¿Quién no ama la nieve?

Un blanquísimo paisaje salpicado de coloridos techos de edificios es la primera impresión que el viajero obtiene de Mont Tremblant Ski Resort.

Este sitio es uno de los cinco distritos de la población homónima ubicada en la región de las Lauréntidas, en la bella provincia canadiense de Quebec y está a unas dos horas en coche de la ciudad de Montreal.

Aquí anochece pronto. Por ello, todos los viajeros buscan aprovechar al máximo la luz natural y también su tiempo.

Desde muy temprano aficionados a los deportes invernales se reúnen en las góndolas, enfundados en sus atuendos de nieve y cargando sus llamativos esquís o tablas de snowboard, mientras esperan su turno para llegar a lo alto de la nívea montaña.

Entre descensos y delicias

En la cima, los esquiadores se concentran en escoger la ruta idónea de las múltiples pistas disponibles para descender de la montaña, siempre tomando en cuenta las condiciones climáticas del día y el nivel de dificultad.

Alrededor del mediodía los canadienses hacen una pausa para tomar el almuerzo, el l’Axe Lounge al interior del Hotel Fairmont Tremblant está al pie de la cumbre y regala vistas privilegiadas de la montaña por lo que es una opción muy concurrida.

Tras el almuerzo, algunos optan por volver a las pistas, otros deciden cambiar los esquís y realizar actividades como paseos en motonieve y trineos de perros.

Adictos al bienestar

Los amantes del wellness eligen tomar un respiro y desconectarse del mundo por unas horas en algún spa cercano, el Moment Spa Fairmont Tremblant es uno de los sitios favoritos. Lo ideal es optar por tratamientos que hidraten la piel a profundidad con aromáticos aceites. Muy necesario tras pasar un día frío.

Tras un relajante masaje no queda más que cambiar las botas de nieve por sandalias e ir a las albercas de agua tibia mientras se disfruta de algún cóctel en la terraza del hotel.

Paseo vespertino

Por la tarde, la hermosa villa de estilo europeo se llena de vida, los visitantes descienden a hacer algunas compras y por supuesto probar el famoso le poutine, un clásico de la comida quebequense elaborado con papas fritas, gravy de carne y queso. No hay que perderse la cena en alguno de los reconocidos restaurantes.

Son pocos quienes deciden desvelarse, la gran mayoría de los viajeros se va a dormir temprano, con el fin de prepararse y estar listos para las aventuras de la mañana siguiente.

Escuela de nieve

Para quienes se inicien en este deporte, el resort posee una reconocida escuela de esquí que ofrece lecciones privadas o grupales, para niños y adultos. Las clases oficialmente sólo se dan en francés e inglés, pero con algo de suerte podrás encontrar a algún instructor que hable español.