María del Refugio Rojas Figueroa, mejor conocida en la sociedad tapatía como Cuquita Lares, nació un 10 de julio en Ciudad Guzmán, sin embargo siempre festejó su cumpleaños el 4 de julio, por ser este el día de Nuestra Señora del Refugio. Sus padres fueron Manuel Rojas y Elvira Figueroa, matrimonio que tuvo nueve hijos en total.
En 1964, Cuquita se casó con Jaime Lares Rangel, con quien tuvo tres hijos: Jaime Álvaro, María de Lourdes (Luly) y Miguel Ángel Lares Rojas; ellos les dieron nueve nietos.
“(Mis papás) duraron 57 años de casados. Tenían una relación muy bonita, se divertían mucho juntos, les gustaba mucho viajar y convivir con su familia. Buscaron en todo este tiempo estar siempre juntos y mantener una familia unida. Siempre pendientes de cada uno de nosotros”, comparte Luly.

Recuerdo de su boda, realizada el 26 de diciembre de 1964.

En su día a día, Cuquita era conocida por ser una persona muy alegre, generosa, sociable, inteligente, perseverante y positiva, además de muy cariñosa con sus seres queridos.
“Era muy religiosa y con valores tradicionales. Para ella era fácil relacionarse con los demás, platicaba con toda la gente y se divertía en todos lados. Siempre se arreglaba para salir”, recuerda Luly.
“Siempre apoyó a varias fundaciones, especialmente las que beneficiaban a los niños”.

La familia en casa de Cuquita y Jaime Lares, durante una posada navideña de 2009. En la hilera de atrás aparecen Guillermo Mejorada, Miguel Ángel Lares Rojas, Juan Pablo Lares y Jaime Álvaro Lares Rojas; en la hilera central, Luly Lares Rojas, Jaime Lares, Cuquita Lares, Gonzalo Lares, Mariana Salazar y Santiago Lares, y en la parte frontal, Ana Paula Lares, Rodrigo Lares, María José Lares y Andrés Mejorada.

Algunos de sus pasatiempos eran cantar, bailar, escuchar música y ver series, así como compartir grandes momentos en compañía de sus amigas, ya fuera platicando o jugando cartas.
“Tomaba clases de historia, canto, baile y gimnasia. Le gustaba mucho ir a su grupo del rosario e ir a misa a San Juan Macías para escuchar al Padre Juan Pedro Oriol”, platica Luly.
Dos de los círculos de amigas a los que pertenecía eran el de “Las Cuquitas” y el de las corredoras del Country Club.
“Se juntaban periódicamente, pero como tenía varios (grupos), pues diario tenía compromiso en las tardes. Uno de sus grupos se hacía llamar ‘Las Cuquitas’, ya que ella lo formó hace más de 10 años. Este grupo se juntaba cada mes en las diferentes casas, a ella le tocaba ser anfitriona en el mes de diciembre y gozaba preparar su casa para recibirlas”, afirma Luly.

Acompañada por sus nietos en la celebración de su cumpleaños número 80, en Tapalpa. De pie están Andrés Mejorada, Ana Paula Lares y Santiago Lares; sentados aparecen Lucía Lares, Rodrigo Lares, María José Lares, Gonzalo Lares y Juan Pablo Lares.

Como esposa, mamá y abuela, Cuquita era muy amorosa, divertida y juguetona, y siempre se mostraba atenta a las necesidades de los miembros de su familia. Gozaba cada uno de los logros de sus hijos y nietos, y siempre procuraba acompañar a todos en sus eventos importantes.
Lo que más recuerda Luly de ella es su carácter tan alegre y su buen humor, pues siempre buscaba estar bien para que todos anduvieran contentos.
“Era muy complaciente con cada uno de nosotros”, afirma Luly, “tenía una gran fortaleza, no se detenía ante ningún obstáculo. Buscaba siempre aprender cosas nuevas para superarse y crecer.
“En general la pasábamos muy divertido en los viajes con ella, todo el tiempo nos hacía reír, disfrutaba mucho estar en cualquier lugar. Contagiaba su inquietud por conocer diferentes países. Sabía gozar la vida en general”.

Retrato de Cuquita tomado en 1975 en una fiesta familiar.
En Acapulco, durante su luna de miel, a finales de diciembre de 1964.
Para celebrar sus bodas de plata, Cuquita y Jaime Lares organizaron una fiesta en 1989. En la foto los acompañan sus hijos: Miguel Ángel, Luly y Jaime Álvaro Lares Rojas.

