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Aunque han pasado casi 100 años del nacimiento de “Hachiko”, aún es recordado este perro de raza Akita Inu en Japón y otras partes del planeta porque su historia es una de lealtad canina hacia su tutor.

De Akita para el mundo

"Hachi" con la familia Ueno. Foto: Wikimedia Commons

“Hachi” (su nombre original) nació el 10 de noviembre de 1923 en Odate, una ciudad en la prefectura de Akita. Se cree que fue el octavo cachorro en salir de su mamá.

Si bien ahora es popular su raza, Akita Inu, en ese entonces estaba en desaparición.

A principios de 1924, el can fue vendido a Hidesaburo Ueno, un profesor de la Facultad de Agricultura de la Universidad Imperial de Tokio, quien vivía en el barrio de Shibuya con otros dos perros: “John”, de ocho años, y “S”, de siete años.

“John” ayudó a criar y cuidar “Hachi” cuando era pequeño. Más adelante fue conocido como “Hachiko”, siendo “ko” un sufijo que denotaba respeto. Una traducción al español sería “Señor Hachi”.

Lealtad de por vida

"Hachi" en la estación de Shibuya. Foto: Wikimedia Commons

A pesar de que sólo convivieron por cerca de un año, “Hachi” y Ueno desarrollaron un vínculo conocido hasta la actualidad. Cada día, el perro acompañaba a su tutor hasta la estación del tren de Shibuya, donde se despedían porque el docente partía a dar clases.

Algunas personas cuentan que “Hachi” se quedaba en los alrededores jugando con los vecinos mientras esperaba el regreso del profesor. Cuando volvía, ambos caminaban juntos de vuelta a casa. Así sucedió hasta el 21 de mayo de 1925.

Ueno tuvo una hemorragia cerebral en el trabajo y murió sin ver de nuevo a sus mascotas. Según una leyenda, los tres perros esperaron a su compañero humano en la estación del tren. También se cree que “Hachi” no comió por tres días desde que vio a su tutor por última vez.

El Akita Inu continuó regresando a la estación a la hora en la que solían encontrarse, comportamiento considerado leal por los vecinos de Shibuya.

Amigos de Ueno se encargaban de resguardar al animal. Llegó a vivir lejos del sitio con familiares del fallecido, pero conseguía retornar a su antiguo hogar y desde ahí a la estación.

Ya que siempre quiso a “Hachi”, la persona encargada de la jardinería en la casa del profesor alimentaba y vigilaba al can. Había niños que lo molestaban y ciertos residentes del área decían que era un perro sucio y molesto que rogaba por comida.

Símbolo nacional

"Hachi" murió en 1935 cuando tenía 11 años. Foto: Wikimedia Commons

Hasta que tuvo 10 años, la historia de “Hachi” se popularizó gracias a un artículo de Hirokichi Saito, primer presidente de la Asociación para la Preservación del Perro Japonés, publicado el 4 de octubre de 1932 en el periódico “El Asahi Shimbun de Tokio”.

Ahí relataba cómo este Akita Inu había esperado durante siete años el regreso de su tutor. Para entonces, ya era considerado un perro de edad avanzada.

Su popularidad escaló tanto que en abril de 1934 se erigió una estatua de bronce frente a la estación de Shibuya en honor al ahora símbolo nacional de devoción y lealtad canina. “Hachi” pudo estar presente.

Murió el 8 de marzo de 1935 debido a filariosis canina, una enfermedad provocada por parásitos. Se cuenta que fue declarado como día de luto nacional, su estatua se cubrió de flores y la quema de incienso generó nubes de humo sobre el área.

El Centro Médico Veterinario de la Universidad de Tokio preservó muestras del corazón, pulmones, hígado y bazo del perro. En 2011 fue posible determinar que tenía tumores en su corazón y pulmones.

Otros restos fueron cremados y enterrados junto a la tumba de Ueno en el cementerio de Aoyama.

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