, concluye Jiménez Soto.
El estrés financiero es una experiencia común, pero también manejable. Con herramientas adecuadas y decisiones conscientes, es posible recuperar el control y mejorar la calidad de vida.