En cada bocado de la dulcería mexicana se esconde un fragmento de la historia y cultura. Golosinas delicadas y crujientes, llenas de aromas, nos conectan con nuestras raíces prehispánicas y coloniales.
Por ello, la célebre chef Martha Ortiz, gran embajadora de la cocina nacional, nos invita a cerrar septiembre con broche de oro, degustando la dulcería tradicional de nuestro País.
En entrevista con Buena Mesa, la profesional en artes culinarias asegura que los dulces mexicanos no son sólo postres, sino el reflejo de nuestra identidad.
“Nuestros dulces, tan complejos como nuestra historia, son representaciones figurativas de un “mundo ideal” elaboradas con fantasía y magia, y constituyen la más acabada puesta en escena. Sabores de cuento que en el gran teatro gastronómico fueron pintados con la gracia de las manos para ganar favores o deleitar a santos o pecadores, con la llamativa paleta de colores mexicanos y los matices únicos del pintor artesano”, describe Martha.
Sabrosuras
de nuestro México
Con su pasión por investigar y preservar la esencia de nuestro País, Ortiz nos lleva a un recorrido por delicias como la alegría de amaranto, el mazapán de cacahuate y las cocadas. Cada uno de estos manjares, cuidadosamente elaborados, representa un homenaje a la herencia culinaria que aún sigue viva en cada rincón de la República Mexicana.
“Ingredientes como el tamarindo, el coco, el cacao, la vainilla, el maíz —sobrio o reventado—, el amaranto, los camotes y las frutas enmieladas con caramelo o perfumadas con hermosas flores y árboles, forman la unión perfecta, los amantes en nuestro cosmos culinario, estrellas bien iluminadas de día o brillantes en una noche oscura. Y la narrativa gastronómica continúa, porque estos dulces son bien nacidos y bien nombrados en la lírica que distingue a nuestra cocina”, expresa Martha.
Para la chef mexicana cerrar el mes de las Fiestas Patrias con estas delicias es más que un capricho, es un ritual de conexión con lo más profundo de nuestra tierra.
“Encuentros con las trompadas, gorditas calientes concebidas al roce de piedra y cocinadas al comal, merengues con precipitación de grageas coloridas, manzanas que pasean en las ferias con espejo rojo del caramelo, algodones y nubes de colores, cocadas doraditas con su papel estraza, palanquetas como arrecifes, jamoncillos blancos y rosas, orejones que escuchan y cantan en nuestra lengua, pirulís, frutas cubiertas como bodegones, hechas para la eternidad. Así, siempre presente, nuestra dulcería, gloria mexicana, nos regala un guiño al paladar”, narra la chef.
Algo
de historia…
Registros históricos mencionan que desde tiempos prehispánicos, los pueblos originarios de México ya disfrutaban de golosinas como la alegría de amaranto y pinole. Sin embargo, la llegada de los europeos trajo consigo una fusión de ingredientes y técnicas que transformaron y perfeccionaron estas recetas ancestrales. Con el paso de los siglos, surgió una identidad culinaria única que ha convertido a estos dulces tradicionales en auténticas joyas de la gastronomía mexicana.
Investigaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Ediciones Pentagrama, mencionan que el cronista Fray Bernardino de Sahagún narra en su obra ‘Historia General’, una serie de dulces que degustaban en aquellos tiempos.
“En los mercados o tianquiztli se vendían: mazorcas tostadas, tortillas de masa, granos de maíz tostado, pepitas de calabaza hervidas y los cascos de calabaza cocida (probablemente antecedentes de calabaza en tacha), todos envueltos en miel”.
Hoy en día el resultado de la mezcla de culturas nos permite disfrutar de una vasta variedad de dulces que nos solo endulzan los momentos, sino que también cuentan la historia de nuestra riqueza culinaria.
Vistazo
a los dulces
Alegría
No solo son deliciosas y nutritivas, sino que utilizan un elemento del campo mexicano por excelencia, el amaranto.
Cocadas
Se elabora con coco rallado, azúcar y leche, tradicional en cualquier época del año.
Muéganos
Originarios de Puebla, son hechos a base de harina y miel de piloncillo.
Palanquetas
Hechas a base de cacahuate son las más tradicionales, aunque también las podemos encontrar con semillas de calabaza o pepitas, ajonjolí o nuez.
Ate
Es elaborado a base de pulpa de membrillo y otros frutos como la guayaba, originario del estado de Michoacán.
Jamoncillo
Se hace con leche, azúcar y canela. Son populares en Nuevo León, Durango, Sinaloa, Chihuahua, Sonora, Coahuila, Guadalajara y Estado de México.
Glorias
Originarias de Nuevo León, específicamente de la ciudad de Linares, es un dulce elaborado a base de leche quemada, miel de maíz, vainilla y nuez picada.
Merengues
Son un dulce exquisito que se puede preparar en diversas formas, como duquesas, suspiros y gaznates.
Camotes
Originarios de Puebla, es preparado con azúcar, con esencia de distintos sabores y mezclados con agua para generar una pasta envueltos con papel encerado.
Mazapán
Delicioso manjar elaborado con cacahuate molido y azúcar glas.
Información: Marichuy Garduño
Fuente: Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural
Fotos: iStock y Canva
Diseño: Sandra Acevedo
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