Recuerda que su crecimiento se dio dentro del estudio de ballet, pues debido a que su mamá, Verónica Aranda, era bailarina de la Compañía Nacional de Danza, la llevaba a sus prácticas antes de caminar.
A los 3 años tomó sus primeras clases, cuando su madre fundó su propia escuela y continuó con esta disciplina hasta los 27, incluso, durante mucho tiempo, su sueño era convertirse en profesional, pues también tomó distintos cursos en el extranjero.
Hoy en día, es una actividad que le gustaría retomar.