Gonzalo Chaires, párroco de la Iglesia de Santa Filomena.

UN RINCÓN EN LA URBE

En este sector en el que se calcula viven unos 17 mil habitantes, el último al norponiente de Monterrey, justo en una intersección con García y Escobedo, se combinan diferentes formas de vivir: están las familias y casas urbanizadas, con los servicios y necesidades de vivienda básicas prácticamente cubiertas, pero también están, incrustadas en el panorama, extensas islas de marginación entre la marginación.

Son los más vulnerables entre los vulnerables. Cientos de familias que llegaron a terrenos baldíos y ahí comenzaron a construir sus tejabanes, apenas sostenidos con pedazos de madera, cartón y láminas recogidas de la basura.

Muchas de ellas proceden de otros estados, de donde salen llenos de sueños al no haber oportunidades de crecimiento, y han encontrado en La Alianza un lugar para dar un techo a sus hijos, aunque sea un techo muy frágil.

“Es gente que en las mañanas ves, son todos los carretones que van para arriba, para Cumbres, a recoger basura y cosas que ya no necesitan las familias”, explica el Padre Gonzalo Chaires, párroco de Santa Filomena.

“Son personas que realmente necesitan. Viven en tejabanes, casitas, en callejoncitos que parece que estás en una favela en Brasil. Bajas por (la avenida) Puerta de Hierro, cruzas Lincoln y todo es diferente”.

La parroquia ha creado su propia Pastoral Social, encargada de apoyar a las familias que más necesitan. Cada mes, con ayuda de sus bienhechores, Santa Filomena elabora despensas que entregan con algún kilo de arroz o de frijol. Pero este esfuerzo resulta insuficiente.

“Lo que necesitan ellos es para ir subsistiendo, no para crear un patrimonio”, expresa el Padre Chaires, con casi tres años de trabajo en esa comunidad.

“Gran parte de ellos se dedica a la carretonería, o son obreros. Una familia me pidió permiso para los sábados en catecismo venir a vender dulces. Eso no es un hobbie: de eso viven”.

A LA INTEMPERIE

Leonila Hernández tiene cuatro hijos de 11, 10, 9 y 6 años. Junto con ellos y su esposo, Ángel, llegó a La Alianza hace unos cuatro años. Decidieron instalarse en un terreno a un lado del Río Pesquería, ya en el territorio de García.

Apenas cubierto con algunas lonas, tablas y retazos de tela, la vista desde su tejabán podría ser la de un bello río a su lado, con algunos árboles en las orillas, pero lo que ellos ven diariamente son montones de basura que mucha gente arroja al lugar.

A Monterrey llegaron en 2011 desde Tlachichilco, Veracruz, en busca de subsistencia y un mejor porvenir.

“Cuando llueve, orillo a los niños a la mesita y ahí les doy de comer, es la única lonita que está buena, ahí se amontonan todos, pero no se mojan”, explica Leonila sobre la falta de un techo en el área que podría ser llamada la cocina, pues hay un horno de leña… pero está prácticamente a la intemperie.

Para llegar o salir de su casa es necesario atravesar largos baldíos, en donde pastorean rebaños de cabras, que se convierten en lagunas de fango cada vez que llueve. 

Leonila cría animales, por eso le gusta estar en este lugar.

“Antier vendí un gallito, porque no teníamos para la alimentación”, cuenta.

Una de sus hijas, de 10 años de edad, fue diagnosticada con anemia, por lo que debe tomar suplementos alimenticios y medicamentos para los que el poco dinero no alcanza. Las escasas veces que come le duele el estómago, dice Leonila con preocupación.

Cuando se le pregunta sobre la Navidad, Leonila es clara.

“La mera verdad nunca hemos hecho nada el 24 (de diciembre). Es una cena normal y a dormir, sin regalos, sin nada: así crecí yo y así están creciendo mis hijos. Ellos no conocen los regalos”.

UN LUGAR TEMPORAL

Antonia y su esposo rentaban un pequeño cuarto en la Colonia Altamira, muy cerca del edificio en San Pedro donde él trabaja realizando la limpieza.

“Pero yo siempre le decía a Diosito: ‘Dame un lugar donde yo sienta que es mío, donde ya no tenga que estar pagando renta'”, cuenta Antonia, de 38 años de edad y madre de tres hijas.

“Necesitaba un lugar donde vivir, no importa qué tan sencillo sea o como sea el lugar, el chiste es sentir que tengo algo que ofrecerle a mis hijas”.

Fue así como se enteró de la venta de terrenos en La Alianza. Una persona les pidió 20 mil pesos que, con sacrificios, el matrimonio consiguió. Era un pedazo de tierra cubierto de piedras y basura, pero que Antonia ha lograr transformar en un pequeño tejabán, ordenado y limpio.

Ella sabe que legalmente no es su terreno y que en cualquier momento puede alguien llegar a sacarlos de ese lugar.

“Pero yo estoy feliz aquí”, dice esta madre de familia. “Le digo a mis hijas: ‘Esto no es de nosotros, pero nosotros somos pasajeros, no podemos enraizarnos aquí en la Tierra, porque algún día nos tenemos que ir con Dios, entonces, si esto es prestado, está bien, es solo para pasar la vida. Ya mañana, Dios dirá'”.

 

SIN IR TAN LEJOS

Las niñas, los niños y las familias que viven en estos tejabanes de La Alianza necesitan de despensas, ropa abrigadora y calzado, también de útiles escolares, como primera necesidad, pero también de juguetes, muñecas, carritos, bicicletas y cuentos para pasar una alegre y diferente Navidad.

El Padre Chaires acaba de regresar de un trabajo de misiones en Michoacán. A su regreso, reflexiona:

“En el plano religioso y en el material, de apoyo económico, no necesitas buscar otros lugares: aquí mismo en el área urbana podemos encontrar a quien tenderle la mano”, expresa el sacerdote.

“Creo que sólo es salir de nuestra zona de confort para ayudar”. 

La fecha límite para entregar donativos en Cáritas de Monterrey y en las ediciones suburbanas de EL NORTE es el domingo 18 de diciembre. ¡Haz ‘Alianza’ con Santa esta Navidad y regala una Noche Buena inolvidable a estos niños y sus familias!

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Lunes a domingo de 10:00 a 17:00 horas

 

Ediciones suburbanas de EL NORTE                                   
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— Cumbres, Paseo de los Leones 2265, Cumbres 2 Sector, Monterrey
— La Silla, Revolución 3834, Col. Torremolinos, Monterrey
— Linda Vista, Linares 194, Col. Libertad, Guadalupe
— Sierra Madre, Calzada San Pedro 507, Col. Fuentes del Valle, San Pedro

Lunes a viernes: de 9:00 a 18:00, sábados: de 9:00 a 13:00 horas

 

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Fecha límite para entregar donativos: domingo 18 de diciembre

 

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