Históricamente, la resistencia y la lucha LGBTTTIQ han encontrado trinchera en bares, tabernas y cafés, allí están como testigos las molly houses londinenses, el parisino Le Monocle y el neoyorquino Julius.
Fue en las entrañas de Stonewall Inn que la poderosa hoguera, gracias a la que hoy ondean banderas arcoíris, se encendió, en 1969. En aquel bar de Nueva York, hoy histórico, comenzó oficialmente la protesta por los derechos del colectivo.
Para 2019, 68 de los 193 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas aún criminalizaban las relaciones amorosas entre personas del mismo sexo, 26 con cárcel y seis con pena de muerte.
A pesar del territorio ganado, la batalla no ha terminado. Hoy algunos proyectos luchan a favor de la inclusión a través de la comida.
Queer Food Foundation, en NY
La muerte de George Floyd encendió en Gabrielle Lenart, recién egresada de ciencias de la comida y estudios para sus comunidades, la chispa para crear esta fundación.
“Cuando me mudé de Pensilvania a Nueva York, estaba siguiendo personas involucradas con el tema desde la cocina. Intenté contactarlos y empezamos a organizarnos.
“En realidad, no teníamos un plan muy específico, pero florecimos creando esta comunidad con diferentes identidades dentro del gremio gastronómico”, detalla la cofundadora de Queer Food Foundation.
Crear espacios aptos para la conversación, donde las personas no deban regirse por patrones heteronormados es parte de los objetivos de esta iniciativa.
“Me identifico como una mujer ‘queer’ y, fuera de antros y bares, son escasos los establecimientos para hacer amigos. Necesitamos espacios para pasar el rato juntos y para expresar quién somos”.
Gabrielle Lenart, cofundadora de Queer Food Foundation
Cualquiera que se identifique queer, gay, homosexual… y pertenezca a la industria alimentaria –trabajadores de la restauración, agricultores, medios gastronómicos…– es recibido de brazos abiertos en la fundación.
“No hay una definición única de ‘comida queer’. En nuestro caso, la comida nos permite tener una conversación, estar juntos de forma segura”.
Más allá de la visualización, la misión de Queer Food Foundation es tender puentes para que los miembros del colectivo LGBTQA+ tengan más y mejores oportunidades.
“Estados Unidos tiene una larga historia racista y las personas en la intersección –negros queer y trans– se ven desproporcionalmente afectados por la inseguridad alimentaria: muchos factores les impiden el acceso a la comida. Por ello, creamos un fondo y distribuimos el dinero de forma sencilla para que los beneficiarios elijan cómo utilizarlo en alimentación”, detalla".
Gabrielle Lenart, cofundadora de Queer Food Foundation
Hasta ahora han recaudado 20 mil dólares, que benefician a personas afrodescendientes afectados por la inseguridad alimentaria.
Para Gabrielle, la gastronomía es un medio idóneo para destacar aportaciones y necesidades de la comunidad LGBTQA+, comúnmente anuladas por la sociedad.
“Hay muchas contribuciones a la industria alimentaria hechas por gente ‘queer’. Nuestras preferencias no suprimen nuestras habilidades”, concluye.
Dona en: queerfoodfoundation.org
Manos Amigues, en CDMX
Alejandra Cuicahua y Brent Alberghini se conocieron trabajando en un comedor comunitario.
“Salí de ahí por la homofobia y transfobia de la directora. Alejandra me pidió invitarla a trabajar si abría mi propio comedor. Ella tiene una hija trans y un hijo gay, es parte de la comunidad.
“La busqué para empezar un nuevo lugar donde el odio no tuviera espacio. Hicimos una lluvia de ideas para el nombre, propuse ‘Manos Amigas’, pero un amigo nos hizo ver que sería ‘amigues’ porque somos de la comunidad y es mejor género neutral”, detalla Brent.
La larga carrera de Brent en el activismo y voluntariado inició en Nueva York, tenía 12 años y fue obligado por sus padres.
“Manos Amigues es una lucha contra la discriminación, un lugar hecho por y para la comunidad LGBT, aunque nuestras puertas están abiertas para todos".
“En las noches tenemos un foro cultural, shows en vivo y una galería donde exponemos un artista ‘queer’ cada mes. Damos alimento para el alma, no sólo para el estómago, esa es nuestra receta”.