Testimonios

Jaime Lares, esposo

“Fuiste la mejor compañera que me dio Dios. Gracias por acompañarme siempre y hacerme la vida tan agradable. Te agradezco todo el amor que me diste. Me vas a hacer mucha falta”.

Jaime Álvaro Lares Rojas, hijo

“Ma, no pude despedirme de ti como yo hubiera querido, y expresarte mi agradecimiento por todos los momentos felices que pasamos juntos, el amor que siempre me demostraste, y el estar siempre presente en mi vida. Voy a extrañarte. Descansa en paz”.

Miguel Ángel Lares Rojas, hijo

“Alegría, actitud positiva, perseverancia y pasión por disfrutar la vida, son características que definen a mi mamá, doña Cuquita Lares, como a ella le gusta que le digan.
“Mi mamá vivió su vida plenamente, y así como vivió, así nos deja para seguir su camino con Dios… tranquila y plena.
“La amistad es un valor muy importante para doña Cuquita, siempre tenía planes con sus varios grupos de amigas, y siempre saliendo para convivir.
“El amor tan especial que ella tiene para su ‘Güero’, como ella le decía a mi papá, o para mis hermanos y para mí, y sobre todo para todos sus nietos, nos deja tranquilos, sabiendo que ella nos lo demostró permanentemente.
“Mamá, muchas gracias por todas las cosas que me enseñaste, por todas las vivencias que tuvimos y, sobre todo, gracias por todo el amor que me diste, desde el primer día de mi vida”.

Luly Lares Rojas, hija

“Ma, gracias por todo el amor que me diste, por tu presencia siempre en mis momentos de alegría, pero sobre todo por apoyarme y darme fuerza en mis momentos más dolorosos. Dejas un hueco enorme en mi vida, te voy a extrañar mucho. Te quiero por siempre”.

María José Lares, nieta

“Mi abuelita fue una mujer muy fuerte, de carácter divertido y con un corazón muy generoso. Ella siempre estaba muy al pendiente de nosotros, su familia. Nos marcaba constantemente y cada lunes sin falta estaba lista para reunirse con todos los nietos a comer en su casa. Se aseguraba que todos comiéramos bien, pero sobre todo, que estuviéramos felices y sanos. Con cada uno de nosotros tenía una relación distinta, pero a cada uno nos veía con los mismos ojos de amor.
“Era una mujer muy divertida, le gustaba cantar, bailar y hacernos reír. Además, no le daba pena nada, si escuchaba un mariachi, ella era la primera en cantar con ellos a todo pulmón.
“Cuando nos llevaba de viaje nos consentía muchísimo, nos llevaba a nuestros restaurantes favoritos y de compras. Cuando hacíamos esto, platicábamos todo el tiempo y me contaba historias divertidas de su pasado. Por ejemplo, me contó que de niña le encantaba escalar árboles. También me contó cómo viajó por todo el mundo y cómo se enamoró de mi abuelito. Me dijo que cuando vio a mi abuelito ella pensó ‘¡qué hombre tan guapo y alto!’, y que desde ese momento supo que él sería su esposo.
“También me compartía consejos de vida, por ejemplo, siempre decía que tengo que preocuparme menos y vivir más. O bien, decía que ella era mi hada madrina, y hoy, más que nunca, lo sé.
“Aunque no esté en cuerpo, mi abuelita Cuquita siempre estará presente en espíritu, cuando escuchemos una canción, cuando bailemos, cuando haya fiestas y flores, allí estará”.

Andrés Mejorada, nieto

“Cuquita, gracias por ser la mejor abuelita que pude haber pedido. De ti aprendí a siempre pasarla bien y disfrutar todos los momentos de la vida. Te admiro muchísimo, tenías una manera extraordinaria de relacionarte con los demás y le alegrabas el día a todos aquellos que cruzaran su camino contigo.
“Voy a extrañar ir a comer todos los lunes y quedarme a platicar contigo después. Siempre tenías una gran historia que contar y me divertía demasiado contigo. El tiempo pasaba sin que me diera cuenta.
“En todos mis buenos momentos, metas y logros siempre estuviste ahí. Me acompañaste hasta el final. Siempre te llevaré conmigo en el corazón. Te quiero, Andrés”.

