Fue una de las contrataciones más decepcionantes que hizo Pumas en los primeros torneos cortos. El alemán no necesitaba cartas de presentación, lo hecho en el Barcelona, Real Madrid y Bayer Leverkusen hablaban por sí mismo.
Pero en Pumas, a sus 38 años, solo se dedicó a tomar sol, exigió un auto último modelo y una residencia en Cuernavaca, además de chofer y guardaespaldas.
Después de 9 partidos, un día desapareció, argumentó que se había ido a España para consultar a su dentista personal y jamás volvió.