Brent Alberghini, cofundador de Manos Amigues
Ser un espacio seguro, donde la comunidad LGBTTTQI+ pueda comer y convivir sin temor a la transfobia y la homofobia, sin ser agredido o discriminado, es la misión de Manos Amigues, ubicado en la colonia Guerrero.
“En realidad, no hay muchos espacios para nosotros que no sean antros, bares o clínicas. Aquí pueden venir, coincidir y pasar un rato tranquilos rodeados de cosas que nos hacen crecer”, explica Alberghini.
Los asistentes reciben también apoyo en materia de salud.
“La organización más grande de VIH-SIDA en el mundo, nos apoya con pruebas y condones. Cada viernes se hacen pruebas de VIH, hepatitis y sífilis”.
Alejandra, encargada de cocina, empieza su jornada los domingos, en La Merced, abasteciéndose de insumos para servir 250 comidas por día.
“La comida cuesta 11 pesos, incluye sopa, arroz, frijoles, guisado, tortillas, agua de sabor y postre. Cocino para personas en situación de calle y gente de la tercera edad sin trabajo".
“Tres veces a la semana damos carne y dos verduras, se cocinan 35 kilos de guisado, 12 de arroz, ocho de frijol y seis de pasta. Mi motivación es que las personas tengan una comida completa”.
Brent Alberghini, cofundador de Manos Amigues
Diversidad de edades, religiones, géneros y sexos convergen en las mesas de Manos Amigues. La necesidad común: ser alimentados y aceptados.
“Creamos un ambiente que eclipsa nuestras diferencias y permite a todos aprender mucho. Es importante tener igualdad laboral y proveer un lugar seguro para todes”, puntualiza Brent.
Dona en: @manos.amigues
Comida Cuir, en Buenos Aires
La vulnerabilidad con que la pandemia azotó a una ya de por sí golpeada comunidad trans detonó Comida Cuir, iniciativa porteña orquestada por Alexander Wittmann.
“Mi esposo es gastrónomo y yo me dedico al arte de comunicación de su proyecto: @elgordocoina.
“Buscábamos la forma de apoyar principalmente al colectivo trans con todas las dificultades que eso conlleva. Teníamos contacto con la escuela Mocha Celis, primer bachillerato travesti y trans del mundo, y al acercarnos, nos dimos cuenta de la gran emergencia que vivía esta población, después nos expandimos a toda la comunidad LGBT”, detalla Alexander.
Su descubrimiento: 70 por ciento de la población trans argentina está forzada al trabajo sexual. Aún con avances legislativos para su protección, son un sector sumamente marginado en cuestiones de salud, educación y empleo.
“Pinterest se unió al proyecto e hicimos una campaña para el día de la visibilidad trans, luego algunas charlas para dar a conocer cómo aprovechar verduras, hortalizas y alimentos brindados a estas personas por diferentes ONGs y nos presentamos a otras organizaciones”.
“Como es un proyecto de naturaleza colaborativa, depende de las aportaciones y la convocatoria de boca en boca, estamos siempre buscando recursos y amplificar el número de personas que podemos ayudar”.
Alexander Wittmann, fundador de Comida Cuir
Para Alexander, la gastronomía es punto de encuentro entre personas, e identidades que convergen más allá del mes del orgullo.
“La cocina es ‘cuir’ porque tiene que ver con la diversidad y la inclusión, se nutre de diferentes visiones, personalidades, culturas, no puede ser cerrada ni cuadrada.
“Poner arcoíris y brillantina es válido, pero no es sólo eso y no sólo en junio o en noviembre, que se celebra en Argentina. Tenemos que prestar atención en nuestro rubro y espacios de trabajo… ¿qué aportamos para generar una cadena de valor inclusiva y respetuosa?, ¿de qué sirve vender un pastel arcoíris si no tengo un solo empleado trans o maltrato a mis empleados LGBT? Debemos promover espacios seguros tanto para el comensal como para la comunidad gastronómica”, sostiene.
La capacitación es clave en la lucha de Cocina Cuir por crear esos espacios seguros.
“Muchos jefes de cocina y empresarios gastronómicos no están preparados para tratar con personal diverso".
“Por otro lado, parejas homosexuales que se toman de la mano o se dan un beso en Buenos Aires –que, en teoría, debería ser la zona más segura y de mente más abierta– son violentadas a menudo. Justamente parte de lo que abordamos es sentirnos cómodos y protegidos en nuestros espacios gastronómicos”.
Brent Alberghini, cofundador de Manos Amigues