Lo llamaron Viñedo El Refugio porque se localiza en la zona homónima y las vides encontraron cobijo en sus tierras. El rancho de 107 hectáreas que lo acoge se encuentra en el Valle del Mezquital, casi sobre esa línea imaginaria que separa a este estado del colindante Querétaro.

Aquí, en suelos franco-arcillosos, a 2 mil 240 msnm, un clima semiárido con buenas dosis de horas sol y un diferencial térmico de 13 °C promedio entre el día y la noche favorecen la maduración de las uvas.

Son en total 26 hectáreas plantadas, ocho de ellas ya productivas –con cinco años de antigüedad– y 18 en desarrollo. El surtido de varietales manifiesta vocación pionera, ánimo por descubrir qué cepas expresarán lo mejor de una tierra recién estrenada en las faenas vinícolas.

Enfiladas en espalderas y protegidas con malla antigranizo, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Petit Verdot, Merlot, Syrah, Tempranillo, Graciano, Garnacha y Pinot Noir integran la colección tinta; Viogner, Sauvignon Blanc, Colombard, Garnacha Blanca y Albariño, la blanca.

A cargo de la enología, la pareja argentina Agostina Astegiano y Fabricio Hemández, quienes acumulan siete años de experiencia asesorando vinícolas mexicanas, particularmente en la zona del Bajío, y cuyas andanzas en la vinificación de sus propias etiquetas comenzaron desde 2008, en Mendoza. Hoy sus quehaceres de vendimia están divididos entre la tierra que los vio nacer y ésta, que los adoptó con los brazos abiertos.

“La verdad, esto va a ser un poco de ensayo y error. Rafael Garza, nuestro viticultor, tiene el desafío de ver qué varietales se adaptan. Creemos que van a andar muy bien los de ciclo corto… así que seguramente habrá varios cambios a lo largo del tiempo, porque estamos descubriendo qué sí y qué no”

AGRADECEN EL fruto

Viñedos El Refugio ya tiene en el mercado una tríada de vinos bajo el signo del coyote y el nombre Jamädi, que se pronuncia “jamodi” y significa agradecer en otomí.

“¿Qué agradecemos? A la Madre Tierra que nos da el fruto. Y así, como el coyote, que se adapta muy fácil a diferentes hábitats y recorre grandes distancias, lo que buscamos con nuestros vinos es adaptarnos a diferentes paladares y llegar a muchos lugares”.

El ensamble blanco de Colombard y Verdejo fue su primera apuesta; luego llegarían un rosado monovarietal de Grenache, que ya presume doble medalla de plata, y un tinto elaborado con Syrah y Cabernet Sauvignon a partes iguales.

“Este año, para el rosado hicimos un corte de Grenache-Malbec porque la producción no nos da todavía el volumen que necesitamos; estamos ya exportando".

“Por ahora, nuestra línea de entrada no la trabajamos con barrica, sino con madera alternativa: que son duelas, la barrica desarmada, dentro del tanque”, explica Astegiano mientras sirve directo del tanque un Malbec que planea ensamblar con Cabernet Franc.

Armados con todo

La proliferación de las vitis viníferas plantadas en el rancho por mero experimento pausaría el proyecto inmobiliario al que ese terreno estaba destinado en un inicio. Felipe cedió al llamado agrícola.

“A mediados de 2017 decidimos correr el riesgo, trajimos dos agrónomos y en 2018 plantamos esta tabla. Syrah y Colombard fueron nuestras primeras variedades”.

Hijo de padres restauranteros, Magaña creció entre ranchos, en Catemaco, y desde entonces sintió atracción por la ganadería y la agricultura.

“Yo me meto a todo, desde cavar y plantar un poste hasta podar, todo lo sé hacer. Y ahora, estos locos argentinos me están enseñando a hacer vino”, dice el graduado en negocios internacionales.

La bodega familiar se ha apropiado seriamente de su rol como pionera. Pues a la experimentación con varietales y el respaldo de enólogos más que calificados, ha sumado toda la tecnología necesaria para lograr la expresión de sus frutos.

Una despalilladora y estrujadora Bucher, tanques troncocónicos de acero inoxidable fabricados a medida por la empresa hidrocálida Procesa, un eficaz sistema de enfriamiento y una embotelladora italiana son algunos de los ‘juguetes’ en la bodega, con capacidad para 100 mil litros, que por ahora también maquila para proyectos en León, Aguascalientes y Guanajuato.

“La idea fue poder equiparnos para poder hacer todo desde un principio, porque claramente no tenemos colaboradores en la zona. Hoy por hoy, no tenemos todavía sala de barricas, pero la vamos a tener y lo que queremos es una bodega para 300 mil litros de producción”.

Convite de introducción

El proyecto enoturístico aún está cocinándose; comienza a tomar sobre una plancha de concreto con vistas a los viñedos y dos hornos de piedra. Felipe espera poder inaugurarlo con fiesta en noviembre de este año.

Mientras tanto, sommeliers y expertos del vino fueron convocados a conocer de primera mano la bodega que abre el capítulo de Hidalgo en la historia del vino mexicano.

Los asistentes fueron testigos de la molienda de la Syrah recién cosechada, hicieron pruebas de tanque, participaron en un ritual energético y degustaron los vinos de la casa con productos locales. Pinneta Cabañas, Quesos Del Carmen y los criadores de jabalí Ocho Raíces fueron los encargados del festín.

  • 1a. vinícola en Hidalgo
  • 100,000 litros la capacidad de la bodega
  • 26 hectáreas plantadas
  • 3 etiquetas de vino
  • 2 medallas acumuladas 
Teresa Rodríguez | Enviada
Fotos: Iván Serna
Edición y diseño: Rodolfo G. Zubieta
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