Juan Pablo Lares, nieto

“Cuquita Lares no solamente era mi abuelita, era mi ángel de la guarda. Desde muy pequeño fue un pilar sumamente importante, tanto para mí como para mis hermanas. Fue increíble con nosotros, me encantaba ir a visitarla y platicar con ella, ya que compartía conmigo consejos y enseñanzas que guardaré siempre en mi corazón. Además, con sus acciones aprendí otras tantas cosas viendo la energía que irradiaba, carisma, y su buena actitud ante la vida.
“Siempre nos sacaba una risa con sus bromas y buen sentido del humor, tenía las anécdotas más chistosas que he escuchado, además era una persona llena de empatía y solidaridad. Siempre nos mantuvo unidos y llenos de amor, mi abuelita vivió su vida al máximo, luchó y fue muy valiente.
“La llevaré conmigo en mi mente y en mi corazón, le doy gracias a Dios que nos cruzó en el camino, ya que una mejor abuelita no me pudo haber tocado, estaré agradecido con ella toda la vida. Es y será una persona muy querida y amada por su familia y amigos, le mando un fuerte abrazo a mi ángel de la guarda, que ahora está en el cielo”.

Ana Paula Lares, nieta

“Abuelita, siempre te llevaré en mi corazón y en mis pensamientos. Fuiste alguien muy especial para mí, gracias por demostrarme el amor incondicional de una abuelita y enseñarme a siempre ver el lado alegre de las situaciones. Te quiero mucho, abuelita”.

Guillermo Mejorada, yerno

“Cuántas pláticas, cuántas anécdotas, cuánta enseñanza. Cómo olvidar las tardes en Vallarta, siempre con actitud positiva y buen humor. Gratos recuerdos que llevaré siempre en el corazón”.

Juan Pedro Oriol, sacerdote y amigo de la familia

“Siempre quedará entre nosotros la memoria de Cuquita, tan amable y cariñosa, tan simpática y fervorosa.
“Cada domingo esperábamos su llegada con Jaime a misa de 1:15, era entrañable verlos llegar: Cuquita caminando despacio con su andadera, y Jaime cuidándola y velándola con una ternura que a todos emocionaba… sin duda, un matrimonio ejemplar. Y Cuquita participaba y cantaba a pleno pulmón y con todo su corazón creyente.
“Doy gracias a Dios por haberlos conocido tan de cerca en estos últimos 10 años y haber podido acompañar a Cuquita en su camino de fe y de esperanza. Descanse en paz para siempre en la gloria, y entre nosotros queda vivo para siempre su recuerdo y su memoria”.

Laura Hernández Muñoz, amiga

“En mi casa recibíamos la revista Selecciones del Reader’s Digest, en la cual había un segmento llamado Mi Personaje Inolvidable. En estos aprendí mucho sobre gente que hacía de lo ordinario algo extraordinario. Cuquita Lares fue uno de estos personajes porque quien la conocía no podía quedar indiferente ante su personalidad arrolladora. Ella poseía una energía que inundaba los sitios a donde llegaba, era como si el Sol se hubiera situado en su corazón y tratara de iluminar a todos los que la rodeaban. El amor y la alegría eran su consigna. Había una fuerza interna que expresaba al cantar, dándole a las canciones un sello propio, ‘estilo Cuquita’, frase que decía mi esposo cuando escuchaba ‘Tatuajes’. Nadie como ella para interpretarla. El sentimiento que ponía era muy propio y, como la canción, dejaba tatuada su personalidad en quienes la tratábamos. Cuquita no solo era fiesta, alegría y optimismo, ella fue una mujer que formó una familia junto a su ‘Güero’, y ayudó a construir un patrimonio, educar a sus hijos y, cuando fue necesario, defenderlos y luchar por su felicidad. Una mamá amorosa y cercana, enamorada de sus nietos y embelesada con Lucía, la pequeña, tan parecida a ella al heredar los hoyitos en sus mejillas. Mostraba orgullosa la imagen de la niña y de sus nietas mayores, guapas y salerosas, los triunfos hípicos de sus hijos y, sobre todo, el amor a su esposo.
“Ella fue una mujer de características propias. Vivió como quiso hacerlo. Luchó y superó un cáncer dando ejemplo ante la adversidad. Gustaba de rodearse de amigas y amigos. La vida era fiesta porque vivía con el sentido cristiano de disfrutar lo creado por Dios, lo mismo en una montaña en Vail, que en Tapalpa, o en Puerto Vallarta. El lugar era lo de menos mientras estuviera con su esposo, familia y amigos.
“El grupo ‘Las Cuquitas’ nació en un desayuno en mi casa para festejar a Cecilia López Nuño, al que asistieron Cuquita, Tere Peña, Luz Elena Hernández, Elba Gallardo y Maya Lemus. Surgiendo de ahí la idea de reunirnos cada mes en una comida realizada en la casa de la anfitriona en turno. Con el tiempo fuimos invitando a otras hasta formar un grupo de 14 señoras. El nombre de ‘Las Cuquitas’ se lo dio Almendra Rodríguez Morquecho.
“Cuquita se sentía muy orgullosa del grupo y estaba al pendiente de que las comidas se realizaran, que hubiera unión y, lo más importante, amistad sincera. Cada año nos recibía en su casa con una comida navideña. Ella cuidaba que la música y la comida fueran excelentes, así como la decoración. Era una anfitriona generosa.
“¿Qué más puedo decir?, solo repetir mis palabras del principio: Cuquita fue y será siempre un personaje inolvidable. Con sincero cariño”.

Anita García de Celis, amiga

“Fuimos buenas amigas durante muchos años. Siempre sobresalía por su simpatía, su buen carácter, pero sobre todo por su actitud ante la vida. Será una amiga de la cual tendré siempre recuerdos muy bonitos. La extrañaré”.

Edith Hernández Nuño, amiga

“Muy agradecida, querida Cuquita, por tanto y por todo. Excelente amiga, y como tú, nadie. De compartir contigo tantos momentos desde hace 20 años que coincidimos en la vida, me quedan recuerdos memorables. Los maratones, el coro y las fiestas siempre los disfrutamos al máximo, pues de eso se trata la vida. Me vas a hacer mucha falta, sin embargo agradezco a Dios que te haya puesto en mi camino. Misión cumplida y besos hasta el cielo. Te quiero por siempre”.

Ceci de López Nuño, amiga

“Mi güera tuvo cáncer de seno y tuve la oportunidad de ir a visitarla a Houston, Texas; estaba recién operada y aún así le dio mucho gusto que fuéramos Gaby (mi hija) y yo, y nos invitó a comer a The Capital Grille, ella con una actitud siempre positiva.
“Nunca se quejaba, en verdad su familia y su güero, Jaime su esposo, eran su mundo, siempre admiré la alegría de vivir que tenía.
“La invité a formar parte del grupo del rosario en casa de Martha Aguirre de Orendain, nunca faltó, se canceló en la pandemia, pero acabábamos de reanudarlo y ella era la primera en llegar. Teníamos nuestra posada en diciembre y nunca faltó, contratábamos a un DJ y a ella le gustaba cantar.
“No sabes qué tristeza el que haya partido, todo fue tan repentino, pero Dios así lo quiso, solo se nos adelantó. Tengo muchas anécdotas de Cuquita, Cecy (mi hija) fue menina de su hija Luly en sus 15 años, y todas las tardes ensayaban y eran fiestas diario”.

Elba Aguilar de Gallardo, amiga

“La vamos a extrañar con su partida tan inesperada que a todas nos dejó tan tristes. Era una verdadera amiga que nos juntaba y veía por cada una de nosotras, siempre estaba pendiente de unirnos, fue una amiga unidora del grupo, que no faltara nadie, estaba pendiente, (te decía) ‘¿por qué vas a faltar?’, ‘¿qué tienes?’, nos dio una muy bonita amistad que debemos de seguirla conservando aunque ya no la tenemos entre nosotras, pero siempre nos vamos a acordar de ella, nunca la vamos a olvidar. Una gran, gran amiga, muy entusiasta, muy alegre, y eso es padrísimo, es un ejemplo para seguir, siempre le echaba ganas a la vida”.

Almendra Rodríguez Morquecho, amiga

“Hace aproximadamente 12 años, yo me hice muy amiga de Cuquita e hicimos un grupo, la vi tan animada, tan a gusto, y estaba encantada con todas nosotras, una tipaza, era la mujer más jovial del mundo, encantadora, linda, simpática, cantadora, te escuchaba, muy generosa, yo tengo la asociación de Nosotros por los Niños con Cáncer, entonces ella tomó un niño y es madrina de uno de los niños con cáncer.
“Era una mujer muy linda, muy sincera, era neta, ella te decía en tu cara lo que sentía, bueno o malo, pero te lo decía claramente, ella era muy claridosa y muy honesta, era una persona que, cuando te recibía en su casa, era la mujer más espléndida del mundo y te hacía sentir que estabas como en tu casa.
“Pasé muchos años nuevos con ella en mi casa, en Puerto Vallarta, y nos la pasábamos increíble; a raíz de eso, yo le puse el nombre, todas dijeron ‘hay que ponerle un nombre (al grupo)’, y yo les dije ‘Las Cuquitas’, y por eso le pusimos el nombre ‘Las Cuquitas’, ella estaba encantada, nos juntábamos cada mes a comer en casa de todas las que éramos, que éramos 15, y ella era la primera en decir ‘¿quién sigue?’, y llevábamos un calendario de la que siguiera, y la que no podía la cambiábamos por otra.
“Hace menos de un mes nos reunimos después de mucho tiempo, le dije ‘Cuquita, yo te ayudo para que sí nos reunamos’, por la pandemia teníamos ya mucho tiempo de no vernos todas juntas, y en la casa de Irma Cabrera fue algo espectacular porque nos reunimos todas, menos Lili Maciel y Anne Martínez Pardo, nos juntamos, tengo miles de videos y fotos cantando ella, cantó como nunca porque llevaron a una persona con un teclado y cantaba padrísimo, (ella) cantó sensacional y nos quedamos cuatro personas, entre ellas los dueños de la casa, Jorge e Irma Cabrera, Lupita (mi prima), ella y yo, y se cantó todas las canciones que le encantaban a ella, yo me le quedaba viendo mucho y ella me veía en una forma muy particular, me decía que me quería mucho, que siempre éramos muy amigas, y la verdad es que sí éramos muy amigas y yo la admiraba mucho porque desgraciadamente fue una guerrera, desgraciadamente no en lo que fue una guerrera, sino desgraciadamente que le vino una enfermedad que la sobrepasó, y pues por eso he dicho yo siempre que es una guerrera, porque pasó muchas cosas de enfermedad.
“Aparte de todo, de la vida tan linda que llevó, obviamente como todo en la vida tienes altas y bajas, y malas y buenas, pero fue una mujer encantadora, todo el mundo la queríamos, era muy fácil de hacer amigas porque era muy, muy simpática, a mí me gusta mucho la gente divertida porque yo así soy, muy divertida, y nos reíamos mucho juntas, no te imaginas cómo me pesó, hasta ahorita me doy cuenta de verdad lo que siento por ella, y muchas veces la extrañaba porque no nos podíamos ver, sobre todo en la pandemia”.

Cata Olea, amiga

“Hace cinco años, Cuquita se incorporó a nuestro grupo de rosario que se reza los lunes en casa de Martha Orendain. Era muy puntual, siempre leía el primer misterio y le encantaban las galletas que Martha nos ofrecía. Tenía su sillón especial y, si alguna despistada se sentaba en él, le decía ‘a ver, niña, ese es mi lugar’, y se lo cedían de inmediato.
“El lunes 13 (de junio) rezamos el rosario en su honor, en casa de Martha, antes de irnos a su misa de cuerpo presente, y le dejamos su lugar, como siempre.
“Que en paz descanse Cuquita. Te recordaremos con cariño cada lunes en nuestro rosario. Era la más entusiasta, siempre estaba puesta para festejar con una alegría muy característica de ella, y de un desayuno la seguía a una comida, a menos que tuviera compromiso familiar con sus hijos o sus nietos, ahí sí, dejaba todo por ellos, eran su prioridad. Y si no había festejo, ella propiciaba la reunión, la invitación o la comida en el club.
“En nuestras reuniones de amigas le encantaba que bailáramos y me decía ‘baila, baila… me recuerdas a mí cuando era joven, porque yo también era muy bailadora'”.

A Cuquita y Jaime Lares les gustaba mucho esquiar cuando sus hijos eran pequeños, por lo que acostumbraban ir a Vail todos los años en Semana Santa.
Cuando Cuquita y Jaime Lares eran novios, en 1962.
"Las Cuquitas" reunidas en una comida. De pie aparecen Almendra Rodríguez Morquecho, Laura Hernández Muñoz, Irma de Cabrera, Yolanda Gárate, Cuquita Lares, Tere Espinosa, Norma de Serur, Maya de Lemus y Lilia de Maciel; sentadas, Elba Aguilar de Gallardo, Luz Elena Márquez, Betty Casillas de Acosta, Ceci de López Nuño, María Elena Ramos de Villa y Maricha Solana.
Foto de estudio tomada aproximadamente en 1978.
Todos los miércoles, Cuquita iba a un coro del Country Club, pues le encantaba cantar. La foto fue captada durante un concierto navideño realizado en dicho club durante 2007.
Con su esposo, Jaime Lares, durante una posada realizada en su casa en 2019.
Cuquita en un crucero por el Mediterráneo, en el verano de 1980.

Información: Jimena de la O. Fotos: Archivo y cortesía.